6. Patronus.

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Hermione estuvo con ellos los últimos días. En la víspera de Navidad, Harry había recibido una flamante Saeta de Fuego, y la Gryffindor temiendo que pudiera habérsela enviado Sirius Black, avisó a la profesora McGonagall del regalo.

La escoba fue confiscada, y Harry y Ron le retiraron la palabra a Hermione. Al trío de Slytherin no les molestaba su presencia, era una más de ellos, pero Ezra estaba realmente preocupado por la tristeza que la chica trataba de ocultar tras una máscara de indiferencia a la pelea de sus mejores amigos.

El azabache se sentó en la mesa de rojo escarlata y dorado, recibiendo varias miradas en el proceso. Suspiró ante eso, el odio entre Slytherin y Gryffindor aún estaba perpetuo.

—¡Rojita! ¿No has considerado comer con nosotros? Siento que aquí me devorarán vivo.

—Conozco a alguien que quisiera hacer eso.

—¿Qué?

—Nada. —Cerró su libro—. ¿Decías?

—Ven con nosotros al lado oscuro, tenemos helado y rubios oxigenados.

—¿Y libros?

—Cientos de ellos —Ezra se levantó y le tendió su mano, mientras realizaba una exagerada reverencia, y sonreía con diversión.

Hermione contuvo una risa, y le siguió en aquel juego de fingida caballerosidad, aceptando su mano y siguiéndole fuera del Gran Comedor.

Harry, sentado al lado de Ron, pensó que su amiga tenía suerte.

Nunca pensó que aquello pasaría, pero debía suponer que podría ocurrir, y ocurrió

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Nunca pensó que aquello pasaría, pero debía suponer que podría ocurrir, y ocurrió. Caminaba como un león enjaulado, y se sentía como uno.

¿Era imaginación suya o la temperatura había aumentado? Definitivamente lo había hecho, se quitó la corbata con rapidez y la arrojó a un costado de la habitación.

Todo esto debía de ser una alucinación, ¿verdad? Dirigió su vista a un costado de la habitación, pero la muchacha seguía allí, tan existente como siempre.

—Eres consciente de que no diré nada, ¿verdad? ¡Lo último que querría es perjudicar al profesor Lupin! —Su cabello castaño chocó con su rostro bruscamente al girar a verlo, pero Ezra no pareció prestarle atención, y Hermione miró a las otras dos personas presentes en el sitio.

—Lo sabemos, Herms. —Draco se bajó del pupitre y caminó hasta a ella, para pasar un brazo sobre sus hombros—. Nos preocupa que alguien más se haya enterado.

—Pero no se lo he dicho a nadie, ni siquiera a Harry o a Ron.

—Lo sabemos, confíamos plenamente en ti. Pero, al igual que tú, alguien podría haber descubierto el secreto de Remus.

—Es poco probable...

—No, hemos subestimado a todos, y ahora tú lo sabes, no podemos seguir subestimando al resto.

EZRA SNAPE LUPINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora