Capitulo 8

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La cálida caricia del sol la despertó, se movió en la cama, por suerte recordaba todo lo que había pasado anoche, se sintió sucia.
Tomó una merecida ducha, salió y se volvió a poner la camisa de Spooky, olía a él, estaba tan concentrada pensando en Spooky; cuando de pronto escuchó un ruido proveniente de la planta baja.

Salió al corredor, tomó un bat que tenía sobre el marco de la puerta de su habitación y bajó las escaleras lentamente, procurando no hacer ningún ruido.
Parecía haber alguien en la cocina, se acercó lentamente, entró sujetando fuertemente el bat y gritó.

— ¡Ahh!

Dió un fuerte golpe al intruso en el hombro y lo escuchó quejarse de dolor.

— ¡Espera! ¡Espera! — gritó con una voz conocida. — Soy yo mi vida.

Bajó la guardia, solo era Spooky, vestía un pantalón de mezclilla y una camisa de manga larga color nude con botones y un bolsillo cosido a ella.
Dejó el bat recargado junto a la puerta y se sentó en la mesa de la cocina poniendo su barbilla sobre la palma de su mano para admirar a su novio.

— Lo siento — dijo entre risas — no sueles estar aquí cuando despierto.
— No te disculpes, prométeme que siempre harás lo necesario para estar a salvo, aunque eso signifique dejarme — puso unos platos en la mesa.
— Prometo hacer lo necesario para estar segura, pero jamás voy a dejarte. Es una presa.

Spooky sonrió orgulloso y se sentó a su lado y le dió un tierno beso en la mejilla.

— Te ves sexy con mi camisa puesta — susurró a su oído.

Una sonrisa de oreja a oreja se extendió en el rostro de la chica.

— Gracias por hacer el desayuno — giró un poco el rostro para besar a Spooky en los labios.

Fue un largo y apasionado beso, hasta que Spooky recordó que tenían algo pendiente de que hablar.

— T-t ¿Te hizo daño ese hombre ayer? — la sola mención del hecho le provocaba un dolor agudo, un nudo en la garganta y un odio inmenso.
— No más de lo que viste — se aferró con fuerza al pecho de Spooky mientras la abrazaba por la cintura. — llegaste a tiempo... Cómo siempre lo has hecho.

Spooky besó su coronilla y se dispusieron a comer, cuando acabaron Spooky recogió los platos y volvió a sentarse.

— Todo estuvo delicioso — elogió mientras se sentaba a horcajas sobre Spooky.

Comenzó a besar su cuello y labios con desesperación, aunque llevaban tiempo juntos, jamás habían estado unidos de aquella manera, lo necesitaba.

— ¿No tienes que ir a trabajar? — preguntó él con la voz roca por obvias razones.

Yulia suspiró, Spooky tenía razón. Hizo un puchero.

— Y yo tengo que irme — sentenció este. — Así que... Dame mi camisa.

Sonrió de lado esperando la reacción de su amada.

Sabía lo que Spooky tenía en mente, pero antes de hacer lo que planeaba debía preguntarte algo.

— ¿Dónde puedo conseguir un libro aquí?
— Hmm... ¡Oh! Prueba en la casa del frente.
— Gracias...

Antes de que dijera algo más se quedó en la puerta de la cocina, y lentamente se quitó la camisa de Spooky por sobre la cabeza y la tiró a sus pies, subió rápidamente las escaleras a su habitación y se cambió, cuando bajó Spooky ya no estaba, solo tomó sus llaves y se fue a la escuela.

En el salón de clases todo estaba tranquilo; como esperaba Cesar no había asistido. No tenía ánimos para dar clases.
En el fondo el equipo de football no dejaba de hablar y presumir, con Jamal como el centro de atención, a lo lejos, del lado derecho Ruby lo miraba con algo de recelo, son chicos grandiosos, pero parecen no darse cuenta de cómo se miran, me pregunto si se conocen.

THE LAST BULLET (En pausa por edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora