capitulo 17

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Escuchó los pasos de Spooky salir de la habitación. Sonrió dulcemente tocando su mejilla, dónde Spooky había besado. Permaneció mirando el techo unos segundos.
Aquel beso... No era Spooky; era Oscar. El hombre al que había conocido en aquel bar, con quién había salido. De quién se había enamorado.
¿Debía perdonarlo tan fácilmente? Se había ido, como si no le importaran sus palabras, lo que había dicho. Se giró distraída, divagando en sus pensamientos lo que podía pasar. De pronto se sobresaltó, en el buró junto a la puerta había una gran caja, podía ver libros dentro, y una nota sobre la caja. Se incorporó cuidadosa, como si un simple respirar fuese a desaparecer lo que estaba frente a sus ojos.
Alargó la mano y tomó la nota, que rezaba: Se... Que no arreglaré esto con regalos y disculpas. Pero las palabras arreglan hasta el alma. Veme a las 6:00 en punto en aquella colina. Disfruta la magia.
Por cierto. Me llevé tu Impala, saca el mío de la cochera para ir. :)
Lo que veía era hermoso. Frente a ella, coloridos y llenos de vida, estaban los libros de su saga favorita "Harry Potter". Le había contado a Oscar un par de semanas después de conocerlo, lo mucho que amaba leer, y algunas historias sobre su pasado.
Caminaba por una calle lejana, tomando con su pequeña mano la de su tío, pasaron justo frente a una librería, había visto alguna que otra vez la película de Harry Potter, y ahí estaban, los libros, en una vitrina reluciente. Propinó un grito que asustó a su tío, que se volvió a mirarla con expresión de enojo.

— ¿Me los compras?Por favor, tío.

Sabía perfectamente que en aquellos momentos no contaban con los recursos para obtenerlos. Su tío sonrió con tristeza, entraron a la librería y con lo poco que tenían su tío le compró una hoja de calcomanías. Aún las guardaba en la casa de la playa.
Sonrió inconscientemente, había querido esos libros desde pequeña, y por alguna u otra razón, no los había podido comprar. Acarició con aire distraído el lomo de los libros, que ordenados pulcramente formaban el castillo de Hogwarts.
El reloj de la pared marcaba la 1 de la tarde. Ya no tenía caso ir a trabajar. Decidida se levantó de la cama, cambió su ropa (que aún tenía manchas de sangre seca), la metió a la lavadora y se dispuso a arreglar la casa, iría a aquella cita con Spooky, o quizá era Oscar.
Había aprendido hacía tiempo que Spooky y Oscar no eran lo mismo, parecía que cuando más su prometido se enfocaba en convencer a los demás que era Spooky, terminaba creyéndolo. Suponía que era normal, pero ahora no estaba segura, las actitudes de el día anterior no eran de Oscar. No puedes ayudar a quien no quiere ser ayudado. Deseaba con toda su alma que Spooky quisiera ser ayudado.

Spooky:
Se muy bien que la cagué con Yulia. Y era momento de afrontarlo, hablar con ella, como haría un verdadero Santo. Como haría Little Ricky.
Le pedí a Tony que me cubriera con Los Santos. No es que les importara mucho mi presencia, pero no quería que alguno interrumpiera mis planes. Aún llevabo los pantalones del día anterior, algo sucios, pero me cambiaría más tarde.
Cuando por fin llegué a ese lugar, los recuerdos me invadieron.
Traje a Yulia un día de descanso del trabajo. Un pequeño lugar privado, un campo verde se extendía frente a nosotros, y al terminar, un acantilado, del cuál se podía mirar gran parte de Freeridge, las luces, y el cielo pareciendo el mar. Llegaron a las 6 de la tarde, justo antes del la ora dorada, no sabía mucho de fotografía, pero eso se le había quedado en la mente. Improvisamos la comida: una pizza, sodas, cervezas y un par de sus botanas favoritas. Aquel día pensé que tendríamos sexo, pero Yulia no era así. Me habló de las estrellas, el cielo, la naturaleza. Me contó sobre su vida, haciéndome sentir el hombre más afortunado del mundo. Se quedó dormida después de un rato mirando las estrellas, la miré sonriendo, besé su mejilla, y solo recuerdo haberme quedado dormido.
Planeo hacer algo parecido, un día de campo tan hermoso como el de las películas, el de aquellas fotos en facebook que impresionan a cualquiera.

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       Más tarde poco antes de las 6:00

Después de pasar todo el día haciendo nada, y extrañamente no recibir ninguna visita de Cesar, se dispuso a vestirse para la "cita" que tendría con Spooky.
Analizó unas cuantas prendas, hasta escojer la que más le gustaba. Un vestido holgado, rojo de satén que relucía a la luz artificial.

Acompañó su vestido con unos tacones negros no muy altos

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Acompañó su vestido con unos tacones negros no muy altos.
Debido al creciente vientre el vestido no era apretado. Puso algunas cosas en un bolso, algunas vitaminas que le habían recetado, su celular y algunas otras cosas escenciales. Fue a la planta baja, tomó las llaves del Impala de Spooky, suspiró, se dirigió al garaje y salió de el con el auto, cerrando la puerta del garaje con el control.

Mientras esperaba a Yulia, después de haberse cambiado de ropa (a lo más parecido que tenía a un traje) dobló los pantalones sucios que llevaba puestos cuando Yulia lo encontró. Un sonido lo desconcertó. En el bolsillo del pantalón, algo pareció arrugarse. Metió la mano al bolsillo delantero, había una nota en un pedazo de papel arrugado por los movimientos del día. Cuidadosamente lo abrió esperando encontrar la letra de Yulia; la sangre se le heló. Escrito en una horrenda caligrafía estaban las peores palabras que pudo haber leído alguna vez en su vida.

Una última bala
- Latrelle

No necesitabas ser un genio para descifrar lo que significaba aquel mensaje. Cesar no lo había matado y él había fallado en matar a Cesar aquella noche, disparándole a Ruby y matando a Olivia. De alguna manera se habían enterado del dinero y escapando de la cárcel. Ahora lo que buscaba era acabar su trabajo.

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Mientras conducía en dirección a donde se encontraría con Spooky, un auto verde se incorporó a la calle por la que transitaba en ese momento.
Acostumbrada a Freeridge no prestó completa atención a los tripulantes. Solo miró de reojo, disimulando su curiosidad.
Su mente estaba demaciado distraída para preocuparse por un auto.
¿Debería perdonar a Spooky? Sus principios le decían que quizá no debería.
A pesar de que había crecido sin una madre, había tenido un gran padre, su tío. Y; conociendo a Spooky, no querría estar lejos de su hijo o hija.
Pero un engaño no era cosa de broma, sabía por experiencia, que un buen hombre ni borracho hace daño a nadie.
Hablar con él era la última oportunidad. Jamás le había hecho algo así. Lo que más le había dolido, era su acusación sobre engañarlo con Cesar.
El auto aceleró lo suficiente para ponerse lado a lado, miró de reojo disimuladamente para notar a un grupo de Profetas dentro del auto.
Se asustó, sintió un tirón en el vientre, pero de inmediato trató de calmarse.
El auto aceleró hasta perderse en la calle frente a ella.
Media hora después, llegó a la locación.
Spooky la esperaba en la entrada de la gran propiedad, con un elegante traje negro y tenis completamente negros.
Se impresionó, se miraba guapo, arrepentido, unque aún no sabía si perdonarlo.

Hasta aquí este nuevo, mi depresión no se aligera, a veces empeora y no me deja hacer nada...
Esperen el otro pronto. Ojalá y les guste ❤ las quiero, me dan ánimos de seguir escribiendo. 🌻❤

THE LAST BULLET (En pausa por edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora