13.

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Wooyoung odiaba el sonido de las armas, incluso cuando era pequeño y veía películas que tenían tal tipo de onda sonora no podía evitar querer salir corriendo y largarse a llorar. Con el paso del tiempo creyó haberlo superado, pero ahora cuando la bala salió del cañón tan cerca suyo no pudo soportarlo y dejó caer su cuerpo. Gotas de sangre salpicaron sus pálidas y demacradas mejillas haciendo que en el proceso sus ojos se cerraran fuertemente y toda su anatomía temblara.

No había sido su sangre y eso lo aterraba, levantó la cabeza cuando escuchó como las rodillas de San impactaron sobre el cemento rugoso que cubría parte de la Ciudadela, el corredor tenía los ojos bien abiertos con lágrimas atravesando sus pómulos lentamente, sus labios no se tocaban entre sí y el sudor caía por su frente mezclado con la lluvia. La ropa estaba totalmente mojada y el agua se escurría de su cuerpo con una tonalidad rojiza.

Logró salir del asombro y con las fuerzas que le quedaban sumado el miedo de haber perdido a la persona que amaba, se acercó al corredor. No importaba todo lo demás, no importaba su dolor de cuerpo, ni que su cara estuviera manchada de sangre, tampoco importaban las personas a su lado: debía llegar a San. Cuando finalmente estuvo en frente suyo estiró sus manos temblorosas y tomó el rostro contrario con sus pequeños dedos, peinó unos cabellos de su frente y un sollozo se escapó de sus belfos al ver al líder de Ateez.

San estaba bien.

―Wooyoung, Wooyoung―su nombre era todo lo que salía de los labios del mayor y le fascinaba, estaba aliviado de poder escucharlo de nuevo. Los fuerte brazos de San lo apretaron y el rubio no pudo sentirse más a salvo.

Detrás de ellos dos Yeonjun se agarraba el brazo fuertemente intentando que la sangre no siguiera saliendo, a unos pasos Jaw mantenía el revolver aún en lo alto listo para cualquier movimiento que se le ocurriera hacer al de pelo amarillo. El menor había decidido intervenir en el momento en que la vida de su primo había sido puesta en peligro, no había dudado dos veces en sacar el arma y dispararle al que en algún momento había sido pariente suyo. Todo lazo entre él y sus primos se cortó en el mismo instante en el que el arma de Yeonjun osó con perforarle el cráneo a San, nadie lastimaba a su familia, ni siquiera su propia familia. 

Soobin recurrió lo más rápido a su hermano y arrancando parte de su ropa intentó con un torniquete algo inestable, pero que aguantaría al menos un rato, parar la hemorragia. Lo trasladó hacia el capó del auto y lo dejó sentado allí hasta que abrió la puerta y el menor cayó inconsciente en los asientos, furioso dio media vuelta y se enfrentó a San nuevamente que ya se había parado y posicionado delante de Wooyoung protegiéndolo con su cuerpo.

―Un paso más y te aseguro que no vacilaré en volver a disparar, Soobin―la voz de Jongho sonó firme logrando que el mayor parase y lo mirara.

Choi Soobin pasó por alto al menor y centró toda su atención en su hermano. Lo analizó, recorrió cada parte de su cuerpo, recordó como antes una sonrisa adornaba su cara, como esos brazos ahora extendidos delante de Jung lo protegían a él, rememoró su infancia y al llegar al final de sus memorias  se lanzó hacia adelante. Cargando completamente contra San.

A mitad del camino el rostro serio del líder de Ateez se giró y murmuró el nombre de su compañero de cabellos rojos, a los segundos un disparo atravesó el aire y cayó cercano a la pierna de Choi, que asombrado vaciló en seguir yendo hacia adelante. Tercamente y a pesar del aviso siguió avanzando, los siguientes disparos pasando más cerca suyo. 

En la lejanía, Leedo, Seoho y Keonhee se turnaban para disparar.

―No tiene sentido que hagas esto Soobin, deja de moverte―le habló San viendo que cada vez estaba más cerca.

GASOLINE AND FIRE¹ ― WOOSANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora