Todoroki está solo con aquel chico. No entiende porque se siente nervioso, quizás es por la mirada de éste, la cual no parece muy amable. Intenta ignorar eso mientras lo dirige al aula donde tienen química.
El silencio reina en el pasillo de la institución haciendo más pesado al ambiente. Trata de no acosarlo mucho con la mirada en medio del sosiego en el que se encuentran, pero no puede evitarlo. Hay algo sobre aquel muchacho no puede descifrar, algo sumamente familiar que flota por su cabeza y no haya respuesta.
Bueno, además de lo desalineado de su uniforme y su ceño fruncido, cabe destacar. ¿Acaso no le dolía la cara de tanto estar así? Es muy raro a sus ojos. Parece un cachorro rabioso.
El bicolor se detiene, asumiendo que el otro va a imitarlo ya que las puertas del aula están en sus narices. Sin embargo, para su asombro el chico sigue caminando ignorando el parar de Todoroki. Éste, un poco harto de las circunstancias del comienzo de su día, lo sigue y le sacude el hombro, llamando su atención:
—Hey, el aula está aquí...
— ¡¿QUIÉN TE DIO EL PERMISO DE TOCARME?! —un grito impetuoso sale de la boca del rubio, haciendo saltar a Todoroki y quizás también a la escuela entera. Rápidamente suelta su agarre y lo mira consternado. Aquel rubio tiene una posición extraña, como si quisiera darle un golpe o algo así. De sus ojos pareciera que salen chispas— ¡CONTESTÁME, BASTARDO!
Todoroki, aún sorprendido, está por responder cuando aquel chico no lo espera y avanza hacia él, agarrándolo de la chaqueta perteneciente a la institución. En ese momento llega su punto límite.
Empleando toda su fuerza, empuja al rubio para que suelte su ropa. Con esa acción lo aleja y trata de acomodarse como puede el desarreglo que le causó. No quiere admitirlo, pero ese chico tenía tanta fuerza que por poco le arranca el uniforme con sus uñas. En una fricción de segundo trata de pensar una manera educada de decirle que no sea un imbécil, y que por favor entren al aula de una vez por todas, no quiere meterse en problemas también. Parece que el destino está conspirando contra él, piensa con resignación.
—Mira, —¿Cómo era su apellido?— Bakugo, sí, Bakugo. No fue mi intención incomodarte o algo parecido. Si tienes algún tipo de condición, me lo hubieras dicho con un poco más de respeto. No hacía falta gritar...
—¿QUÉ DIJISTE? ¿DE QUÉ CARAJOS DE CONDICIÓN HABLAS? —Todoroki ve cómo Bakugo detiene su nuevo ataque contra él, prestando atención a las palabras dichas. Todavía parece a la defensiva, y todavía está muy enojado.
—Bueno, ya sabes —el bicolor se rasca la nuca con su expresión neutral de siempre—, pensé que tenías ese tipo de condición en donde las personas no quieren que las toquen. Es normal. No hay de qué avergonzarse.
Al rubio le agarra un tic en su ojo derecho.
—¿Me estás llamando trastornado?— su voz adquiere un tono más bajo, pero por alguna razón sigue sonando un poco escalofriante.
—Si tú te quieres denominar así, yo no le veo el problema...
Bakugo avanza de nuevo hacia él y vuelven a la misma posición que se encontraban hace unos momentos. Sus miradas, expectantes, se mantienen firmes por unos segundos. Uno quiere volarle los sesos y el otro sólo quiere que lo deje en paz por ese día exhaustivo. Pero, en medio de esa disputa, un escalofrío recorre el cuerpo de ambos, uno muy frío y cálido, mientras los cuatro orbes se miran en completa serenidad. Una duda invade la mente del chico dual, mas ésta no tiene base ni razón en la lógica de lo que él conoce.
¿Lo conocía de otro lugar...?
Con el ambiente más calmo, Bakugo antes de soltarlo por completo ―bueno, dándole también un empujón de regalo― le advierte con tono amenazador:
—Eres raro. No me toques ni hables, ¿entendido? Te las verás conmigo si eso pasa. Quítate ahora, bastardo mitad-mitad.
Se siente agradecido cuando el contrario entra al aula, soltándolo por fin, pero no se siente agradecido por el trato que recibió ni por el apodo que decidió otorgarle. Suspirando fuertemente, entra también y, después de una riña del profesor, se dirige a su asiento usual. Midoriya lo está esperando con una sonrisa en su rostro.
—¿Acaso te dormiste, Todoroki-kun? —susurra divertido mirando en su dirección. Con mucho disimulo le pasa unas hojas por el escritorio—. Aquí están los apuntes de la primera clase.
—Algo así. Muchas gracias. —Asiente agradecido hacia el peliverde y vuelve su vista al frente, donde está Bakugo presentándose con mucha monotonía e ironía en su voz.
—De nada —sonríe nuevamente.
Izuku Midoriya, aquel chico peliverde con pecas en su rostro, podría considerarse como su mejor amigo dentro de la escuela. Su relación empezó gracias a que vieron que tenían mucho en común, después de varios encuentros por proyectos escolares. Además de eso, cabe destacar el hecho de que los dos eran considerados los "raritos" del curso, el peliverde por ser muy tímido y friki, y Todoroki por la simple razón de que no le gustaba mucho socializar por su cuenta. No niega que es popular en la escuela debido a su apariencia, pero más allá de aquello su soledad le complace y nadie le reprocha eso. Con el pecoso habían entablado una amistad en base a aquellas características; los dos se hacen compañía mutua y disfrutan de las pequeñas cosas que ambos pueden ofrecerse. Es simple y efectiva, el bicolor no puede estar más agradecido con Midoriya. Sin duda es un gran amigo, siempre lo ayuda y lo motiva aunque él mismo no se sienta de esa manera.
Sus tardes en la casa de Midoriya jugando a juegos de mesa y viendo televisión también lo ayudan a escapar de Dabi.
—Midoriya —susurra llamando la atención del contrario—, ¿puedo ir a tu casa hoy? Es que Dabi quiere que almuerce con él y no quiero hacerlo.
Su amigo parece que lo piensa, y después de unos segundos le responde con voz penosa:
—Lo siento. Es que hoy tengo que hacer unos trabajos que mi madre me pidió. ―El silencio los invade, con la voz del profesor de fondo y los susurros de sus demás compañeros―. Es extraño. Tú nunca almuerzas con Dabi. ¿Por qué de repente quiere hacerlo?
―No lo sé. Ya sabes como es él, pero hoy en particular no lo quiero soportar.
Su conversación sobre su primo se ve interrumpida por el estrépito murmuro del peliverde.
―¡El nuevo te está mirando! ―siente el miedo en su voz, y no lo puede culpar.
Busca con la mirada a su alrededor hasta que lo encuentra en la otra esquina de aquel salón, sentado al lado de su compañera de clase Uraraka. Apenas posa sus ojos en él cuando el otro desvía la mirada rápido, dejándole claro sus intenciones de mirarlo horriblemente. Todoroki se siente muy confundido; después de aquel desliz burdo con tal individuo, pensó que lo dejaría en paz. Al parecer se equivocó. Y le molesta, ya que parece que es el tipo de persona que más odia, el típico bully de clase que lo único que conoce es el sentimiento hacer sentir mal a otros. Particularmente él no se sintió atacado, pero había sido muy grosero. Ni siquiera le confirmó si tiene tal condición, lo que puede llevar a más malentendidos.
Bueno, ahora que lo piensa, ¿habrá obrado bien al preguntar aquello?
Él tiende mucho a sobrepensar las cosas.
Que tipo más raro, pensó luego de reflexionar un poco. Mira de nuevo en la dirección donde aquella desordenada cabellera rubia destacaba, mas no se encuentra con sus orbes rubíes otra vez.
También piensa de nuevo en aquella vaga sensación que subió en su cuerpo cuando chocaron las miradas de cerca.
Es familiar, cálida, triste.
Pero es más vacía que nada.
Está completamente borrada.
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Hasta que estés en mis brazos de nuevo [BakuTodo]
Fiksi PenggemarLas mismas estaciones, las mismas estrellas, la misma luna, el mismo sol, el mismo tiempo. Nada había cambiado. Shoto Todoroki vive una vida que se podría considerar normal. Se supone que tendría que ser feliz, pero siente que le falta algo. Algo q...