Capítulo 109: Lecciones de la vida

535 47 4
                                    

La noche llegó y para Degel, aquellas apasionadas noches con Kardia se iban enfriando, no porque ellos quisiesen, simplemente su rol de padres los ocupaba más que su lado de amantes.

Kardia: Cuatro Ojos, ya se durmió el bicho menor ¿Puedes por lo menos darme un beso antes de dormir?

Degel: Odio cuando crees que soy frívolo contigo Kardia, sabes que tú eres el amor de mi vida y sobre todas las cosas amo a estos maravillosos hijos que me has dado pero vete a la mierda si piensas que volveremos a tener más, es que ash!!! no puedo ni olerte los boxers cuando enseguida tengo otro niño dentro y sabes perfectamente que sólo un beso no es suficiente para lo demandante que eres; mira que no solo eres tú, cuando tu padre quedó embarazado a los 44 y Zaphiri sólo se descuidó una vez.

Kardia: Camus por diagnóstico del médico quedó estéril y Milo volvió a preñarlo en dos años, cuánto semental en los Antares Oleee!!

Degel: Volveremos hacer el amor cuando te decidas a usar el condón porque de otra forma me vuelves a embarazar.

Kardia: Ay por favor cubito, hacerte el amor con un látex en el pene es como comerme un dulce con envoltura, no me hagas esto.

Degel: Eso o sigues en abstinencia. feliz noche amor, te amo.

Ofuscado era corto a como se sentía, Degel tenía dos semanas negándose a tener relaciones sexuales por miedo a volver a embarazarse.

Estocolmo, Suecia

Todo aparentemente en silencio... era el momento perfecto para que sus más oscuros deseos salieran a flote y es que con Ilias en su casa sin tener que verse a escondidas le resultaba maravilloso y mientras caminaba sus pensamientos fueron interrumpidos por un león desnudo en su cama, totalmente húmedo recién salió de la ducha y apenas lo tapaba una toalla pequeña.

Ilias: ¿Te quedarás toda la noche mirando? mientras puedes tocar todo esto que es tuyo.

El león le hacía señas hacia su miembro que lucia bastante despierto para la ocasión y Lugonis se relamio los labios de sólo pensar en todo lo que se avecinaba.

Ilias: Ven aquí Lugonis no me hagas rogarte, pasé todo el día pensando en todo lo que voy hacerte esta noche.

Lugonis: Si te llegan a escuchar los insolentes de mis hijos se burlarían de ti, pero ellos no saben lo loco que estoy por ti y lo hermoso que te vez cuando recién sales de la ducha.

A cada rincón fueron a parar mientras ambos se comían la boca, Ilias aún tenía esa fuerza que lo hacía estremecer cuando lo tocaba. Sus manos traviesas tocaban sus pectorales mientras sus piernas servían de soporte mientras envolvía con ellas la cintura del griego

Lugonis: Tu cabello corto me encanta, en especial cuando debo jalarlo, eres todo mío León y escuché cada palabra que le dijiste a mi hijo menor... quiero casarme contigo pero me da miedo, miedo a que después de que seas mi esposo este fuego desaparezca por la monotonía y ya estoy viejo para aguantar tus insaciables ganas de hacer el amor a toda hora.

Ilias: Ya no quiero llevar una vida sin rumbo Lugonis, o es contigo o no será nadie, sólo te amo a ti y si te esperé todos estos años es porque estoy seguro que casados tendremos una mejor vida que aquella clandestina en un hotel de mala muerte. Déjame hacerte el amor como todas esas noches en un hotel pero esta vez sin que tengas que irte, que duermas entre mis brazos, se mío Lugonis Roses, sólo mío.

Grecia

Feliz y a la vez melancólico se sentía el indio mayor, uno de sus más grandes anhelos se le fue otorgado... conocer a su nieto mayor. Mientras disfrutaban del pastel Asmita se acercó al león.

Padres Primerizos: segunda generaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora