Capítulo 7

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Después de que Miguel me besara no sabía cómo responderle, me quedé parado en frente de él y sin saber qué hacer.

-Bueno di algo. –me dice Miguel muy colorado.

-Bueno, es que no sé qué decir. –le respondo muy nervioso.

-No sé pero algo. –me dice.

-No sabía que te gustasen los chicos. –le digo ya con menos nervios.

-No me gustan los chicos, me gustas tú. –me dice dándome otro beso.

-Espera Miguel, que ahora estoy muy confundido y además estoy muy cansado y tengo ganas de acostarme, o sea tengo ganas de dormir quiero decir. –le digo colorado.

-Vale, lo entiendo, perdón no tendría que habértelo dicho. –me dice agachando la cabeza.

-No tranquilo, no pasa nada te agradezco que hayas sido así de sincero conmigo, pero es que ahora no puedo pensar con claridad. –le respondo.

-Bueno vale, buenas noches, mañana hablamos. –me dice.

-Buenas noches, eso sí encuentro las llaves para entrar a casa. –le digo riéndome mientras busco en los pantalones las llaves de mi casa.

-¿No las encuentras? –me pregunta.

-Pues no, espera que llamaré a Andrea para ver si por casualidad está en casa y me puede abrir. –le digo mientras marco él número de Andrea.

-Andrea, ¿estás en casa? –le pregunto cuando me coge el teléfono.

-No lo siento, estoy en casa de unos amigos y nos vamos a ir a pasar la noche en la casa de un amigo que tiene en la montaña y hasta mañana no vuelvo. –me dice desde el otro lado del teléfono.

-Vale, pues que te lo pases bien y tened cuidado. –le digo antes de colgar el teléfono.

-Vaya tendré que llamar a un cerrajero de urgencia, para que me abra la puerta, Andrea no viene hasta mañana y creo que me dejé las llaves dentro. –le digo a Miguel, que se había quedado a mi lado mientras hablaba con Andrea.

- O si quieres puedes quedarte en mi casa a dormir. –me dice

-No sé Miguel, no quiero ser una molestia para ti. –le respondo.

-No tranquilo, no es ninguna molestia. –me dice con una sonrisa.

-Vale, te prometo que en cuanto venga Andrea, me voy de tu casa, te lo prometo. –le digo devolviéndole la sonrisa.

-No tranquilo, sin prisas, mañana no trabajo y te iba a decir que si quieres que hagamos algo juntos, como ir al cine o ir a dar una vuelta o algo. –me dice con un poco de vergüenza.

-Vale, mañana vemos donde vamos. –le respondo rodeándole el cuello con mi brazo.

Mientras cruzábamos la calle, ya que él vivía enfrente fuimos hablando de donde podíamos ir, cuando llegamos a su casa un enorme perro me sorprende, resultaba que ese enorme perro era la mascota de David, era un perro majestuoso y muy bonito.

Miguel me ofreció dormir en su cama y él dormía en el sofá, pero yo no quería que el durmiera en el sofá por mi culpa, así que decido que yo duermo en el sofá y él que duerma en su cuarto, al final me dijo que si quería dormir con él en su cama, ya que su cama era muy grande, dudo por un instante, pero al final acepto.

Cuando nos metimos en cama  cada uno estaba por un lado de la cama, su cama parecía que era infinita ya que me podía estirar todo lo que quisiera que no encontraba a Miguel. De pronto veo que Miguel me está mirando, pero no pasa mucho rato hasta que al fin me duermo. A la mañana siguiente, cuándo me levanto, lo primero que me doy cuenta es qué Miguel ya se había despertado, de repente me viene el olor de algo que huele estupendamente, de pronto la puerta se abre y entra Miguel con un bandeja.

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