🔧CAP. 2: ¿Quieres problemiñas?🔧

3.4K 256 307
                                    

Miró el móvil para comprobar la hora

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Miró el móvil para comprobar la hora.

– La' ocho meno' cualto. – dijo en voz alta.

Isabella estaba a punto de salir de servicio, había quedado con ella para ir a la fiesta del Bahamas, que era a las nueve. Yun estaba emocionado porque era un día especial para él, incluso se había puesto un traje para la ocasión. La única pega era que no tenía entradas, pero eso no era un problema para él ya que sabía cómo ingeniárselas para colarse sin pagar.

"Hoy fijo que mojo la blocha", soltó una risita de satisfacción, por fin dejaría de recurrir a la más íntima soledad de su habitación.

Y ahí estaba, estacionado en la entrada del hospital, casi saltando de la emoción, mientras fumaba un cigarrillo. Todo era casi perfecto, si no fuera por el arañazo que tenía su Zentorno negro. Un tío con una Manchez azul le había rayado una de las puertas aprovechando que el pelirrojo estaba distraído hablando por teléfono con Isabella. Todo apuntaba a que era un posible cliente insatisfecho por su supuesto "full tunning".

Echó un vistazo con tristeza el arañazo, no se notaba mucho, pero ahí estaba. Se apoyó sobre él para ocultarlo de la vista de los curiosos y le dio otra calada al cigarro sin prestarle mucha atención a la grúa que acababa de estacionar a su lado.

– Oíste, neno, aquí no se puede aparcar. – la voz de Freddy Trucazzo interrumpió sus pensamientos.

Yun frunció el ceño al ver que el gallego llevaba un mono de mecánico.

– ¿Qué te pasa a ti, tonto? – gruñó sin contener la rabia que le tenía al susodicho.

– ¡Ostia! Si es el come-murciélagos, ¿tú no curras o qué? – exclamó Freddy fingiendo falsa sorpresa. – Joder, eres subjefe y aparcas en frente del puto hospital. A ti te la suda todo, chorbo.

– ¿Y qué? Tampoco tengo calnet de conducil y soy mecánico. – se encogió de hombros señalando algo que, para él, era evidente. – ¿Tú qué coño hase' así vestido, chocobo? – hizo un gesto señalando su uniforme.

– Pues que vengo de una fiesta de disfraces. No te jode. – puso los ojos en blanco, pero se mordió la lengua, le había prometido a Armando que moderaría su lenguaje frente al chino.

"No le toques los cojones al chino que me ha costado mucho convencerlo para que te dejara en paz", recordó aquellas palabras que Armando le había comentado en la reunión express que tuvieron hace unos días.

Entonces se fijó en el Zentorno negro.

– Bonito buga, chorbo, ¿a quién se lo has robado? – cambió de tema rápidamente, sin obedecer del todo las palabras de Armando.

– E' mío. Un coche humilde, como yo. – dijo con el pecho hinchado de orgullo mientras golpeaba suavemente el frío capó. – 'Ta guapo, ¿eh? E' una basura de medio millón, me lo vendió un gilipolla' en el tallel. Aunque gila como culo.

PACIENCIA | #YunandoAU 🔧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora