❝Dreameater❞ | [Gonkillu]

☽ Descanso 1

No quería despertar.

Estaba en aquel sueño tan hermoso, tan gentil, tan cálido. Las manos que lo sostenían eran frías pero, no eran toscas ni incómodas. Al contrario, se sentía bien en ellas, como si el calor no faltara allí, el calor venía de su corazón.

— ¿Cuándo podré verte? —nuevamente preguntaba, su voz sonaba débil siempre que hablaba con él.— Solo deseo conocerte.

— Te arrepentirás si lo haces —respondía, suavemente, como si cada palabra fuera algo delicado de decir en aquella frase.— El mundo ama tu fuerza, pero el destino odia tu gentileza —murmuraba, pero a pesar de las palabras que decía, se sentía relajado en aquel regazo.— Estarás obligado a conocerme, pero no esperes un final feliz.

— Yo lo daría todo por ti, por conocerte, porque siempre estés alegre —trataba de convencerlo, tomando su rostro en sus manos, aquel hermoso cabello blanco cubría sus preciosos ojos.— ¿Puedo ser tan egoísta?

Recibió una risa por su parte, pero Gon simplemente tragaba sonrojado.

— Me he enamorado de ti —confesaba el humano, bajando sus manos para no invadir aquella delicada piel.— Me he enamorado de ti, de tu voz, de tu calidez  y algo me dice que está mal. Ni siquiera sé tu nombre.

— Me llamo Killian, pero tú puedes llamarme Killua —respondía, tratando de cambiar el tema.— Gon, lo único que debes saber es que no me quedaré para siempre contigo, pero me verás más rápido de lo que piensas —escuchaba aquella despedida, su tono de voz era triste.— Gon, si necesitas de mí, solo llámame.

Había despertado, sudando y con su corazón latiendo a mil, instantáneamente corrió al baño y tosió en el lavabo; la sangre escurría por éste. Se miró en el espejo, su cabello despeinado y su cuello nuevamente mordido, aquellas marcas no se quitaban. Cada vez que tenía ese sueño tan hermoso, parecía que algo malo debía pasar. O despertaba con marcas de garras o despertaba con su cuello lleno de mordidas, como si hubieran succionado parte de su sangre.

Pero sentía que era de aquella persona en sus sueños. De aquel hombre que siempre lo acobijaba entre sus brazos y le brindaba el amor que en los últimos dos años había perdido. Y es que, desde que Mito había muerto en aquel accidente, Gon se las había arreglado para no morir ante aquella falta de amor. Era un hombre ya, pero parte de su alegre personalidad era por la crianza y muestra de afecto constante que su amada tía le daba, tía que ahora descansaba en un lugar mejor.

— ¿Gon ya te levantaste? Debemos ir a entrenar —escuchaba por el otro lado de la puerta a su maestra, quien tocaba algunas veces.— ¡Baja a desayunar, tienes quince minutos o me iré sin ti!

— ¡Enseguida Bisky! —respondía animado, se apresuró a lavarse los dientes y tomarse una ducha de cinco minutos, en dos minutos se cambió y con lo que le restaba de tiempo, logró comer unos pancakes que aquella inexperta de la cocina había creado.