Marcelo VIII

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Me cuesta hablar de esto, supongo que por el hecho que todavía no logro aceptarlo. Me duele, esa herida sigue abierta como si hubiera ocurrido hace unos días, cuando la verdad es que ya ha transcurrido cerca de un año.

Mi vida ha cambiado por completo, mi trabajo y hasta mi casa ya no son los mismos. Ni mucho menos mi estado de ánimo. Hay días que pienso que jamás me recuperaré, que no podré volver a ser feliz y es que la conciencia me ha quedado sucia.

Hace casi un año salimos con Celeste y Enrique a buscar a Tomás. Por lo que él me dijo, lo más probable es que el gordito haya escuchado una conversación que tuvo con Patricia.

-¿Qué me estás diciendo? ¿Él nació producto de una violación? –

-Sí, y lo peor es que se lo contó cuando apenas tenía diez años. Son de esos dolores que cuesta superar, me imagino que escuchar nuevamente aquella historia de boca de su propia madre, le terminó de destruir –

Conversamos aquello en la comisaría, esperando alguna respuesta de la policía, de los oficiales que salieron a buscar a Tomás. Les mencionamos que le vieron cerca del puente del parque, que estaba mal psicológicamente y que podría haber atentado contra su vida.

Esa imagen, el verle llorando destruido a punto de acabar con su existencia, viene cada cierto tiempo a mi cabeza, y me destruye como si fuera una bomba. ¿Por qué? ¿Por qué no pude estar a su lado ese día? Tal vez habría podido impedir que lo hiciera, convencerle que mis sentimientos eran reales, que le amo incluso hasta hoy día, pero eso no ocurrió, y no ocurrirá, porque él ya no está.

La policía perició los alrededores del parque, indagaron en cámaras de seguridad y todas las pruebas apuntaban a lo mismo: el muchacho jamás salió de ese puente. Se le ve entrar, mas no salir. Como era evidente lo que ocurrió, la siguiente etapa fue revisar el caudal del río. Y eso solo podía significar una cosa: ya no buscarían una persona desaparecida, sino que un cadáver.

-Lo siento, pero debemos ser sinceros, es muy baja la probabilidad que Tomás Sotomayor se encuentre con vida. Lo sentimos...- el oficial a cargo nos reunió a todos los interesados en una habitación para contarnos la mala noticia. A cinco semanas de su desaparición, prefirieron declararlo muerto.

-Pero, no hay que perder las esperanzas. Quizás esté inconsciente en algún lugar y cuando vuelva en sí, verá que legalmente está muerto, ¿qué harán en ese momento? –pregunté desesperado. ¿Por qué tanas ansías?

-Lo siento mucho, pero este asunto ya fue conversado con la madre del desaparecido. Se le mencionaron todas las posibilidades y ella decidió tomar la opción más sensata. Esa es la verdad. Nosotros llevamos muchos años lidiando con este tipo de desgracias, y créame que las personas que hemos encontrado con vida se pueden contar solo con los dedos de una mano. Es doloroso, pero será mejor que pierdan toda esperanza de encontrarle a salvo –

-Pero... pero... ¿Y hablaron con el padre? Quizás él no quiere hacerlo –

-Él también estaba presente y no objetó en nada la decisión de la madre –

A las pocas horas de haber desaparecido, don Pedro Sotomayor llegó a la ciudad para estar al tanto de lo sucedido con su hijo.

-Pero, ¿cómo ocurrió esto? Se supone que tú estabas aquí para protegerlo... Yo... yo no quise interrumpirlo, pensé que seguiría molesto por mi matrimonio, tan solo que se le pasaría en un tiempo. Quise darle espacio, pero nunca me imaginé que tomaría esta decisión. ¡Por dios! Tuve que estar a su lado...-

Pude identificar el mismo dolor que me inundaba en el rostro de su padre. No lo conocía y aun así le abracé. El dolor por la pérdida de Tomás nos unió desde ese momento, pero se rompió cuando supe que había aceptado la desfachatez de Patricia. ¿Cómo pudo rendirse tan fácilmente?

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