Celeste V

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-No me vengas a joder. No tengo tiempo para tus estupideces –fue la forma en que me trató Berna.

Pasaron un par de días en que no nos juntamos, estaba extrañando el olor a su piel, el calor de sus besos y el sonido de sus gemidos cuando lamía su cuca. No aguanté más la soledad y fui hasta su oficina para buscar un poco de amor. Creo que fue lo peor que pude hacer, porque me trató como basura, como si no fuese este pecho el que le da cariño.

-Lo siento, no sabía que estabas tan estresada... ¿Sucedió algo? –

-¿Que si sucedió algo? ¿En qué mundo vives? ¿Acaso no has leído las noticias? –me gritó nuevamente.

-Am... no - ¿se comen?

-El senador Hugo Neumann está siendo enjuiciado por malversación de fondos públicos y tráfico de influencias. ¡Vaya! Que puede ir a la cárcel por corrupción –

Hace años que no escuchaba ese nombre, por lo que me costó entender lo que eso significaba. Aquel hombre es el amante de Patricia, el mismo que le disparó a Tomás cuando Enrique le encaró.

-Vaya, tu jefa debe estar muy triste por su pareja – supuse que de eso se trataba todo.

-¿Acaso tienes cinco años o qué? ¿Dónde mierda crees que metía el dinero que robaba? Pronto va a venir a Physical la Policía de Investigaciones para recabar información. He intentado modificar lo más que puedo los libros contables, pero es que son décadas, no puedo... ¡No puedo! Esto se va a hundir peor que el Titanic – Berna gestualizaba con las manos como si se tratar de un drama griego.

-Puta mierda... nos vamos a ir todos patitas pa' la calle –

-Pero que burda eres. ¿No comprendes? ¡Me voy a ir presa! ¡Patricia y yo estamos hasta el cuello!

Mierda no, no podía permitir eso. No podría resistir que la mujer a quien amo sufriera de esa manera, menos por una vieja estirada que no la merece. ¡No! Joder, que es el ángel más hermoso que he conocido y no puede pudrirse en una puta celda.

-Am... entonces... ¡Fuguémonos! Tomemos un poco de ropa y vayámonos, tengo un poco de dinero ahorrado, no es mucho, pero nos sirve para unas latas de atún. No voy a dejar que te encierren...-estaba desesperada.

Solo recibí la risa burlona de la secretaria.

-¿Qué? ¿Quieres que viva como una fugitiva viviendo en hostales baratos y comiendo atún? No gracias, prefiero mil veces la cárcel a irme con una niñita como tú –

-¿Niñita? No me decías eso cuando te metía hasta el puño por el coño –

-¡No te voy a permitir que me trates como una puta! –

-¡Pero si eso eres! ¡Eres la puta de Patricia de la Fuente! –

Me callé solo porque la bofetada que me dio me dolió mucho.

No me controlé y estallé, la amo y quiero lo mejor para ella, tan solo que me ha rechazado lo suficiente. Tampoco soy tan mierda como para que se avergüence de mí, como para que solo me vea encerradas en un puto baño. No merezco que me deje de ver, que me diga que soy poca cosa, que prefiere estar en una celda pudriéndose con otras presas antes que escaparse conmigo, que he sido la única persona que le ha dado amor de verdad y que no la ha utilizado como su jefecita. Pero ella no me valora, ni siquiera me mira, soy su puto vibrador humano, solo le sirvo para mojarse, para recordar que tiene una vagina entre las piernas.

-Espero te toque compartir celda con tu querida Patricia. A ver si en el encierro sí logras comértela – y me fui.

Pasé días terribles después de eso. La extrañaba y me arrepentía por haberla encarado, aunque me hacía más daño el recordar su trato, su falta de interés por mí. No podía trabajar bien y mi jefe me retaba constantemente.

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