.Cap 14.

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Sintió sus ojos humedecerse mientras se sentaba en el suelo, apretando sus labios para evitar soltar un sollozo delante de los niños que empezaron a reírse delante suya. Los ignoró completamente, agarrando con cuidado el peluche tirado en el suelo y el relleno de este esparcido por doquier.

-¿Qué pasa, chico duro? ¿Tan rápido se te fue la valentía?

-Yo no hice nada- murmuró el azabache aún dándoles la espalda, mirando el corte del peluche en su cuello-, fuisteis vosotros los que habéis venido a molestar.

-Oye, no te creas que nos puedes hablar así solo porque tu hermano vaya a mi clase- apretó el cuello del juguete cuando volvió a colocar el relleno, evitando así que volviera a salir-. Ya deberías saber que no hay que traer peluchitos al colegio, sobre todo ese. ¿Qué bicho raro es ese?

Respirar, contar hasta diez y soltar el aire que tenías en los pulmones, no dejar que los impulsos del enfado te dominen, ignorar. Eso es lo que debía hacer, ¿no?

-Hey, deberíamos irnos, ahí viene el protegido.

No se molestó en girarse para ver qué sucedía, su mirada se mantuvo fija en el césped del patio trasero de su escuela. Escuchó varios pasos alejarse a la vez que escuchaba unos acercarse, deteniéndose a su lado.

-¿Estás bien?- miró por el rabillo del ojo al nuevo integrante, desviando enseguida la mirada para no dejar salir las lágrimas que tenía en sus ojos.

-Vete G=%/$€.

-No me has respondido.

Abrazó su peluche mientras escuchaba al albino sentarse a su izquierda, jugando con unos trocitos de hierba.

-¿Qué le han hecho a Jimmy?

-... Le han cortado- separó al juguete para mirarlo, apretando entre sus dedos el suave pelaje que ofrecía su pelo, dejando ver su cuello-. Se salió el algodón, y...

El albino se giró para mirarle, ladeando levemente la cabeza.

-Mi madre puede curar a Jimmy, sabe coser.

-No, mamá le cura, ella sabe cómo coserle, y le pone tiritas para que no empeore, como hace conmigo y R=%$ cuando nos hacemos daño.

-¿Por qué la llamas así, 'R=%$'?

-Así se llama.

El mayor frunció el ceño enfadado, cruzándose de brazos.

-Sabes de qué hablo, de por qué no le llamas hermano.

El azabache mordió el interior de su mejilla, mirando hacia un lado mientras volvía a abrazar el peluche, sin importarle los pequeños trozos de algodón que salían de su cuello.

-En el orfanato dijo que no quería hermanos, que quería seguir siendo solo él. Es mi amigo, no quiero que me odie si le llamo así, y creo que sería raro. Siempre hemos sido amigos, a lo mejor le molesta.

El de ojos verdes no dijo nada, rascándose la muñeca izquierda al no saber qué decir ahora. Miró su pulsera, pensando su próximo movimiento.

El azabache le ayudó una vez cuando una niña de su clase le quiso robar el dinero del almuerzo, ahora le tocaba ayudarle a él, ¿no?

-¿Por qué estás aquí?- el albino se giró para ver al menor, sin entender bien la pregunta.

-Es obvio, para ayudarte.

-¿Por qué?

Le recordaba a él.

Karmaland // 7 sinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora