Parte 2 "Ojos de fuego"

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Día actual, Febrero 13, dos años después.

Edimburgo, Escocia.

Había desgarrado mi puño contra el espejo, y este se había roto en pequeños pedacitos que caían a mi lado junto a las gotas de sangre que corrían sobre mi brazo. Quizá eso no lo puedo evitar, no después de haber intentado golpear tantas veces los barrotes de la habitación del psiquiatra, que ya lo hacía programadamente.

En ocasiones me asusta aquella persona que me había vuelto, desde entonces mamá vive en una lucha entre llevarme con los doctores nuevamente, o esperar a que mi estado emocional cambie. De hecho, no la culpo. En cuestión de gusto, me gusta la sensación del vacío que existe en mi pecho. Y en definitiva, era más placentero que la sensación del recuerdo.

Así era, Tyler lastimosamente no sobrevivió, solo había muerto.

Estos últimos días había descubierto ser el tipo de persona quien al anochecer siente una gran adicción con las cosas paranormales y sangrientas, causando una guerra llena de peligros y noches de obscuridad. Pero, ¿qué estaba haciendo conmigo? O, ¿Quién estaba haciendo eso conmigo?

El agua de la tina ya se había enfriado por completo. Mis dientes castañeaban un poco gracias al frio que entraba desde mi ventana. Solo un pequeño rayo de sol parecía entrar por allí siempre. Era la única luz que entraba en el baño. Mi madre había mandado a quitar los bombillos de la habitación pensando que de noche al mirarme al espejo iba a golpearlo nuevamente, justo como hoy. Digamos que el pequeño rayo de sol se quedaba junto a mí mientras me bañaba.

El calor de mi propio cuerpo aumentó al percibir la tibieza de este. Toque mi cabello lacio, que cae hasta mi cintura. Estaba mojado, en efecto. Me moví con suma lentitud y me quedé sentada percibiendo el calor que necesitaba.

Una voz retumba -No hay nada que puedas hacer- Volteo a ver enseguida, era Ethan.

–Tal vez pueda pensar en buscarte un refugio, solo para ti. No será permanente, solo hasta que lo vea necesario.- dijo él nuevamente en tono preocupante justo después de verme como si no fuera una persona real, como si no fuera un humano. Bueno, y también por los amplios moretones de mis extremidades. Pero estoy segura que nunca lo hice bajo mi consentimiento. Y puedo decir que con certeza, ninguna de las cosas que he hecho ha sido con mi consentimiento.

-No quiero irme- le digo con dureza y me levanto de la tina para quedar frente a su escultura musculosa y firme. Ahora el único ruido eran las gotas que caían de mí vestido blanco. Si, así mismo, en el psiquiatra era tan normal bañarnos con nuestras batas blancas que me acostumbre a eso, pero ahora lo hacía con mí vestido de algodón que me había sido dado como regalo de bienvenida. Un muy acertado color diría yo.

-Sé que esto te asusta, pero no dejare que ellos te lleven, solo debes ser paciente y sobre todo no intentar ser la difícil- agarra mi rostro y siento su total y absoluta confianza.

A Ethan lo conocí en la biblioteca principal de Edimburgo. Por alguna razón él siempre se vio intrigado por los libros que solía leer. Algo así como seres de otro mundo y una infinidad de ocurrencias más. Todo tenía relación alguna, excepto el. Justo el día que mi cabeza casi explota y yo termino de enloquecer, Ethan decidió respaldarme de una manera casi inusual. Él siempre decía que no le temiera nunca a la oscuridad y a lo que venga de ella. De hecho nunca me pidió explicaciones de mis comportamientos extraños y él nunca me dio explicaciones de su ayuda. Así que fue un trato justo. La última vez que lo vi me dijo que se iba a mantener alejado, pero con los ojos muy abiertos. Desde ese entonces he vivido preocupada y alterada en un alrededor tenue y frio. Con la esperanza de encontrar un significado a mis sueños, quienes dejaban en ellos mensajes los cuales se reproducían en mi mente por horas, o por días. Asustando y desvelando la realidad. ...

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