Comienza el viaje

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Rosa no había podido dormir anoche, pero el cansancio era en lo ultimo que pensaba cuando apenas podía creer que estaba en la Estación Espacial Central, ese lugar del que tanto había oído hablar y que no había imaginado que podría pisar algún día. Maravilla de la civilización, corazón de la actividad interplanetaria, lleno de historia y sin fin de actividades a todas horas para aquellos que pudieran costear su precio. Todo a su alrededor era brillante y nuevo, como si se tratara del centro comercial de la capital de su pais natal, y aunque era un lugar que no era ni por asomo barato o de fácil acceso se encontraba mas atestado de lo esperado, con flujos de gente que iba y venia como corrientes por los pasillos, contemplando las vidrieras y cargando con bolsas de todos colores y marcas.

Rosa no era una persona ni de lejos pudiente pero eso por si solo no la hubiera frenado si cualquier otro día la dejaban suelta por la zona, pero lamentablemente iba con un tiempo muy justo para ponerse a curiosear, estaba por trabajo, y no podía darse el lujo de llegar tarde a su primer día.

-¡Rosa!-

Se giró hacia el grito y sonrió.

-¡Violeta!-

Su vieja amiga de la universidad venia corriendo con tantas valijas y libros como le era humanamente posible cargar. Avanzando a los empujones, tropiezos, y soltando maldiciones por los golpes en las piernas que se daba en un intento por mantener el equilibrio. Rosa, a pesar de estar algo cargada, hizo lo posible por evitar que ella se cayera de lado cuando un transeúnte especialmente grosero la empujo para abrirse paso.

-¡Ah, gracias!- mira hacia donde se fue -¡Imbécil!-

Rosa hizo lo posible por contener su risa, pero era complicado.

-¿Podrías dejar de reírte y ayudarme con alguna? Muchas de estas cosas son tuyas-

Consideró decirle que las estaría cargando si ella tuviera la costumbre de devolver las cosas en tiempo y forma, algunos de los libros que estaba llevando eran seguramente prestados desde hace años, pero decidió callarse y tomar una de las mas complicadas. Violeta era una persona algo compleja, el tipo de ser que si fuera legalmente posible se casaría con su trabajo y se divorciaría de cualquier tipo de organización, pero no es que este siempre trabajando, porque con ella cerca muchas veces se encontró mas desconcentrada y tonteando que trabajando.

Más de una vez le llamó mala influencia por ello, para diversión de Rosa.

-Me alegra ver que hayas llegado, me preocupe cuando escuche que tu salida iba con retraso-

-Seh, pero nada grave, se resolvió antes de lo que pensaba y todo fue perfecto ¿Qué tal el tuyo?-

-Normal, me maree un poco durante el despegue, pero de resto bien- mira la hora en su reloj -Mejor corremos, no sabemos cuanto nos tomara encontrar donde esta nuestra nave-

En esfuerzo conjunto el par de amigas empezó a medio arrastrarse por la estación, viendo desde naves turísticas con destinos en el sistema solar, hasta otras cuyos destinos son otras estaciones espaciales que orbitan en soles vecinos. La que ocuparían, sin embargo, estaba en la parte más alejada, zona generalmente restringida al publico general y ocupada por naves militares y de mantenimiento.

-Mucha gracias, señor-
-Un placer, que tengan buen viaje señoritas-

Se despidieron del amable guardia de seguridad y, aunque fue mas tarde de lo que sería preferible, la nave aun no había partido y eso era lo importante. Ahí parados, y alistando los últimos detalles seguramente, se encontraban los otros miembros de su tripulación. Parecían algo agitados, pero se relajaron visiblemente al verles.

-¡Rosa, Morado, al fin llegan!-

El jefe de la misión, un hombre que prefería que se dirigieran a el simplemente como Rojo, las vio acercarse e hizo un gesto para que Azul y Verde Oscuro se acercaran a ayudarlas a poner las cosas con el resto del equipaje.

Impostores entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora