La mañana

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La mañana empezó a las 0800 horas como es lo habitual, pero para los pobres tripulantes a bordo del Skeld se sintió como si tan solo fueran las 0500. Morado sentía como si varias capas de plomo estuvieran en su trajes y sus ojos estaban con bolsas, pero después de todo lo sucedido ayer sus padecimientos no eran nada único ni especial, solo tenia unas heridas, pero eso no era capaz de frenarla.

Había logrado dormir al menos cuatro horas seguidas gracias a Rosa, que le permitió pasar la noche con ella en su cama para así minimizar el riesgo de que volvieran las pesadillas. Aun si lo de ayer les llegaba a meter en problemas lo valía, era un alivio tener pruebas claras y contundentes de que ella no fuera la impostora, de que había una persona en esa nave en la que realmente pudiera confiar... además de Cian, que no podría haberse hecho semejante daño a si mismo. Había sido terrible, todo el asunto se desarrolló como en una película de horror, no sabia en que maldito momento se había ido en dirección opuesta a la que se suponía pero entre pasillo y pasillo acabó en los Motores. Violeta había estado pensando en volverse por donde vino cuando escucho ruidos que, aun sin ser experta en motores, sabia que no debían ser buenos.

Escuchó un grito, y siguiendo el sonido se encontró a Cian sangrando y aprisionado contra la pared, luchando por quitarse de encima una cosa enorme e indefinida que lo rodeaba como una jaula de metal. Morado solo actuó por puro instinto, ni siquiera lo pensó cuando tomo la primera cosa que vio, un tubo de metal, y se lanzó en su ayuda. Si la cosa le había oído llegar o estaba muy distraída con Cian para notarla nunca lo supo, pero el golpe que le dio con el caño fue suficiente para romperlo y darle, de paso, un extremo roto pero agudo y afilado de metal que usar de lanza. Lo apuñalo una, dos, mas veces hasta que consiguió que lo soltara y que pudieran correr juntos hacia el pasillo, pero no importa que tan rápido fueran, la cosa que les bloqueo la salida lo fue mas y los acorralo en Reactor. 

Y de allí la cosa quedó en luchar o morir.

Apenas pudo ver algo durante el enfrentamiento, su tablet se había caído de su bolsillo con la linterna encendida y ella solo apuñalaba a cualquier cosa que se moviera cerca, pero llegó a distinguir muy apenas por la luminosidad la sombra de tentáculos y dientes muy afilados con los que tuvo y probablemente tendría muchas pesadillas a futuro. Cuando Cian fue azotado contra el reactor y quedo fuera de combate Morado creyó que iba a ser la siguiente. Estaban servidos, ahora era ella sola contra ese monstruo, pero gracias a dios a la cosa tampoco le había salido gratis ese enfrentamiento. Estaba debilitado, sangrando, retrocedió y entonces se desvaneció en la oscuridad como si nunca hubiera estado ahí. De resto los demás recuerdos son confusos, ella solo sentía cualquier toque o sonido como una amenaza, y para cuando su cerebro volvió a funcionar estaba en Ala Medica aferrada a Rosa como si fuera su balsa salvavidas.

Estaba tan preocupada y angustiada, pero todo ese calvario había valido la pena al final porque al menos Cian vivía, y hubiera valido aun mas la pena si durante la Reunión de emergencia que hubo después alguno de los tripulantes hubiera llegado lastimado sin razón aparente. Pero no, no importó que tan minuciosamente los observara, todos los tripulantes parecían en perfecto estado salvo por ella y Cian. Lamentablemente si aquella cosa, el agirtyx, tenía alguna clase de capacidad regeneradora superior a la humana, estaba jodida si esperaba poder reconocer a su atacante usando lesiones. Bueno, un tip mas que agregar a la lista de razones por las que estaban en graves problemas con ese bicho cambiaformas en la nave.

-Y... listo, ya está-

Negro presionó el algodón que Blanco dejó en su brazo e hizo un gesto a su compañero para retirarse, no sin antes volver a colocarse su guante derecho y ponerse su casco. No tenia una buena cara, aunque por lo que le habían dicho, esas ojeras que tenia en su pálido rostro eran como parte de él.

Impostores entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora