Siento tu ausencia y presencia continua, hace ya tiempo que te fuiste, pero mi alma jamás te abandona, fuiste mi refugio y mi cobijo, agradeciendo a Dios todo lo que me diste, y lo que pude disfrutar de ti.
Aprendí a vivir tu ausencia, y a caminar sólo con tu recuerdo, agradeciéndote la paz y el sosiego que me diste, fueron más de veinte años de soledad, pero me enseñaste a continuar, a querer, y a amar.
Siento tu imagen, y tu voz cuando más lo necesito y me ayudas a esquivar los baches del camino, aunque yo no lo note se que estas ahí conmigo.
Me dijiste adiós muy joven, pero parece que me duraste cien años, me diste todo lo que pudiste ningún reproche, ningún desaire, al contrario todo lo que me diste fue Amor, y sacrificio.
Te pido que estés siempre ahí, lo necesito, y cuando al final te encuentre, te pueda decir tantas cosas que no te dije, gracias por todo madre mía, para mi fuiste la mejor, y la que mejor me entendió.
Quiero que sepas que siempre te quise, quizá no fui el mejor hijo, pero para mi fuiste mi mejor tesoro, y estas guardada dentro de mi corazón.