|Capítulo 8|
Capítulo 8: Los ojos rojos también se derriten.
Dentro de la Familia Charlotte —que era una de las más poderosas ahí— sin duda el más poderoso y terrible era Katakuri, quién entre todos ellos calzaba mejor el título de Grande. Luffy lo recordó entonces, cuando lo vio presentarse con esos aires aterradores alrededor y el brillo rojo en sus ojos, la voz de Bon-chan en su memoria diciendo que el tal Katakuri era un verdadero monstruo. Sin duda eso lo puso un poco incómodo, pero no lo suficiente como para dejar de lado la pregunta en su mente.
— ¿Qué pastel? —preguntó con una ceja curvada, los ojos sin caer todavía en lo que se refería.
Katakuri, tan alto que el cuello de Luffy empezaba a doler en su cercanía, estrechó los ojos con peligrosidad, asesinato escrito en todas y cada una de las partes de su gesto. — El pastel que me iba a comer hoy en mi merienda. —dijo, y añadió—. Los cocineros dicen que no fue su culpa, que tú llegaste y te lo comiste sin más. —entonces el cerebro del otro pareció reaccionar.
— ¡Oh, conque ese era tu pastel! —exclamó—. Siiii... Me acuerdo de ese pastel, ¡me lo he comido esta mañana y estaba delicioso! —soltó con una sonrisa—. Sanji dijo que podía comerlo, pero no sabía que era tuyo... Warii. —respondió, y se sujetó el sombrero mientras soltaba un shishi. Le comentó amigablemente al otro como tenía regustillo como a mochi, y un montón de cosas que los demás miraron horrorizados.
Katakuri tenía el rostro ensombrecido y casi oculto, y no hizo ni comentó nada mientras Luffy charlaba y babeaba sobre su perdido pastel, dándole codazos, tocándolo casualmente, y sonriendo como un niño estúpido. Sus hermanos tras de él sintieron su aura de oscuridad propagarse a la vez que, con una de sus manos, empezó a acechar la cabeza azabache.
La enorme mano enguantada del hombre se cernía sobre Luffy cuando la sirena sonó, y todos fueron llamados de vuelta a sus labores. Retiró la mano antes de que el Sombrero de paja se diera cuenta, y se dio la vuelta para dejar el lugar.
Luffy le gritó desde la distancia que conseguiría un nuevo pastel para él, que tenía enchufe con Sanji, que era un tipo agradable en el fondo, y un montón de cosas más que lo hicieron seguir con el rostro oscurecido, nadie viendo qué expresión estaría poniendo. Pero sus hermanos, los mellizos y el mayor, sabían que ese silencio y esa atmósfera muerta y fría a su alrededor era mala señal. Para ellos, eso no acabaría allí.
* * *
El invierno había empezado apenas dos días atrás, y ya parecía empezar a notarse. Impel Down estaba en un lugar en el que en sí las estaciones, el tiempo, y el paso de las precipitaciones o las temperaturas era completamente diferente a lo ordinario; era complejo, sin precedentes, antinatural..., el clima en esa zona justa podía ser un día caluroso como si fuera en mitad de un desierto, o podía nevar y tener una helada como si estuviera en la montaña más alta o en el mismísimo polo norte. Por eso, el calor abrasador de dos días atrás, empezaba a formar una nubla de niebla helada. La Navidad, también, estaba a la vuelta de la esquina.
El frío quedaba afuera, su dureza empañando los cristales de la biblioteca donde los hijos de Shirohige se encontraban en ese momento. Era hora de trabajo para todos los presos, y en ese momento el cuarteto formado por esos que una vez fueron el grupo de un Grande habían sido colocados en la biblioteca para ordenar los libros y recolocarlos según el orden necesario. O bueno, eso era lo que se suponía que deberían estar haciendo en vez de fumar en un punto ciego para los guardias. Se pasaron el tabaco barato y se recostaron contra las estanterías de libros. Ace se sacó el cigarro al decir:
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Imperu Down | All x Luffy
FanfictionMonkey D. Luffy, un muchacho de pueblo buenazo e inexperto y de apenas 19 años acaba metido en la cárcel cuando su abuelo huye a una isla paradisíaca del Pacífico y le deja endeudado hasta los cojones. Una gran deuda para la que, legalmente, había d...