|Capítulo 9|
Capítulo 9: Por la noche despiertan las bestias.
Trafalgar D. Water Law era su nombre completo: 'D' un apellido con misterio desde antaño, 'Water' nombre significativo que le perteneció una vez a su difunta madre, y 'Law' porque su padre siempre quiso que su niño creciera siendo justo, creyendo y respetando las leyes de su país de embrujo. Todas las partes de su existencia hoy, en cambio, lo mortificarían si de verdad hubiera sido tan bueno como para merecer ese nombre.
Creció en un internado lejos de sus padres, por lo que no pudo encariñarse demasiado con ellos dadas las circunstancias y su natural frialdad entorno a las relaciones sociales; en el internado, de la misma manera, fue un crío solitario. Solitario sí, pero no triste. Desde pequeño no le interesó relacionarse con nadie y tuvo ya muy avanzada una anormal curiosidad por todo lo que envolvía a la muerte. Esos intereses antinaturales y terroríficos, como los llamaron el resto de críos allí, lo iniciaron más tarde en la medicina.
Empezó a estudiar por su cuenta con libros prohibidos y robados de la antigua y centenaria biblioteca del caro internado inglés, en ese momento de su vida fue cuando empezó su inclinación usual a desarrollar ojeras, cosa que perduraría hasta este momento y nunca se separaría de él. Leía todo tipo de cosas, pero sobre todo se interesó por todo lo que se relacionaba con extirpar, o rebuscar en cadáveres, o cualquier nimiedad que pudiera pasar ante los ojos cuerdos por pecado capital. Ese miedo del Averno que consumió a sus profesores, años después tomó forma cuando Law mató a uno de los perros y lo abrió en canal para estudiarlo.
En el juicio se le atribuyó a un brote infantil que nada de turbio tenía, y aunque nunca se olvidó el incidente, nadie volvió a prestarle atención. Para cuando tuvo dieciséis años cumplidos, ya era tan entendido en el tema y tenía un porte tan profesional que no fue para él necesario el si quiera cursar en la universidad, ni tener un tiempo de prácticas. Salvó a unos cuantos tipos en un país en desarrollo de una enfermedad sin cura y ominosamente mortal, y su fama se extendió por todo el mundo por su capacidad innata de hacer trasplantes de corazón sin esfuerzo. Le llegaron a llamar genio, incluso.
Pero para Trafalgar no había nada de divertido en ello, y sí, eso es lo que era la medicina para él, diversión. Cuando se dio cuenta de que las fronteras y los límites de la moral y la ética no le dejaban seguir con su tenaz obsesión algo dentro de él se rompió, y jamás volvió a ser el mismo. Puede que enloqueciera, pero nunca lo demostró, por lo que nadie sospechó que ese joven y talentoso cirujano pudiera ser en verdad el monstruo sediento de sangre que de hecho fue. Su placer lo cegó y pronto hizo tratos con la mafia para robar órganos de sus pacientes indefensos y venderlos en el mercado negro a cambio de ratones de laboratorio.
O cómo a él le gustaría precisar: humanos vivos con los que experimentar.
A partir de ahí nació el sobrenombre en el bajo mundo de 'Cirujano de la Muerte', el cual le quedó que ni pintado. Era sádico, burlesco, no sentía culpa alguna, se sintió tan realizado que cuando la policía irrumpió en su casa, y lo pilló en mitad de una de sus sesiones de tortura para conocer el interior de un ser humano todavía vivo, solo dejó el bisturí, levantó las manos, y sonrió soltando un yare, yare que pasó a la historia. A esta edad, con veintiséis años, causó un revuelo cuando fue recluido en la cárcel de seguridad máxima de Impel Down, sonriendo siempre con esa sonrisa torcida suya, sus ojos grises destilando el olor a sangre y a la locura que desprendería un verdadero médico loco. Ese era el Trafalgar Law de verdad, el que todos ahí conocían.
ESTÁS LEYENDO
Imperu Down | All x Luffy
Fiksi PenggemarMonkey D. Luffy, un muchacho de pueblo buenazo e inexperto y de apenas 19 años acaba metido en la cárcel cuando su abuelo huye a una isla paradisíaca del Pacífico y le deja endeudado hasta los cojones. Una gran deuda para la que, legalmente, había d...