-Capítulo 9-

399 40 10
                                    

Norman se encontraba feliz luego de que sus amigos lo visitaron. Aun así, se sentía culpable por las actitudes de su padre. Se renegaba por llevar este tipo de vida tan cautiva, ni siquiera podía salir a jugar o pasear como los demás niños.
Harto se encontraba ya de la situación, y también por el estado de su salud.
Odiaba enfermarse, odiaba ser débil y más que nada odiaba su apellido el cual lo único que ha hecho es hundirlo más y más en la soledad.

Pero, la amistad que tenía con Emma y Ray era su única salida. No tenía ni idea de cuantas veces batalló con su padre para que aceptara su amistad, tras constantes súplicas y discusiones finalmente logró convencerlo, eso sí, bajo sus condiciones.

La fiebre había bajado un poco, así que se levantó de la cama y ordenó un poco de té caliente para degustarlo junto con las donas que sus amigos le habían obsequiado.

Dio un pequeño sorbo y luego procedió a ingerir el bocadillo repitiendo esto hasta terminar un par de donas.

- ¿cuándo fue la última vez que pude degustar esto? No tengo idea, pero, Ray, Emma gracias.

Una sonrisa se dibujaba en su rostro ojeroso, así que aprovechó su estado de ánimo y revisó sus textos escolares tal y como lo había explicado Ray.
Empezó por Matemática, unas ecuaciones las cuales el las acabaría en tan poco tiempo, pero sin darse cuenta, su padre había entrado a la habitación y pudo observar en su escritorio la comida que ese par le había obsequiado.

- ¿De dónde sacaste eso?

-¡Pa- pá! ¿Pero por que... tu entras sin permiso a mi habitación?

-Eso no importa, ¿de dónde sacaste esto? Aunque al ver tu cara, ya se de quienes podría ser. Cuantas veces te lo he dicho Norman, tú no debes ni puedes aceptar cosas insignificantes. ¡peor aún dulces!

- ¡pero son mis amigos! Replicó el chico. Unas lágrimas de sus ojos comenzaban a brotar.

- ¡Y son mis reglas! Así que debes obedecerlas, además tu eres enfermo no puedes darte el lujo de comer comida chatarra. Dame eso.

- ¡No lo haré!

-No te lo estoy preguntando. El hombre tomó la pequeña caja de donas las tiró en el piso y de inmediato las pisoteó.

- ¡Esto es basura, tú no debes comer absolutamente nada de dulces, despediré a la empleada!

-Pa...pá eres... detestable susurró mientras el hombre abandonaba su habitación.

-¤-

Emma quién se encontraba feliz después de visitar a su amigo, esta se había quedado dormida en el hombro de Ray mientras estaban en el autobús. Él quería hacerla a un lado pero no podía, al verla dormida de una manera tan dulce, le vino a su mente el pequeño beso robado que este le dio mientras la dejaba en su habitación.
Se maldecía en silencio por no ser lo suficiente valiente para declarar su amor, ya que ella siempre lo seguirá viendo como su hermano.

Ya a unas cuantas cuadras para llegar el azabache la sacudió un poco.

-Emma.... ya llegamos.

- ¿R- ray...?

-Sí, despierta tonta. Ya estamos por llegar a casa.

Emma abrió lentamente sus ojos, bostezo un poco y de inmediato se separó del azabache.

- ¿Yo me dormí en tu hombro?

-Sí.

-Pero. ¿por qué no me despertaste?

-No quería hacerlo, eso es todo. Además, ya llegamos así que vámonos.

- ¡Raaaaay! Por qué siempre me dejas hablando sola. Chilló fastidiada. Se bajaron del autobús y llegaron finalmente a casa. Alfred tenía la cena lista esperándoles junto con dos personas más.

Amor de Infancia [rayemma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora