-Capítulo 8-

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Al finalizar la jornada escolar, Emma y Ray fueron a una pequeña panadería del centro de la ciudad, querían obsequiarle donas a su mejor amigo, favoritas del albino, pues  Emma no estaba convencida de  simplemente ir con las manos vacías, eso sería muy descortez de su parte.

Aunque Ray no estaba seguro si su buena intención era correcta, pues hace exactamente dos años atrás tuvieron una leve confrontación en casa de los Ratri. Resulta que era el cumpleaños número 10 de Norman, Ray y Emma fueron invitados a la fiesta de su amigo pero, a la hora de entregar su regalo al cumpleañero, su padre intervino, no le dejo aceptar lo que sus amigos tenían para el. Ratri tenía el ego en las nubes, sentía que Norman nadie lo merecía y mucho menos estar aceptando regalos de baja calidad, como él solía decirlo.

James estaba criando a Norman no como a un hijo, si no como a un heredero, una arma de negocios para sacar ventaja en la más mínima oportunidad.

Por su puesto que dichas acciones hicieron que Ray se enfureciera ya que Emma no paraba de llorar y Norman no podía hacer absolutamente nada, el se encontraba entre la espada y la pared bajo el cuidado del patriarca. Desde ese día, se puede decir que ambos han tenido una mala experiencia en casa de los Ratri.

—¿Crees que sea buena idea Emma?

—Tranquilo Ray, estoy segura que esto alegrará a Norman. Ya sabes que el no se resiste a las cosas dulces.

—Si pero, lo digo por... uhh Bien, entonces, vámonos.

Salieron del lugar y se dirigieron a la parada del autobús que los dejaría a dos cuadras de la residencia de los Ratri.

Entre ellos tres, el albino es quién mas enfermaba, luego le seguía Ray y rara vez Emma quién tenía excelentes defensas.

Llegaron a la mansión y la mucama salió a atenderlos.

—Buenas tardes, estamos aquí para visitar a Norman y entregarle su tarea.

—Por favor, esperen aquí iré con el señor Ratri para avisarles sobre su visita.

—Si, no se preocupe aquí esperaremos, respondío alegremente Emma, caso contrario a Ray que en su mente pasaba un sin número de cosas con las cuales el padre de Norman saldría en contra suyo.

—Amo, la señorita Emma y el joven Ray están aquí por el amo Norman, además traen su tarea.

—¡maldicion! Otra vez esos jodidos niños. Alina hazlos pasar y por favor no te olvides del protocolo de entrada y una cosa más, que NO le den nada de obsequios a Norman o cualquier baratija que venga de ellos.

—Así lo haré señor.

Salío del despacho del hombre y permitió la entrada de los chicos. Subieron las escaleras del segundo piso, caminaron unos cuantos pasos al frente, dieron vuelta a la izquierda y ahí estaba la habitación de su amigo.

—Por favor, ¿serían tan amables de indicarme sus manos antes de pasar?

—¿Eh... nuestras manos? Preguntó Emma.

—Sí así es, el señor Ratri me pidio que les ponga un poco de gel desinfectante. Espero que no les moleste.

Qué mierda dijo! ¿acaso cree que somos sucios o algo por el estilo" pensaba Ray mientras ponía una mueca.

—Ah.. No... no... para nada, esta bien, si eso quiere.
La pelinaranja indicó sus manos y regresó a ver a Ray para que este hiciera lo mismo, al verlo se dio cuenta de que estaba fastidiado, pero con mala gana terminó aceptando.

La chica colocó el gel en las manos de los chicos, estos dieron breves masajes en sus manos y antes de entrar, otra advertencia les explicó la mujer.

—Por favor, no se demoren tienen 15 minutos para hablar con el joven Norman además, no toquen nada de su habitación.
Por cierto jovencita ¿qué es esa bolsa que tienes en tus manos?

Emma ingenuamente contestó:

—Son unas donas para Norman.

—Oh... no no, el señor Ratri me dijo nada de obsequios, si quieres visitarlo, ¡dame eso!

—Pero, nosotros lo compramos para Norman, no para usted.
Ambas comenzaron a forcejar con la pequeña funda que Emma tenía en sus manos.

—¡Qué me lo des!

—NO... no lo haré, ya le dije que... esto compramos para Norman.

—¡basta las dos! Intervino Ray.  Emma dale la funda.

—Pero Ray.

—Si quieres visitar a Norman, haz caso a lo que dicen. De todas formas, no nos demoraremos. Así que, le encargamos a usted nuestros dulces. Despúes de todo, nosotros no somos nadie para darle algo a Norman o me equivoco señorita?

—Yo... solo sigo ordenes de mi amo.

—Entonces, nosotros seguiremos la suya. Deme esa bolsa, la dejaremos aquí en la mesa del hall y cuando terminemos de hablar con Norman, nos la llevaremos. ¿le parece?

—Esta... bien,  pero tan solo no se demoren. Compermiso.

La mucama les dejó en el pasillo, a lo que Ray aprovechó y sacó una caja de donas, exactamente habían comprado tres, por la cual las dos restantes las dejó en la funda.

—¿Ray que haces?

—No es obvio, tu de verdad quieres darle esto a Norman ¿no es así?

— Sí pero ¿Y las otras dos?

—Ah, esas pues nos las comeremos.

—¡Raay!

—No hagas ruido. El moreno abrió la puerta del cuarto de su amigo, entró a la habitación  seguido de Emma.

—Hola Norman, hemos venido a...—

—¡Normaaaan! Gritó la chica interrumpiendo al azabache.

—¡Ray! ¡Emma! Que... que están haciendo aquí.

—No es obvio, hemos venido a visitarte y a dejarte la tarea. Contestó Ray mientras cerraba la puerta del cuarto.

—Si así es, además te trajimos donas, mira Ray las escondió para que pudieramos dartelas.

—Chicos, gracias lamento si mi padre se puso pesado con ustedes dos, ya... saben como es.

—No es nada Norman, para eso están los amigos verdad chicos.

—"Sí amigos" respondieron los dos desanimados ante las palabras de Emma.




Amor de Infancia [rayemma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora