II

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Bajo el sol de la tarde de un jueves común, Baekhyun paseaba por el viñedo, deleitándose con el dulce aroma de la fruta tan cerca de madurar, y dejando sus pensamientos volar. Desde ese día en la fiesta cuando conoció al atractivo Conde Park, su espíritu estaba intranquilo y su mente le atormentaba creando fantásticos cuentos de hadas que perfectamente sabía nunca sucederían.

Las noches en su cama volvían esas imágenes, acariciándole la imaginación y llevándolo sin retorno a un mundo donde ambos podían amarse con libertad. Un mundo sin prejuicios. Esos mismos sueños le hacían acariciarse, tocar con sus dedos aquel lugar profundo jamás profanado, envolviéndolo en una dulce nube de placer que le cegaba por completo. El recuerdo de la ronca voz del Conde era suficiente aliciente para hacerle correrse copiosamente, gritando su nombre en medio de la noche.

Sin embargo, cada día al amanecer su caliente fantasía terminaba y su cerebro le recordaba aquellas certeras palabras que le dijo su hermano tras salir de la fiesta.

—Se cauteloso, Baekhyun. Recuerda que el Conde Park Chanyeol es un hombre igual que tú, y que como tal es recto y con una moral intachable a pesar de tener reputación de donjuán.

De moral intachable...

JongDae no juzgaba el estilo de vida que su hermano menor escogió siendo muy joven, de hecho, siempre se propuso protegerlo de cualquier peligro, y era por esa misma razón que le daba esa advertencia pues no quería verlo llorando tras la humillación si Park se enterase de que Baek no era más que Byun Baekhyun, un hombre con amor por los vestidos.

—Si bien se le da por enamorar a un centenar de damas, tengo miedo que en su afición por enamorarte a ti descubra que bajo tu vestido no hay algo diferente a su propia anatomía, y que, por tanto, se atreva a humillarte.

Baekhyun quiso decirle que era ya un hombre grande y que sabría defenderse, pero en su interior sabía que eso no era cierto. Le tenía miedo al mundo, a esa sociedad de intolerante y a las mordaces palabras que se usarían en su contra. Le temía a la vida sólo por ser diferente.

Aun así, tenía que admitir que su hermano pronto se casaría y, posiblemente, se alejaría de Byunsville. JongDae sería capaz de entregarle la propiedad entera con tal de que Baekhyun no sufriera necesidades, después de todo él bien podría buscar otro camino, pero para Baekhyun eso podría ser quizás más difícil.

Pensar en separarse era como imaginar la partida de tu valiente escudero, viéndolo partir al alba sabiendo que al atardecer no volverá.

Ese día por la mañana JongDae salió para concretar un importante negocio con su reserva de vino tinto del año pasado, de conseguirlo traería gran prosperidad a Byunsville. Baekhyun no supo con quien se reuniría en un lujoso restaurante ubicado en el centro de la ciudad, pero asumía que debía ser alguien muy importante.

Ya era de tarde y su hermano no llegaba aún, eso lo ponía vagamente ansioso, y por ello se encontraba en la plantación, era el único lugar que le calmaba.

—¿Gustaría comprobar que esos rumores sobre mis atributos son ciertos?

Recordó la pregunta que el Conde le susurró al oído durante el baile. Bajo una voz ronca que le erizó la piel y unos ojos brillantes que le traspasaron el alma.

Chanyeol parecía ser un hombre descarado, mas ese era otro de sus atractivos, lo despreocupado para soltar palabras comprometedoras sin que le afectasen en absoluto. Era como un juego, uno muy difícil que Baekhyun no lograba entender.

Su mente trajo de nuevo esa voz ronca a su mente e inmediatamente su cuerpo reaccionó. Al caminar sentía como su entrepierna se endurecía y se rozaba tortuosa contra la ropa, incluso sus pezones se irguieron clamando atención. Intentó disipar sus carnales deseos mirando a su alrededor, hablando con los trabajadores que regaban las plantas, mas nada parecía funcionar, no cuando su memoria se empeñaba en repetir esa noche, esa voz, ese rostro...

El romance trae vestido (Chanbaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora