XVI

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JongDae lanzó un profundo gruñido acompañado de un jadeo. Sus ojos cerrados se abrieron y bajando la mirada se encontró con el pequeño chef de la casa chupándole la polla. El jovencito de rodillas disfrutaba del sabor del otro, humedeciendo cuanto quería el falo para hacer más sencillo la entrada en su pequeño cuerpo. Estando escondidos tras unas matas de manzano, alejados del ruido y del festejo, se dejaron ir guiados por el licor y la tensión sexual. Ambos lo querían. Lo estuvieron anhelando por varios días luego de su último encuentro sobre la mesa de la cocina y ahora tenían el momento ideal para pecar de gula.

Byun tomó a Minseok del pelo y de un empujón envió toda su polla hasta el fondo. Minseok gimió y su restregó contra las piernas de su amante, ciego de necesidad y ebrio de deseo, rogándole en silencio por ser follado tan pronto como fuese posible.

Minseok sacó el pene de JongDae de su boca bajo un obsceno sonido y le dijo:

—Te necesito.

Una sencilla súplica que pudo fácilmente desquiciar a JongDae que tomó al pequeño hombrecito y lo levantó de la tierra, entonces empujó su cuerpo contra el árbol de manzanas frente a ellos. Las manos del mayor recorrieron con lujuria esas colinas dulces del curvilíneo cuerpo del chef, tocando sus pezones y bajando por su vientre hasta la húmeda intimidad que gozaba con su toque.

—¿Qué tanto lo quieres, pequeño? —preguntó JongDae en tono lascivo.

—Con desesperación.

JongDae siempre estaba feliz con las respuestas del muchacho, tan dispuesto a suplir sus más bajos deseos sin importar ni el momento, ni el lugar.

—Ngh.

Los dientes de Byun apresaron el cuello descubierto de Minseok dejando una profunda marca, otra para la colección que decoraba la piel de Minseok. Las manos del hombre bajaron el pantalón ajeno y se deleitaron con la suavidad de la piel de sus nalgas. Los callosos dedos de JongDae empezaron a palpar desesperados la apertura entre esas dos colinas, insertando uno a la vez, jodiendo ese apretado hoyo como quería hacerlo con su polla, mas debía prepararlo porque el cuerpo de Minseok nunca parecía estar lo suficientemente estirado para él y eso era tan malditamente delicioso-

—De prisa —gimoteó desesperado.

—Te haré daño.

—No importa, sólo..., te lo pido.

El sensual meneo de caderas del muchacho fue el mejor aliciente para JongDae que, aunque preocupado por la resistencia del jovencito, empujó su miembro a través del anillo de músculos, lentamente, gimiendo por lo apretado que era el muchacho. Un azote sobre el culo del muchacho resonó con fuerza y le hizo chillar.

—Mmgh. ¡Ah!

—Tan dulce —jadeó JongDae cuando su polla entró por completo, golpeando su cadera contra las blanquecinas mejillas del muchacho.

—JongDae, ¡oh, maldición!

Pero, sin saberlo estaban siendo observados por la prometida de Byun, Annette, que con disgusto y rabia escuchaba cada gemido salido de boca del joven chef, las palabras dulces que susurraba JongDae a oídos del otro. Toda la miel regada que Annette nunca podría si quiera tocar porque el corazón de su prometido le pertenecía y le perteneció siempre a otra persona. Eso, de hecho, lo supo desde un inicio cuando accedió al compromiso con JongDae. Una transacción comercial, la llamó él, como si no se tratara de una persona sino de un mueble. Cuando aceptó casarse con uno de los hombres más influyentes en Burdeos lo hizo también bajo la premisa de una riqueza que la aguardaba al final del pasillo, pero no esperó verse celosa del amor que le profesaba su prometido a otro. Un hombre, aún peor. Ella misma se consideraba una mujer lo suficientemente bella como para encandilar a cualquier hombre, pero tuvo que posar sus ojos sobre el único hombre que, de hecho, estaba completamente desinteresado en ella. Un insulto, así lo consideraba Annette, aunque pensó que con el tiempo la situación cambiaría y JongDae posaría sus ojos sobre ella. Empero, eso no pasó y sólo empeoró con el pasar del tiempo.

El romance trae vestido (Chanbaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora