VI

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Chanyeol debía aplaudir la sensatez y el buen juicio de Baekhyun siendo que estaba muy consiente que involucrarse con él era un momento efímero. Byun lo sabía y no dejaba de recordárselo a sí mismo, después de todo, no por nada los rumores sobre su corazón de hielo eran tan famosos como sus habilidades en la cama.

Aun así, Chanyeol no estaba conforme con esa respuesta. Se sentía como un vacío en el pecho y un revoltijo en el estómago. La inconformidad. ¿Acaso era su ego hablando y exigiendo el amor de Baek? Y si era así, ¿qué sucedería entonces? Chanyeol bien sabía que no podía ser recíproco, era imposible dados sus compromisos, pero ahí su corazón se agitaba al imaginar que esas semanas marchen a prisa y tenga finalmente que irse.

Era un lío, uno que ni él mismo entendía.

Y mientras ellos jugaban en un rincón de la bodega, JongDae y Anette yacían del otro lado del lugar, esperando a que la acaramelada pareja se dejase ver. El mayor de los Byun no estaba complacido con la desfachatez del Conde, mucho menos con la actitud de su hermano. Las advertencias de su parte eran ya completamente obsoletas a sabiendas de que Baekhyun seguiría su corazón sin medir las consecuencias.

¿No veía acaso el peligro que corría?

Chanyeol podía comportarse sumamente agradable, como un caballero de reluciente armadura, pero cuando descubriese el engaño su corazón se ensombrecería y no dudaría cobrar la humillación con otra. Exponer a Baekhyun ante la sociedad era uno de los mas grandes temores que atormentaban a JongDae.

Baekhyun tenía un corazón muy sensible que trataba de ocultarlo tras capas y capas de vestidos, y su hermano estaba seguro que una decepción amorosa junto a la humillación pública no podría soportarlo Baekhyun.

—¿Qué crees que sucederá cuando el Conde le levante la falda a tu hermano? —se burló ella en tono malicioso, con los labios húmedos de veneno.

—Eso no pasará —masculló él.

—¿No? —ironizó—. Tu hermano puede vestir de mujer, puede dejarse el cabello largo y puede ponerse maquillaje en el rostro, pero siempre será una vulgar-

—No te permito que hables así de él, Anette —cortó JongDae antes de que su celosa novia terminase de insultar a su hermano—. Quizás no te gusta el tipo de vida que lleva mi hermano y puede que se te revuelva el estómago al verlo como una mujer, sin embargo, querida, tu no eres ni un ápice mejor que lo que juzgas.

—¿Cómo te atreves a compararme con ese corriente remedo de mujer? —bramó Anette.

JongDae la miró con los ojos brillándole de ira, sus labios apretados como si no quisiesen dejar salir todo lo que de su prometida creía. Sin embargo, esa mujer estaba soltando afrentas en contra de su pequeño hermano a diestra a siniestra y eso no lo iba a dejar sin castigo.

—Usa vestidos, lleva el cabello largo y se maquilla, hace todo eso a pesar de no ser una mujer, y ahora está con un hombre cuya reputación ha movido más que el corazón de Baek, también te ha calentado a ti —farfulló—. Él sabe lo que hace y sabe también como tu y yo que no puede dejarse llevar por un momento de pasión o terminará bajo la luz incriminatoria de la sociedad.

Anette miró a su prometido con las mejillas rojas, calientes como las llamas de su disgusto, además de ser descubierta en sus deseos por el atractivo Conde.

—Tú eres mi prometida, Anette, y aún así te has interesado como una ramera por Park Chanyeol. Seguro estoy que si pudieras tu también te dejarías alzar el vestido por él, ¿no es así?

—No —le gruñó cínica pues sabía que lo que el otro decía era la más clara verdad.

—Permíteme entonces recordarte cómo te conocí —murmuró contra el oído de la mujer—. Estabas perdida en la ebriedad, tendida sobre el piso de la casa de Antoine Baudin y con la ropa hecha tirones. Y cuando me comprometí contigo lo hice porque tu padre favorecerá a mi negocio, además de tomarte como un favor. ¿No recuerdas que por tu dudosa reputación ningún hombre quiso comprometerse contigo?

—Eres despreciable. Si no quieres pasar la vida conmigo, entonces...

—Oh, querida, ¿y tú quieres pasar la vida atada a un solo hombre? Ni tu lo quieres ni yo tampoco. Pero, creo yo que para ti es más difícil dejar ir a ese sinnúmero de hombres que esperaban pasar una hora contigo en la cama y luego desecharte como basura.

—No obstante, mi amado JongDae, ese es el mismo destino que le aguarda a tu hermano, ¿o piensas que habrá sobre la tierra un hombre que respete a otro que goza de vestirse como mujer?

—Probablemente no, pero no será por ti por quien el mundo se entere de ello, ¿te ha quedado claro, mon cheri? Así que espero dejes esos mordaces comentarios a un lado si no quieres que yo de los míos sobre ti.

Ese mismo día por la tarde, cerca de rayar el ocaso, Anette se marchó de Byunsville bajo una máscara de felicidad, una encantadora sonrisa que únicamente servía para cubrir su disgusto y la humillación aún reinante.

Resultaba como si una nube negra se disipase del cielo que cubría la casa, al menos Chanyeol lo sentía así. Esa tarde, JongDae se ocupó de algunos problemas en la fermentación de los vinos, mientras tanto, Baekhyun se ocupó de darle un recorrido al Conde por las zonas menos conocidas de la propiedad. La primera parada fue el cristalino río que bordeaba la propiedad.

—Sencillamente hermoso —comentó anonadado por la belleza del agua y sus bordes verdes, con flores silvestres a su alrededor.

—Es un lugar muy pacífico y encuentro siempre grato pasar las tardes aquí.

—Entiendo que aquí nació otra flor, tú, mi pequeña Baek —él dijo coqueto.

—¿Nunca se le acaban los halagos, Conde? —preguntó Baekhyun con una sonrisa agraciada en los labios.

—Nunca si mi fuente de inspiración está tan cerca —contestó confiado, tomando a Baekhyun por la cintura hasta apegarlo contra su cuerpo. Un choque ansioso y lujurioso, tal cual quisiera sentir la tersa piel de Baek contra sus dedos y el vestido fuese fastidioso.

—... Usted es... un hombre fascinante.

—Usualmente las mujeres esperan a conocerme desnudo antes de catalogarme como fascinante.

—Yo no aspiro a conocerlo desnudo, pero sí conocerlo a profundidad. Su carácter es una dualidad atrayente, siempre tan serio, pero con una coquetería curiosa, y bajo todo ello aún puedo ver una singular dulzura.

—No puedo considerarme a mi mismo un hombre dulce.

—¿Por qué no? Yo podría jurar que con la persona correcta esa dulzura afloraría como la vid en junio.

"¿Y si fueses tu esa persona, te arriesgarías con un hombre como yo?", quiso saber Chanyeol mas su pregunta se quedó colgada de sus pensamientos.

—Eres tan diferente —murmuró el Conde aproximando sus labios a los de la bella joven—. Siempre que te miro no sólo encuentro la belleza de tus rasgos, sino una inigualable pasión al hablar.

—Soy más diferente de lo que cree —dijo con pena cargada en la voz—, y eso nunca será digno de admirar.

—Que la sociedad no opaque tu voz, cheri, que por la intolerancia del mundo es que la felicidad es un ideal inalcanzable.

—Pero sé que usted tampoco aceptará cuan diferente soy, y me aterra enseñarle lo que de mi todo el mundo ha de juzgar.

—Pruébame, después de todo, no soy todo el mundo.

¿Sería eso posible?

Chanyeol parecía realmente querer saber aquel secreto oscuro que aquejaba a Baek, ansiaba saberlo como si la verdad realmente volviese libre a las personas, sin embargo, no era así, la libertad te podía cortar las alas con la misma espada con la que se suponía debía cortar la cuerda que te ata a la tierra. Su amado Conde sería el portador de esa mortal espada.

—Me odiará —resolvió, negándose a dejarse ver tal cual su cuerpo era.

—... ¿Quieres saber mi secreto? —preguntó Chanyeol, acariciando son sus labios la mejilla de Baek—. Siempre he tenido miedo de amar a alguien, de volverme un idealista del amor y olvidar que la vida muchas veces está teñida de negros y grises, y la verdad es que en este preciso instante siento miedo contigo.

El romance trae vestido (Chanbaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora