IV

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El cocinero depositó la leche caliente y los bollos de canela sobre una charola que esperaba la presencia de las sirvientas para ser llevada hasta la mesa. Minseok, un joven de estatura mediana, complexión doble y rasgos finos, era el chef de la casa desde hace varios años. Vivía en la misma casa siendo que Baekhyun lo tenía en gran estima, a diferencia de la mayoría de empleados que estaban instalados en la otra construcción. Con quien quizás no tenía la mejor relación era con el mayor de los Byun, JongDae.

Para el chef, su jefe era..., un regalo del cielo, pero como todo regalo del cielo no podía ser conseguido simplemente. Byun JongDae era completamente encantador, así como heterosexual, además de estar comprometido con una hermosa doncella adinerada.

Un amor imposible.

Quizás, en realidad era un gusto unilateral más que un amor de verdad. Por supuesto, nunca intentó acercarse al hombre a sabiendas que lo rechazaría, en el mejor de los casos. JongDae era un caballero y muy galante, incluso con él, demasiado amable para el frágil corazón del cocinero.

Sus sonrisas, su cariñoso trato, todo, todo le llevó a creer que realmente podían... Sin embargo, estaba equivocado pues JongDae sólo estaba siendo amable, no demostrando un particular interés por él.

Y frente a él estaba la prometida de su platónico, dando órdenes cual si fuera la dueña de Byunsville. Esa mujer no tenía ni filtro ni vergüenza al momento de dirigirse a los empleados de la propiedad. Minseok estaba acostumbrado a escucharla dando alaridos y quejas por doquier.

—El desayuno debería estar ya listo —chilló ella—, ¿qué lo está retrasando?

—Sólo falta la baguette, madame —respondió Minseok en voz calma.

Ella resopló insatisfecha, por supuesto, molesta al no conseguir que las cosas marchasen a su ritmo.

La mesa estaba puesta y los platos servidos, a penas unos detalles faltaban para que todo estuviese perfecto. Siendo las ocho de la mañana, Baekhyun y su hermano bajaron al comedor a desayunar en medio de una interesante plática que fue interrumpida por el efusivo saludo de la mujer.

—¡JongDae, cariño mío! —Saltó ella contra el cuerpo de su amante.

—Oh, Annette —jadeó JongDae ante la imprudencia ajena—. Buen día.

—Buenos días, Anette —saludó Baekhyun con una seria sonrisa, más por cordialidad que por gusto.

—Ven, Dae, el desayuno está delicioso —dijo, ignorando el saludo que su cuñado le dio.

—Buenos días —saludó Chanyeol, ingresando en el comedor. Sus ojos viajaron directo a la desconocida mujer que abrazaba impetuosa el cuerpo de Byun JongDae, asumió sería su pareja, e inmediatamente de restarle importancia al asunto, sus ojos se clavaron embelesados en la figura de Baekhyun—. Luce encantadora, señorita Baek.

El romance trae vestido (Chanbaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora