Capítulo Doce

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Sabrina estaba sentada al lado de Silvia, quien no le quitaba el ojo de encima. No es que sospechara de ella o le cayese mal, todo lo contrario, era una chica muy amable que había caído muy bien  a todos en el equipo, incluso a Jim, que era un poco siniestro, o a Jude, que siempre era tan silencioso y frío. Lo que hacía que la observase era otra cosa totalmente diferente. Ella había visto a Axel cambiar de actitud cada vez que Sabrina estaba cerca, se volvía más dulce, más abierto con la gente, y Sabrina, ella lo miraba, tal vez sin darse cuenta, y no le quitaba el ojo de encima. Entre ambos había algo, algo que ella no sabía describir con palabras

Silvia estaba segura de que entre ellos dos surgiría algo. Lo presentía. Y se sentía feliz por Axel. Tras todo lo que había sufrido con lo de su hermana se merecía eso, alguien que lo quisiese, o que estuviera dispuesto a hacerlo.

La vio dar pequeños saltitos mientras veía al Kirkwood entrar en el campo. Ahí estaba Malcolm. Su otro amigo de la infancia. Había cambiado todo tanto, antes jugaban juntos y ahora se enfrentarían a él. Pudo apreciar cómo Sabrina se tensaba al ver a los trillizos Murdock y cómo Axel apretaba con fuerza los puños. 

–¿Estás nerviosa? –Le preguntó, llamando la atención de la chica– Vas muy guapa, por cierto.

La aludida la miró. Por un momento no sabía que decir. "Un gracias por lo menos no estaría mal", le instó su conciencia.

–Gracias y sí, un poco, es que... es mi primer partido de fútbol –le explicó con una sonrisa llena de nervios.

–Te gustará –le prometió con una sonrisa dulce, mirando a los chicos entrenando–, ya lo verás.

Sabrina sonrió, confiando en ella. Desvió de nuevo su vista al campo, donde ambos equipos estaban terminando de calentar para el partido. En ese momento, algo captó su atención. Era uno de los trillizos. Le... Cerró los ojos, avergonzada. Le estaba lanzando guiños y besos. Obviamente con la intención de incomodarla y hacer que los chicos se enfureciesen.

Esperaba con toda el alma que el Raimon ganase y así perder de vista a esos tres, para siempre si podía ser

–Van a enterarse de lo que es bueno –murmuró Axel mientras dejaba la chaqueta en el banquillo

Sabrina lo detuvo por el brazo cuando vio su mueca de enfado. Parecía que iba a entrar en una pelea

–Sigue con el calentamiento y olvídate de ellos –murmuró, pero ni él ni nadie del equipo iba a dejarlo pasar

–Lo que están haciendo no está bien, ni como jugadores ni mucho menos como personas

–Eso, nadie se merece que le traten así y menos tú

–Oh, Timmy, eso ha sido muy bonito –murmuró agradecida Sabrina mientras le revolvía el pelo

–Mi madre siempre dice que a las chicas hay que tratarlas con respeto –replicó orgulloso, provocando que los demás asintieran

–Vosotros no debéis preocuparos. Ellos no harán nada y tampoco podrán hacerlo. No delante de todo el público y las cámaras.

En ese momento, Marvin lanzó un balón con mucha fuerza en su dirección. Cuando quiso darse cuenta, Erick se había interpuesto entre ella y la trayectoria del balón. Afortunadamente, lo paró con el pecho con mucha facilidad

–Casi te da –murmuró Steve, preocupado

–Por la trayectoria y la fuerza, yo diría que iba directo a su cabeza –argumentó Willy, colocándose las gafas con aire sabiondo

Erick cogió el balón con las manos y apretó la mandíbula. Había tirado a doler, a hacerle daño. Eso no era ni medio normal.

–Esto no se quedará impune

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