11.

56 9 11
                                    

Su revelación me dejó perpleja en mi lugar.

Algo me decía que me había puesto pálida en mi lugar. ¿Mark tenía un hermano? Eso no lo sabía y la bomba me llegó tan inesperadamente que tuve que tomarme unos segundos para procesar lo que me había soltado.

Segundos en los que él se ha la dedicado a observarme con curiosidad, lo que me llevó a pensar que él no sabía nada sobre lo que tuve con Mark.

Nunca, desde que conocí a mi exnovio, lo había visto con un hermano, o siquiera lo había mencionado. Por eso tanto desconcierto de mi parte. Más cuando estaba con Sander, – su hermano – en mi casa y en mí estaba despertando ese sentimiento de atracción que me era inevitable sentir. Cada palabra que salía de su boca hacia que mi estómago se revolviera. Su mirada cautivante hacia que mi piel se erizara. Su cabello negro azabache me daba ese instinto de querer tenerlo entre mis manos siempre. Sus labios podían decirme "Besame" y yo como una sumisa lo haría sin objetar porque, él me atraía.

—¿Dije algo malo?—fue el primero en romper el silencio.

Saliendo de mis pensamientos, lo observé. Él esperaba una respuesta de mi parte y yo solo negué, lentamente y él, a tengo a cada uno de mis movimientos, se acercó.

Ignoré el hecho de que mi corazón se aceleró tan rápido que un motor se quedaba pendejo ante tanta velocidad.

—¿Mark te hizo daño?

¿Sí sabía? Estaba más confundida que Bella de Crepúsculo.

Imité la acción y negué.

Observé sus ojos fascinada, ahora estaban de un gris que podían atraer a cualquiera. Pero, luego de unos minutos caí en cuenta de lo cerca que los tenía y, que los podía detallar mejor. Sin embargo, en un acto de debilidad mi vista bajó a sus labios, rojos y carnosos. Apetecibles y deseables.

Para rematar, pasó su lengua por su labio inferior, mojandolo. Rápidamente observé sus ojos de nuevo, pero ya estos no me observaban a mí, sino a mis labios.

Había besado a chicos, sí.
Había tenido sexo con chicos, sí.
Había experimentado, sí.

Pero por una extraña razón quería probarlos, quería besarlo, quería que me besara, que me tocara, quería sentirlo.

Era algo difícil de explicar, que con solo cruzar unas palabras con él donde solo decía idioteces o asumía sobre su belleza. Me hizo querer desearlo.

—Si sigues mirándome así no me hago responsable de lo que suceda a continuación.—susurró tan cerca que podía sentir su aliento en mis labios.

—¿Cómo te estoy mirando?—pregunté, sin despegar la vista de sus ojos que, extrañamente, podía jurar que estaban tomando un tono miel.

—Como si me desearas, como si quisieras que te tocara, como si quisieras que te demostrara lo hermosa que puedes ser.

—¿Soy hermosa?

—Eres más que eso, eres arte, preciosa.

Nisiquiera sabía como habíamos llegado a estar así de cerca, de estar conmocionada por su revelación a estar nerviosa por su cercanía, de verdad que no creí que lo haría, no pensé que fuera tan rápido.

Acto seguido, sus labios chocaron contra los míos. Pero ese no fue un beso suave y de princesas. No, ese fue un beso salvaje, desenfrenado. Como si quisiera explorar cada centímetro de mi boca.

Primero acarició mi labio inferior y sentí como una corriente eléctrica me invadió por completo. Luego fueron chispas cuando su lengua salió en acción y ¡Demonios! Sabía cómo mover esa lengua.

J A S P E RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora