3.

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—¿Cómo que irás a una fiesta?—preguntó mi madre, sus brazos estaban cruzados sobre su pecho esperando una respuesta a mi inesperada salida.

—Mamá, solo es una fiesta como las anteriores. Nunca te pones así—le respondo intentando ser suave para no molestarla.

—Lo sé, pero nisiquiera tuviste la decencia de pedirnos permiso.

—Está bien, ¿Puedo ir a una fiesta?—le pregunté con molestia, nunca se preocupaba por mí y justamente hoy estaba interesada en lo que iba a hacer.

—No.

—¿Qué?

—He dicho que no.

—No puedes no dejarme ir.

—Claro que puedo, eres mi hija, por ende estás bajo mi responsabilidad. Mira como lo hago.

—¡Mamá!

—No me ruegues, no irás.

Me dejó con la palabra en la boca y se dió media vuelta caminando hacia la cocina.

No puede ser.

Voy a ir, punto.

En ese instante me llegó un mensaje de Daniela.

Daniela: ¿Dónde estás?

Yo: Espérame en la parte trasera.

No esperé más y subí directo a mi habitación dando un portazo a la puerta que resonó por toda la casa, haciendo que mi madre lo escuchara, ese era el plan.

Me asomé desde la ventana de mi habitación que daba hacia la carretera; podía bajar por ahí, no era la primera vez que me escapaba, la última vez fue cuando Adriana y yo íbamos a las carreras ilegales ¿Les dije que no era una santa? Bueno, lo dije en serio.

Pasé una pierna por la ventana y luego la otra, agarrándome del barandal para no caer y salté, uno era tan alto, había un arbusto que amortiguaba mi caída.

Me levanté del suelo, arreglé mi cabello que había tardado en peinar, solo por la ocasión. Sacudí mi ropa y observé a Daniela que acababa de llegar a mi rescate.

—¡Estás hermosa!—me aduló.

—Gracias—dije—ya vámonos que mi madre se dará cuenta que me escapé.—ella asintió.

Lucía despampanante, llevaba un vestido blanco que se amoldaba a su cuerpo a la perfección, su cabello estaba peinado cuidadosamente y su maquillaje estaba impecable. A comparación yo traía un vestido negro, realmente mi vestido no quedaba tan perfecto como a Daniela, pero en momentos como estos me sentía empoderada. Una mujer hermosa podía hacer muchas cosas y en este caso, había hecho todo mi esfuerzo para lucir como tal.

Caminamos hacia el auto que estaba del otro lado de la carretera y ahí ya estaban Ange y Janeth. Éstas me saludaron eufóricas, al igual que Daniela estaban hermosas, maquilladas y peinadas.

Como en cualquier historia común siempre hay adolescentes yendo a una fiesta. Hoy les narraré una fiesta, pero esta no será como todas, donde conoces al amor de tu vida y se van a bailar, no. Esta fiesta será diferente.

✿✿✿

Dos toques en la puerta hizo que un hombre nos diera la bienvenida, nos ordenó que dejáramos nuestros celulares y bolsos en un cuarto antes de pasar. Traía una pañoleta tapando su mandíbula y solo dejaba a la vista sus ojos, por la oscuridad no podía observar bien el color de sus ojos, pero por lo que pude ver eran verdes.

J A S P E RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora