Capítulo 1

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Ser Virgen ya no tenía ni una gracia, pero Hermione Granger estaba dispuesta a cambiar su situación. La cuestión era...¿quién iba ayudarla a deshacerse de su cinturón de castidad? No había mucho de dónde elegir. A través de los cristales del escaparate de su pastelería, Hermione observó a los transeúnte de aquella mañana de primavera, con mirada calculadora, se fijó en los hombres que pasaban por la calle principal. Primero vio a Dean Thomas, Auror y compañero de misiones de su amigo Ron. el cuál que se detuvo para saludar a Neville longbotton profesor de herbologia de Hogwarts, padre de dos niños y divorciado.

Draco Malfoy suspiró Hermione y continuó mirándolo mientras se acercaba a la heladería, alto con vaqueros gastados, camisa blanca y cabello rubio revuelto y esos ojos grises color tormenta. No sé sabe mucho de él ya que casi no se deja ver, desde que volvió a Londres. Se rumorea que su esposa Astoria lo abandonó dejándolo sólo con su pequeña hija. Pero la única mujer de la que él se fiaba era su hija, Casiopea, justo en ese momento corria hacia su padre para agarrarlo de la mano. Draco bajo la mirada y le dedicó a su hija una  de esas escasas, pero increíble sonrisa. Una pena que Malfoy no estuviera interesado.

_¡Vaya suerte la mía!-murmuró Hermione para sí-. Ahora que por fin estoy dispuesta, no puedo encontrar a nadie con quién hacerlo. En el pasado cuando estaba estudiando, Hermione tomó la decisión de permanecer Virgen hasta el día de au boda; por aquel entonces le pareció una buena decisión. Sin embargo, no había contado con ser la única Virgen de Londres mágico de veintiocho años de edad.

Había imaginado que acabaría sus estudios, encontraría a su príncipe azul, se casaría y tendría hijos. Un sueño muy conservador, pero se había criado en una familia muy tradicional, pero eso ya no importaba sus papas pedían a gritos, nietos, yernos. Pero sus padres no sabían que encontrar un hombre correcto era como encontrar un chocolate sin calorías. Y ahí estaba ella seis años después de salir del Instituto, tan pura como nació. La cuestión de la virginidad había perdido su encanto;sobre todo ahora que sus dos mejores amigas estaban casadas y con un niño cada una. Se había dicho a si misma una y mil veces que ya no encontraría al hombre apropiado para ella, pero últimamente a dudarlo. Sus amigas eran altas y guapas, ella era de mediana estatura, directa y muy obstinada. Se le daba muy mal coquetear, era muy honesta y su negocio no le dejaba tiempo para salir a bares o discotecas.

Lo que había hecho reconsiderar su situación fue la aparición de  Lavender Brown iba a casarse a sus veintiocho años. Eso la hizo cuestionarse su virginidad. ¿Para que la iba a estar reservando? Al paso que iba acabaría enterrandola 《intacta》. Muy deprimente. Por eso estaba decidida abandonarla.

Por supuesto había discutido su decisión con su mejor amiga, Ginny el día anterior durante el almuerzo.

_¿Lavender Brown va a casarse?-dijo Ginny con sorpresa-. Aún me acuerdo de cuando esa niña lloraba por mi hermano por los pasillos de Hogwarts.

_Sí, ya lo sé. Hace que me sienta una perdedora.

_Debe ser humillante para ti-comento Ginny y bebió otro sorbo de su jugo. Brown, va a casarse y tú aún pura como la nieve.

_Vaya, gracias, Ginny-contestó Hermione ahora me siento mucho mejor.

_Perdona.

Ginny Weasley, bueno ahora Zabini era tan dulce y divertida, impaciente y una de las mejores jugadoras de Quidditch y madre del un pequeño niño de seis meses llamado Coel. Estaba casada con Blaise Zabini un hombre que la ama y podría el mundo a sus pies solo por verla feliz.

_¿Cuándo es su boda?-pregunto Ginny.

_La semana que viene.

_¿Tan rápido?-arqueo una ceja.

El HOMBRE CORRECTO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora