Mi nombre es Sandra y vivo en Miami. Bueno, debo aclarar algo. Vivo en un orfanato en Miami. Ya no suena tan bien ¿verdad? Llevo aquí encerrada desde los cinco años y tengo diecisiete. Me quedan pocos meses para salir de manera obligada, pero seguir...
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Los veinte minutos de descanso pasaron volando. Aaron volvió a salir al escenario con sus bailarines. La coreografía era alucinante. Se notaba que Aaron se dejaba la piel en los movimientos que hacía al tiempo que cantaba la letra de la canción. Tras los aplausos al finalizar esta canción, se acercó al micrófono de pie, y tras dar un largo sorbo a su botella de agua, comenzó a hablar:
―¡¿Qué tal lo estáis pasando, Florida?!
―¡Bieeeeeen! ―exclamó el público entre vítores y aplausos.
―¡Me alegro! ¡Bueno, llegamos al fin de este concierto tan alucinante!
―¡Nooooo!
Aaron rió haciendo sonreír al público.
―¡Creedme, si por mi fuera cantaba el resto de la noche, pero las normas son las normas! ―sonrió y siguió hablando―: ¡Esta última canción se llama "One Better" y es una canción que he escrito recientemente! ¡Espero que os guste y gracias a todos por haber venido!
Tras esas últimas palabras noté que dirigía la mirada hacia donde nos encontrábamos nosotras. Sin embargo, miró más allá de mí. ¿Le había guiñado el ojo a Lisa? Decidí no imaginarme cosas y prestar atención a la última canción.
La música comenzó a sonar y el público aplaudió fuertemente.
*Canción "One Better" (subtitulada):
Aaron se movía por el escenario de un lado a otro al ritmo de la música. Entonces me di cuenta de que miraba de vez en cuando hacia nuestra zona, al mismo lugar donde había guiñado el ojo anteriormente. ¿Estaba la canción escrita para alguna de nosotras? ¿Para Lisa quizás? Porque aún ni me había dirigido una mirada siquiera, sin embargo sí que sonreía mirando a alguien detrás de mí. Miré entonces a Lisa que tenía una sonrisa en los labios imposible de borrar. ¿Me había perdido algo? ¿Desde cuándo había esa conexión entre ellos?
Al finalizar el concierto, y entre aplausos, salieron los bailarines, Aaron y su mánager a saludar y dar las gracias al público una vez más. En pocos minutos, desaparecieron del escenario tras las cortinas y la luz del pabellón iluminó nuestras caras. La gente se fue dispersando, entonces me giré hacia Lisa.
―Lisa, ¿podemos hablar ya?
La aludida seguía con la mirada fija en el escenario, ahora vacío. Le di un golpecito en el brazo y me miró diciendo:
―Sí... Vamos.
Una vez en el exterior, nos sentamos en un banco cercano.
―Buen concierto ¿eh? Ha sido buenísimo...
―Para ―le interrumpí―. Lisa, dímelo ya. ―Le insistí aunque ya imaginándome lo que iba a decir.
