Capitulo cinco: "Sueños".

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Entró a casa, cerró con llave y dejó el sombrero y el abrigo en el perchero. Se paró en el arco que da a la cocina, tan melancólico cómo quien obliga a su mente a ver algo entre las sombras para sopesar un anhelo. Encendió todas las luces y se sentó en la cocina; Tomó pan, preparó un sándwich y cenó mientras oía la radio.

Se emitía a esas horas en la emisora "Radio Caracas radio" un magazine donde el eje central eran temas de conocimiento popular y noticias destacables de la tarde y noche.

- "Hoy a las 9:15pm, en la autopista Norte – Sur de aquí de la capital, a la altura de la avenida José Antonio Páez, muy cerca de la sede de nuestra emisora, una Jeep Wagoneer de color azul salió de la autopista hacia un costado estrellándose; El conductor y su pasajera respondían al nombre de Hector Borges y Carolina Rendón, una pareja de 34 y 31 años respectivamente que perdieron la vida en éste fatídico accidente automovilístico, condolencias a sus familiares" un minuto de silencio. "Entre otras noticias a las 8:26pm en el estado Miranda..."

Dejó de prestar atención. Su mente quedó atrapada por un momento en la noticia de la pareja fallecida, lo que no sólo le causo malestar sino que además le quito el apetito. Guardó lo que quedaba del sándwich y se sentó frente a la televisión, tosiendo con dificultad. Justo en ese momento sonó el teléfono, a sus espaldas.

- "Buenas noches, ¿diga?" dijo al levantar el auricular.

- "Ah familia, cómo está la vaina", del otro lado de la línea, Santana hablaba con su habitual forma de expresarse, pero en un tono más serio.

- "Estoy bien - hizo una pausa para toser de forma leve - ¿Pasó algo? ¿Están bien?" dijo Antonio cómo esperando una mala noticia.

- "Estamos bien, cálmate, sólo quería saber si estabas ya en la casa" lo tranquilizó Santana.

- "Recién llegué, pero todo está en orden" respondió Antonio con calma, "¿Vendrán mañana?" preguntó.

- "Claro, cómo no", replicó en tono más animado Santana, "Nos vemos mañana".

- "Bien; Nos vemos mañana, que tengan buenas noches" se despidió Antonio a la vez que se disponía a colgar.

- "Hasta mañana hombre" alcanzó a decir Santana.

La noche se le hizo larga y pesada. No lograba conciliar el sueño, por lo que pasó al menos una hora pensando. En medio de un recuerdo febril se le escabulló una lágrima que perdió tamaño a medida que le bajaba por el rostro, pero que sin embargo ni siquiera se molestó en secar. En medio de su naufragio mental logró al fin conciliar el sueño.

- "¿Te gustó la cena?" le preguntó a su amada.

- "Me encantó" dijo ella sonriendo. Tomó su mano por encima de la mesa y agregó con dulzura "Te amo".

El también sonrió; Beso su mano y dijo "Y yo a ti."

Niebla, oscuridad, se cambia el entorno y están en el auto, un Chevrolet Malibú azul oscuro.

Sonaba en la radio del auto un tema de la banda musical venezolana "Guaco", titulado "Ya no eres tú" a dúo con el cantautor puertoriqueño Gilberto Santa Rosa. Ambos iban cantando en voz baja, casi como conversando y se veían felices el uno al otro. De pronto, a la altura de la avenida José Antonio Páez, en la autopista Norte – Sur, se dejó de oír el radio.

- "¡No!" gritó una voz desde la lejanía.

De pronto Antonio dejó de percibir el volante del auto, perdiendo el control del mismo.

De nuevo niebla, pero ésta vez acompañada con un destello de luz abrumador. De pronto estaban en la sala, frente al televisor.

Se transmitía en vivo un concierto de la banda "Soda Stereo" que marcaba su último paso por Caracas en su "Gira animal". Era diciembre, la casa estaba decorada cómo muy pocas veces la había decorado Antonio dado que normalmente él y Santana pasaban noche buena juntos en la casa de Mariana, la mujer de Santana. Bailaban al son de la música, y reían de los pasos del otro a la vez que ambos, a su edad, se felicitaban de bailar tan bien. Él la tomo de la cintura y ella lo abrazó; Se besaron, y aunque Santana se asomó desde la cocina, volvió a ella, haciéndose el que nada vió.

De pronto la mano de Antonio se sintió algo mojada. La separó de la cintura de su amada, y se percató de un líquido rojo que la cubría. Soltó a Iriza enseguida y miro su costado: También brotaba sangre, pero ella parecía ajena a la herida.

- "¿Qué pasa?" preguntó ella mirándolo extrañada.

Se sintió petrificado, cuando de pronto:

- "¡No!" de nuevo un grito lejano resonó.

- "¡No!" dijo Antonio, despertando de golpe.

Miró el reloj en la mesa de noche: las nueve de la noche.

Estaba sudando y muy agitado, miró hacia el costado vacío de la cama y ella estaba ahí, vestida aún cómo aquella navidad, mirándolo extrañada y con su costado bañado en sangre.

Antonio despertó con un grito, tocando de nuevo la realidad y se tocó también la cara para asegurarse de estar en sus cabales: lo estaba. Miró la hora, y el reloj indicaba las 2:58am. Miró hacia el lado vacío de la cama, pero allí no había nadie. Se levantó y entró al cuarto de baño, se lavó la cara y se miró. Pocas veces se había sentido tan cansado cómo en ese momento; Hacía meses que las arrugas empezaban a acentuarse en su rostro y se le notaba más flaco que en otras épocas de su adultez. Volvió a la cama, pero ésta vez se quedó mirando al techo. Era obvio que le hacía falta algo, que le habían arrancado de tajo una parte del corazón. Se sintió más desolado, y volvió a mirar el vacío en su cama, ésta vez tocando las sabanas.

- "Y yo a ti", dijo con pesar, pestañeando prolongadamente.

Se le notaba a leguas: La extrañaba como a nada en el mundo.

El amor y la lógica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora