Capítulo 4

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Kate Manson caminaba resuelta entre los escaparates de una tienda de ropa, específicamente de trajes, se acercó hasta el elegante mostrador de un color tinto brillante y sonrió con cortesía al señor frente a ella, era mayor y tenía una cinta amarilla de medir alrededor del cuello, la cual no combinaba en lo absoluto con su elegante traje oscuro. Unos anteojos de marco dorado descansaban en su pecho, unidos fielmente a una correa que colgaba de su cuello, bajo la cinta.

Buon pomeriggio ―saludó―. Venimos a buscar unos cuantos trajes para nosotros.

―¿Qué marca prefieren? ―su acento era marcado, pero se le entendía a la perfección.

―Ninguna en especial, pero preferimos algo que nos permita movernos con libertad, ligero, abrigado, no muy ajustado pero formal y a la medida ―el hombre asintió, se colocó las gafas y desapareció entre las prendas.

―¿Vinimos a comprar ropa? ―la voz incrédula de John se alzó tras la espalda de Kate y esta se giró para encararlo.

―Esto no es como las otras misiones, no iremos por ahí con chalecos antibalas, trajes militares, camuflajeados o con jeans. Esto se trata de proteger a una figura pública, necesitamos mezclarnos con su entorno, pasar lo más desapercibidamente posible, adaptarnos a su estilo de vida y seguirle el paso. Nuestro protegido no es nada más ni nada menos que el hijo del embajador europeo ―aquel hombre reapareció justo por donde le había perdido de vista, cargando varios trajes en las manos, las cuales se encontraban a la altura de su cabeza―. Por lo que debemos estar a la altura.

―Por aquí, por favor ―dio una vuelta sobre sí mismo y ambos agentes le siguieron de cerca, sintiendo como las finas telas les acariciaban las mangas de las chaquetas, el frío era significativamente mayor en Italia.

   ―¿Así de ajustado está bien? ―Kate se encontraba de pie sobre una plataforma, frente a ella largos espejos le mostraban su reflejo, nacían en el techo y terminaban en el suelo, altos y elegantes. Alessandro se encontraba ajustándole la parte inferior del pantalón, llena de alfilerillos, evitaba todo movimiento brusco y mantenía los brazos extendidos a los lados, observó el trabajo preliminar y se encontró satisfecha.

È perfetto ―respondió con un impecable acento italiano y Alessandro le dedicó una sonrisa. Le retiró las prendas con sumo cuidado, entonces su compañero entró en la habitación con una bebida en la mano, Kate bajó de la plataforma y se la arrebató―. Sube ―demandó y él le dedico una larga mirada para después hacer lo que se le había indicado. De pie sobre la plataforma John parecía casi un solemne pilar más de la tienda. Alessandro revoloteo a su alrededor haciendo ajustes por aquí y por allá bajo la atenta mirada de la agente Manson, cuya mirada a veces se deslizaba hacia los elegantes espejos, sólo para atrapar a su compañero viéndola a través de estos. Los últimos toques estaban quedando finalizados en la parte inferior y un tirón en el muslo hizo que la tela en los glúteos de John se viese ajustada, Kate carraspeó y se removió en el elegante asiento de cuero―. Demasiado ajustado, será incómodo y poco práctico ―sentenció y Alessandro asintió, soltó la tela que había agarrado con un alfilerillo y el atuendo parecía más adecuado―. Bien, creo que así está bien, ¿qué opinas tú, John? ―el agente Royals la observó en silencio, era la primera vez que ella le hablaba de una forma tan informal y sintió como el corazón se le desbocaba, ella frunció el ceño en su dirección mientras intercambian miradas a través del espejo―. ¿John? ―volvió a llamar, sacándolo de su ensoñación.

―Creo que es perfecto ―contestó inmediatamente y ella asintió.

―¿Para cuándo los tendrá? ―se dirigió esta vez al sastre.

―Mañana por la tarde, a más tardar ―contestó con aquel acento deslizándose por sus labios sin intención.

―Maravilloso, ¿volvemos para recogerlos o puede enviárnoslo al hotel? ―cuestionó mientras le daba un trago al jugo de manzana que le había robado a su compañero.

―Si gusta, puedo enviarlos a sus habitaciones ―Kate le sonrió y asintió.

―Quiero tres trajes para cada uno, un par negro y el restante que sea tinto, el mostrador de la entrada me ha seducido ―Alessandro sonrió, mostrando su dentadura y se retiró los anteojos, haciéndolos descansar nuevamente sobre su pecho.

―Veo que tiene buen gusto, ¿puedo sugerir que sea terciopelo? ―esta vez fue Kate quien le mostró su dentadura.

―No podría pedir menos ―entonces los tres caminaron al mostrador, Kate le tendió la tarjeta de crédito que la organización le había dispuesto para los gastos necesarios y Alessandro amablemente les había hecho un descuento, encantado por la jovialidad que Kate había mostrado.

―¡Buona giornata e torna presto! ―le dijo a Kate antes de que esta saliera por la puerta doble de cristal de la entrada.

―¡Buona giornata, anche a te! ―gritó de vuelta.

Los neumáticos chillaron cuando Kate Manson estacionó aquel lujoso auto, bajo de él, acompañada de John Royals y observó los escaparates reforzados de la tienda frente a la que habían parado; armas de todos los tipos y tamaños se exhibían tras los cristales blindados. Avanzaron uno al lado del otro hasta cruzar la entrada, un hombre corpulento los escaneo del otro lado del mostrador, probablemente era también el encargado de la seguridad del lugar, pues con aquel trabajado cuerpo podría lanzarla por los aires con tremenda facilidad.

—¿Posso aiutarti con qualcosa? ―su voz profunda y ligeramente amenazadora le sacó una sonrisa, lo observó fijamente un momento lo suficientemente largo para notar algunas cicatrices que le surcaban el rostro.

—Dos pistolas semiautomáticas Parabellum de nueve milímetros —el hombre elevó las cejas al cielo—. Unos cuantos cuchillos tácticos y algunas otras cosas.

—¿Tienen permisos? —Kate sacó de su bolsillo una hoja pulcramente doblada y le entregó las identificaciones de ambos, aquel sujeto desapareció un momento y cuando volvió le entregó de vuelta los papeles.

—Síganme —los guío hasta una puerta de metal con un panel de seguridad, introdujo una contraseña y el seguro botó, dejando la puerta ligeramente abierta, cuando aquel hombre terminó de abrirla Kate se sintió como en casa.

La Agente Kate Manson II (Borrador) [PAUSADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora