Capítulo 11

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Kate Manson colgó el teléfono después de informarle a su hermano de la situación y a pesar del intento de ocultar su preocupación, ella pudo notar a través de su voz como el mundo parecía querer caerle encima y aplastarlo. La furia crepitaba en cada hueso de su cuerpo, había permanecido alejada de su familia durante tanto tiempo con el fin de no inmiscuirlos de aquella manera, pero después de todo, el pasado siempre termina saliendo a la luz y esta vez Francisco Andreotti se había encargado de desempolvarlo con sus propias manos.

—¿Y entonces qué haremos? —John permanecía sentado en una esquina de la cama, sorprendido de saber que aquel hombre de tan alto rango era el hermano mayor de su compañera. Kate lo miró, notó nuevamente como un escalofrío sacudía su cuerpo y aparto la mirada, últimamente cada vez que sus ojos se posaban sobre él obtenía la misma reacción.

—¿Sabes por qué hay personas que me temen? —una pequeña sonrisa siniestra se dibujó en su rostro—. Porque a veces pierdo la cordura —era la primera vez que John observaba aquella sed de sangre, implacable y escalofriante.

    Kate terminó la llamada una vez que James le diotoda la información que necesitaba; había logrado rastrear a otros miembros de lamafia a través de los dispositivos encontrados en los cuerpos y ahora tenía susubicaciones en tiempo real en su propio teléfono móvil gracias a él. Guardó sudispositivo en el bolsillo trasero de sus pantalones y terminó de guardar lasarmas restantes en su maleta negra de mano. Ahora se encontraba más tranquila,aunque su cuerpo seguía ligeramente tenso. Ya era de noche y no había vuelto aver a John a lo largo del día, pero no le preocupaba, ella misma le habíaordenado que preparara la mansión y a los empleados por si algo sucedía en su ausencia.

   Tomó la bolsa ya cerrada y salió de la habitación, caminó hasta llegar a la cima de las escaleras y descendió bajo la mirada de John y Alonzo, pasó de largo y sólo se giro cuando la voz del mayordomo principal la llamó por su nombre.

—¿A dónde va? —Kate le dedicó una sonrisa y el escalofrío no tardó en recorrer su cuerpo.

—De cacería —continuó su camino, dejando a John en la mansión para cuidar de ellos, confiaba en que hiciese un buen trabajo a pesar de su corta experiencia. Cuando atravesó la entrada principal aquel Maserati ya la esperaba, colocó la maleta sobre el asiento del copiloto y subió al auto, encendió el auto y con los ojos cerrados disfruto del dulce sonido del motor, un momento más tarde, se recolocó en su asiento, irguió su espalda y avanzó hacia la salida de la propiedad. 

   Estacionó el auto una cuadra más atrás de su destino, las manos le hormigueaban mientras miraba fijamente la entrada de aquel hotel. Tomó su teléfono y observo alguno de los datos que James le había dado, adicionales a las ubicaciones, miró fijamente la fotografía del hombre al que venía a buscar y su nombre: Carlo Vitale. Bajo del auto mientras revisaba los cuchillos escondidos en sus botas negras, llevaba una gabardina del mismo color que le llegaba debajo de la pantorrilla, debajo un suéter gris de cuello alto, un gorro del mismo color y un par de guantes de cuero negro. El cabello le acariciaba el rostro con el viento y el aliento se volvía blanco al salir por sus labios. Avanzó con tranquilidad por la acera hasta llegar a la entrada del edificio, repasó con la mirada todo su alrededor y atravesó la puerta, llevaba las manos dentro de las bolsas de su gabardina mientras la tela se balanceaba a la altura de sus piernas. Llegó al mostrador y le dedicó una sonrisa cortés a la mujer del otro lado.

—Buenas noches, tengo una cita con Carlo Vitale, pero creo que llegué un poco antes, ¿podría decirme si ya se encuentra en su habitación? —la mujer pareció teclear algo en su computadora y la miró—. Acaba de pedir cena para dos, debe ser usted a quien espera.

<<Debe ser mi día de suerte>>

—Perdón, ¿puede recordarme el número de habitación? —Kate fingió avergonzarse y la recepcionista le dedicó una sonrisa dulce.

—Séptimo piso, 415.

   La agente Manson se detuvo al lado de la puerta, recargándose contra la pared, golpeo la madera con los nudillos sin acercarse a la mirilla y esperó, al principio sólo había silencio, pero pronto llegó el sonido de la puerta desbloqueándose desde el otro lado y esta se abrió desde el lado contrario al que ella se encontraba, quedando oculta tras la madera. Cuando la puerta se abrió lo suficiente Kate tomó la manija y tiró de ella, salió de su escondite y frente a ella apareció aquel hombre que estaba buscando. Al principio Carlo pareció desconcertado, pero cuando sus ojos se abrieron con sorpresa Kate supo que la había identificado y antes de que él pudiese hacer algo, lo lanzó dentro de la habitación propinándole una patada en el abdomen que lo dejó sin aliento y lo hizo caer al suelo, entró tras él y cerró la puerta con rapidez.

—Necesitamos ponernos al corriente, ¿no crees? 

   Kate observó el hombre atado y amordazado frente a ella, era algo mayor, con el cabello oscuro manchado por algunas canas, delgado, de piel ligeramente oscura y mirada profunda, parecia alto incluso estando tendido en el suelo. Caminó por la habitación, pasandole por un costado hasta llegar el telefono fijo del hotel y llamó a recepción.

—Hola, llamó de la habitación 415, el sañol Carlo Vitale me pidió que le avisara que estara ocupado por el resto de el día y si alguien viene a buscarle, por favor le diga que vuelva después —su voz era suave y amable.

—Entendido, así será. ¿Necesita algo más? —preguntó con cortesía.

—No, eso es todo —respondió mientras obervaba como Carlo le dedicaba una mirada de odio—. Hasta luego —terminó la llamada y dejó el telefono descolgado, avanzó hacia aquel hombre y se acuclillo a su lado—. Ahora podemos hablar —retiro de su boca la servilleta de tela blanca.

—Maldita perra hija de... —el puño de Kate se estrello con fuerza contra su pomulo y un gemido de dolor sustituyó el insulto porvenir.

—Me parece que no estas en posición de decir nada que no te haya preguntado —su voz se escuchó suave, profunda y sobre todo; aterradora. La sangre no tardó en aparecer a través de los labios de Carlo, en forma de un pequeño hilo espeso, su pómulo se encontraba rojo y comenzaba a hincharse rápidamente, un hematoma no tardaría en aparecer—. Aunque golpearte me produce cierta satisfacción, creo que es mejor que comiences a responder a mis preguntas, ¿no te parece? —Kate esbozó una sonrisa sin sentimientos y se ajustó mejor los guantes de cuero sintético.

La Agente Kate Manson II (Borrador) [PAUSADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora