Capítulo 7

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Un fuerte pitido resonó en la habitación, Kate despertó de inmediato y tomó el reloj inteligente entre sus manos, el sensor del cuarto de Morelli se había activado, le echó un vistazo a la hora y se apresuró para vestirse.

   Eran las seis en punto de la mañana, Kate esperaba tranquilamente en la cochera de la mansión, recargada en el GranTurismo negro. A través del reloj pudo notar como su protegido avanzaba por la casa hacia su dirección, activando los sensores esparcidos por las habitaciones de la mansión. Morelli se había levantado antes de la hora en la que normalmente lo hacía y como ella sospechaba; se trataba de un pobre intento de fuga. Cuando la puerta que conecta la casa con la cochera se abrió y un joven rubio de ojos verdes apareció en su campo de visión no pudo evitar sonreír con suficiencia, hacía falta mucho más que el inmaduro cerebro de un adolescente de diecisiete años para ganarle a una mujer llena de experiencia y conocimientos como ella.

Buona giornata, ¿va a algún lado joven Morelli? —habló cortés—. Si es así, no tengo ningún problema en escoltarlo —Kate se colocó recta en su lugar y abrió la puerta del copiloto para él.

—¿Y el otro perro? —bramó—. ¿Se le ha caído la correa? Puedo llamar a mi padre para que se la ponga de nuevo si gustas —Kate ladeó la cabeza y le mostró los dientes en una sonrisa tranquila, aquello sólo hizo que el joven enrojeciera colérico. La verdad era que su compañero había caído como tronco la noche anterior y no había poder humano que pudiese despertarlo, en realidad si se encontraba un poco molesta con él, pero entendía que aún seguía siendo un novato y esta era una misión que requería una dedicación que él no aún tenía.

—¿A dónde vamos? —preguntó, ignorado los insultos y la hostilidad.

—A ningún lado —el chico se dio la vuelta y volvió por donde había llegado, dando un portazo tras de sí. Kate cerró la puerta del coche y le colocó la alarma mientras disfrutaba de haber frustrado el plan de escape de su protegido. Avanzó entusiasta hacía la puerta, pensando en lo divertido que será arruinar todos los locos planes de aquel adolescente rebelde.


     La hora de la comida llegó, Kate Manson se encontraba sentada en el gran comedor, acompañada por John Royals, pero la ausencia de Morelli en la mesa le molestaba de la misma forma en la que un niño te molesta por picarte constantemente los costados.

—Alonzo, ¿dónde se encuentra el joven Morelli? —Kate miró al hombre que se encontraba parado lejos de la mesa, atento a cualquier necesidad que pudiesen tener.

—En su cuarto señorita Manson —contestó con el mismo tono educado de siempre.

—¿Sabe si bajará a comer con nosotros?

—El joven Morelli no suele comer en casa —contestó, Kate frunció el ceño y observó a una de las cocineras que había entrado al comedor para colocar los platillos sobre la mesa, un ligero tintineo resonaba en la amplia habitación y cuando un plato perfectamente limpio fue colocado frente a ella, se levantó en silencio y avanzó con decisión rumbo a la habitación del joven. Kate Manson se paró imponente frente a la puerta, levanto su mano y con los nudillos golpeo la madera, haciéndola sonar. La puerta se abrió frente a ella, dejando ver al chico rubio que buscaba. Exasperado, Santino sujetó la puerta con la intención de cerrarla de nuevo, pero Kate se lo impidió colocando su mano firme sobre la madera.

La comida ya está servida —miró fijamente el verde de sus ojos—. Baja a comer —ordenó con la voz que un padre usaría y se giró para volver por donde vino.

—No me da la gana —Kate se detuvo en medio del elegante pasillo, echó una mirada hacia él por encima del hombro y tensó su mandíbula.

—No me interesa si te da la gana o no, vas a bajar y si no lo haces por ti mismo —su mirada gélida lo atravesó, provocándole un espeluznante escalofrío—, entonces lo haré yo —Kate retomó tranquilamente su camino hacia el comedor, a pesar de la distancia logró escuchar como el joven bufaba y soltaba un par de improperios a sus espaldas, para poco después, seguirla por el pasillo rumbo al comedor.


   Kate contestó la llamada entrante desde su computadora, se encontraba sentada sobre una lujosa silla de madera con cojines blancos bordados con elegantes figuras doradas y frente a ella una enorme mesa tallada delicadamente a mano sostenía su portátil.

—Agente —la imagen de Santino Morelli apareció en la pantalla, vestía un fino traje blanco y tenía sus cabellos rubios perfectamente peinados. Kate evaluó el enorme parecido que mantenían él y su hijo; si no fuese por aquellas arrugas que comenzaban a surcar su rostro, no habría diferencia alguna.

—Embajador —respondió, mientras asentía. Él carraspeo y se removió en su asiento, nervioso.

—¿Cómo está mi hijo? —Kate guardó silencio, durante un breve momento sólo se vieron fijamente a los ojos.

—Se encuentra a salvo y en la mansión —respondió, pero logró percibir por el titubeo en la mirada de su cliente, que eso no era lo que realmente esperaba escuchar.

—¿Ha ido a algún lugar? —Kate esbozó una media sonrisa con suficiencia.

—Se lo he impedido, creí que era eso lo que deseaba, lo ponía en el informe, si hay algún error entonces por favor hágamelo saber —Kate ladeo la cabeza y el hombre al otro lado de la pantalla se colocó recto sobre su asiento.

—No, no, es correcto, está en los términos —carraspeo de nuevo y jugueteo con sus manos entrelazadas sobre el borde de la portátil—. Por favor, no permita que nada le suceda —su voz se apagó como si algo hubiese oprimido su tráquea y no dejase que el aire saliese con normalidad, sus manos seguían removiéndose, apretó la mandíbula y cerró los ojos con fuerza—. Por favor —suplicó en un sollozo ahogado, algo se removió dentro de Kate, un viejo sentimiento, un recuerdo y rápidamente lo alejó de su mente, cuadró los hombros e inspiro profundo.

—Yo siempre cumplo con mi misión —un par de ojos verdes la vieron, ligeramente rojos por el llanto contenido—. Y no permite, jamás, que algo le suceda a su hijo mientras yo esté a su cargo —la determinación brilló en sus ojos y sólo eso fue suficiente para consolar a aquel hombre temeroso.

—Gracias —Kate apenas logro escuchar aquello antes de que la pantalla se volviese negra. Kate se levantó de su lugar, observó con tranquilidad la habitación en la que se encontraba, como si estuviese ahí por primera vez y después suspiró, mañana ella misma contactaría a Francisco Andreotti.

La Agente Kate Manson II (Borrador) [PAUSADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora