Kate despertó en medio de la noche, alarmada por unos gritos desesperados, se incorporó de un salto, lanzando al suelo las mantas que la resguardaban del frío, brindándole una dulce calidez. Salió de la cama mientras tomaba con una mano su Parabellum, tiró de la puerta y la atravesó sintiendo como el frío ascendía por sus pies desnudos, algo que era casi doloroso. Tan pronto llegó a la habitación de Santino la puerta se abrió, justo frente a su rostro, un chico rubio con ojos cristalinos y rostro contraído por el miedo la recibió, Kate se detuvo frente a él, completamente recta y apacible, dejó que sus manos descansaran tranquilamente en sus costados y suspiró.
—Pesadillas —comprendió. Santino bajó la mirada al suelo, sus manos formaban puños a sus costados y su cuerpo temblaba ligeramente, la única duda en la cabeza de Kate Manson, era si aquel temblor era por miedo... o furia. John llegó poco después, en sus manos portaba una Parabellum igual a la suya, lo mandó de regresó a su habitación, asegurándole que todo estaba bajo control, dudoso, él volvió por donde vino. Kate posó una mano sobre el hombro del chico y lo acompañó dentro—. Duerme —Kate se sentó en uno de los elegantes sillones que adornaban la habitación y él la observó aún de pie, junto a la cama—. No me iré a ningún lado, duerme —repitió, por fin, aquel chico se recostó sobre las finas sabanas y se hizo un ovillo envuelto entre mantas. Kate observó a Santino durante un largo rato, su respiración se volvió lenta y suave, indicándole que había logrado conciliar el sueño una vez más, había olvidado que, a pesar de ser hijo de una figura tan importante, Santino seguía siendo joven y no estaba realmente consiente de los peligros que existían en el mundo, y por cosas del destino, estaba aprendiendo la lección de la peor forma posible. Observó su figura y lo indefenso que se veía ahí, mientras dormía en una habitación de lujo con cosas que la mayoría de las personas sólo pueden soñar, pero ninguna de ella podría quitar jamás el miedo que ahora lo abrumaba, tan frío y amargo como la realidad misma.
Unos golpes la despertaron, el cuello le dolía por haber dormido con el rostro girado y se llevó una mano para masajearlo un poco. Se puso de pie con tranquilidad y avanzó hasta la puerta, la abrió con movimientos silenciosos y se deslizó por ella hacia el pasillo, Alonzo observó como cerraba la puerta nuevamente en silencio, evidentemente sorprendido por el hecho de encontrarla ahí, en la habitación del joven Morelli.
—Déjenlo dormir un poco más —presionó con más fuerza ahí, donde el dolor era más intenso—. No ha tenido un buen descanso, tráiganle un té o algo que lo relaje, probablemente no se encuentre muy tranquilo por los siguientes días —hizo una mueca al sentir como un musculo se le tensaba dolorosamente.
—El joven Morelli nunca se encuentra tranquilo, señorita —una sonrisa adornó su rostro, pero en sus ojos la tristeza y preocupación abundaban. Kate lo observó en silencio durante un momento, asintió y caminó por el pasillo, alejándose de la habitación.
—¿En qué piensas? —John entró a su habitación al ver la puerta abierta de par en par, Kate giró a verlo desde su lugar, se encontraba sentada en uno de los lujosos sillones, típicos de esa mansión. Se encontraba en silencio mientras con una mano pasaba un par de dedos sobre el cañón de su arma, la cual descansaba sobre la mesa de cristal a su lado—. ¿Kate? —Esta vez ella lo miró, pero algo en sus ojos lo hizo temblar, la respiración se le cortó y el frio penetró tan profundo en su piel que se congeló en su lugar. Kate tomó un sobre de evidencias de la mesa y lo lanzo a los pies de su compañero, tenía la mandíbula tensa y una tormenta tras su mirada. John observó la fotografía dentro del sobre, un hombre sostenía en brazos a una pequeña niña de alrededor de cinco años y ambos sonreían ampliamente. John levantó la mirada confundido y temeroso.
—La encontraron en uno de los cuerpos —explicó, pero John seguía sin comprender qué tenía que ver aquella fotografía con el caso—. Es mi hermano... y su hija —Kate giró y clavó su mirada en la ventana—. Es una amenaza —su voz era profunda y filosa, la ira en ella era evidente, pero había algo más ahí, algo que lo hacía querer huir despavorido, John no entendía si era la forma en que su cuerpo se mantenía tenso, la manera en que hablaba, la peculiar mirada que había en sus ojos o la forma en que sus dedos se deslizaban de forma repetitiva por aquella arma, casi como si pudiese paladear el sabor de la sangre. Pero si había algo de lo que estaba seguro; la caja de pandora fue abierta.
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La Agente Kate Manson II (Borrador) [PAUSADO]
AçãoKate Manson recibe una nueva misión junto a John Royals, esta vez viajan a italia para proteger al hijo del embajador europeo, sin embargo, las cosas se vuelven personales para ella. "-¿Sabes por qué hay personas que me temen? -una pequeña sonrisa s...