Capítulo 9

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La luz entró por los grandes ventanales de la mansión, todos descendían lentamente por las escaleras principales, liderados por John Royals.

—¿Cuántos han sido? —Alonzo abrazaba tembloroso a una de las sirvientas que lloraba sin parar.

—Diez, tres están en la cocina, tres afuera, otros tres en la sala del piano —John se había encargado de esos últimos tres.

—Creí que eran diez —Alonzo frunció el ceño.

—Uno aún sigue vivo —Kate notó como un escalofrío recorrió el cuerpo de Santino, inmediatamente este se abrazó a sí mismo—. Kate se retiró de la pared en la que estaba recargada y entonces un muchacho arrinconado en una esquina apareció ante la vista de todos. Algunas sirvientas retrocedieron asustadas, John, por otra parte, parecía sorprendido—. Demasiado blando para ser de la mafia —Kate se acuclilló frente al muchacho de cabello castaño y este se encogió aún más en su lugar—. Demasiado inocente para matar —acercó su mano hasta él y acarició sus sedosos cabellos—. Dime, ¿qué te ha traído a esta clase de vida? —un sollozo resonó en toda la habitación, tan lastimero y asustado que todos los demás no pudieron evitar sentir compasión por el joven que se encontraba en el suelo de la estancia. Kate continuó acariciando sus cabellos con tranquilidad mientras el sonido del llanto inundaba sus oídos. 

   La policía llegó junto a un equipo especializado que retiró los cuerpos de la propiedad y limpio la sangre del suelo y las paredes, todos se encontraban arriba, John cuidaba de que ninguno tuviese la mínima posibilidad de tener un vistazo de lo que sucedía en la planta baja.

—¿Qué hay sobre él? —el policía que la había estado interrogando señalo con un movimiento de cabeza al chico que se encontraba dentro de una de las patrullas. Kate explicó lo sucedido esa madrugada y aclaró el hecho de que aquel muchacho no pareció tener intención alguna de dañar a nadie, en su lugar, estaba aterrado—. Pero, aun así, aquí está —Kate apretó la mandíbula, aquel hombre no le podría las cosas fáciles al joven, en sus ojos se podría apreciar el rencor que le tenía a todos aquellos que formaran parte de la mafia. Kate suspiró y recordó cómo aquel muchacho se había dejado caer de rodillas, impactado tras ver como tres balas certeras habían atravesado a los últimos tres hombres en pie, hombres entre los cuales él se interponía, había sido un tiro difícil, pero no imposible, sólo se necesitaba de un ojo agudo y una habilidad experta. El chico se había arrastrado lejos de ella, evitando su cercanía, pero Kate le clavó una dura mirada que lo hizo quedarse quieto en su lugar y seguir las ordenes que ella le daba: entrar en la casa y esperar a que el sol saliese, en cuanto entraron en la sala principal el muchacho se hizo un ovillo en el suelo mientras lloraba en silencio con rostro escondido entre las rodillas.

—Aún es joven —habló Kate, antes de que el oficial pudiese pronunciar alguna otra cosa más—. No es tarde para rectificar —retiro la vista del muchacho y la fijo sobre el hombre uniformado frente a ella—. No le quitemos la oportunidad de ser alguien mejor —tragó duro—. Este es un mundo al que claramente no pertenece —el hombre la miró en silencio durante un largo rato.

—¿Qué hay de ti? ¿Tú perteneces a este mundo?

<<El mundo de las balas y la sangre derramada>>

—Es todo lo que conozco —Kate se giró y se alejó del policía, este la observo subir las escaleras principales, girar y desaparecer por un pasillo.

   Kate llegó a la habitación de su compañero, donde todos se encontraban esperando por su autorización para salir, la entrada era resguardada por John, quien al verla se apartó y le dejó el paso libre. Empujó la puerta con tranquilidad, la abrió en su totalidad y todos enfocaron su vista en ella.

—Todo está bien ahora, pueden salir —lentamente todos se levantaron de su lugar, algunos estaban sentados sobre la cama o esparcidos por las sillas y sillones de la habitación, otros, los más jóvenes, se encontraban sentados en el suelo. Santino Morelli se hallaba recargado contra una de las esquinas de la cama, abrazando sus piernas y mirando un punto fijo en la pared. Kate se movió a un costado para permitir que todos saliesen con tranquilidad. La habitación se vació lentamente, a excepción del joven recargado en la cama, el cual sólo le dedicaba una larga y silenciosa mirada a la agente Kate Manson. Kate giró sobre sus talones y le pidió a John un momento de privacidad con el chico, este asintió y se alejó por el pasillo. Se acercó a él a paso lento y se sentó a un metro de él, llevaba la ropa sucia por la sangre y aunque el negro no la hacía notar, ella sabía exactamente donde se encontraba y no quería que el chico se le acercara estando en esas condiciones.

—Lidio con esta clase de cosas todo el tiempo —jugueteo con uno de los cordones de sus botas y la fija mirada de Santino sobre su rostro—. Me he acostumbrado a ello más de lo que me gustaría —admitió—. Pero tú no deberías pasar por esto, tienes apenas diecisiete años —un nudo se le formó en la garganta, ojalá alguien le hubiese dicho las mismas palabras a ella cuando tenía su edad y ojalá ella las hubiese escuchado—. Es posible que cosas peores sucedan en el futuro —notó como Santino se crispaba—. A decir verdad, esto es algo insignificante para ellos —esta vez Kate lo miró—. Puede que tu padre tenga poder, puede que contrate gente para protegerte, pero si esto se vuelve más grande —hizo una pausa—, nadie podrá mantenerte a salvo, no importa la cantidad de personas que te protejan, ni cuan buenos sean, ellos te encontrarán, porque para ellos es como un juego de atrapar al ratón —Kate suspiro—. Y ya se ha hecho más grande —el aire se atascó en los pulmones del adolescente, un sollozo se abrió paso desde su pecho, desatando un llanto que se llevó a su paso lo que le quedaba de tranquilidad. Pero Kate tenía claro que lo que había hecho esa madrugada era lo correcto, no había otra forma detenerlo, porque ellos no aceptarían otra forma, si ella pensaba que aún existía una forma pacífica de solucionar aquel problema, ya no la había y ella misma se había encargado de que fuese así. Kate se levantó del suelo suspirando, elevo la vista al techo y cerró los ojos un momento, volvió a mirar al joven el cual sollozaba abrazándose a sí mismo y habló despacio.

—No más fiestas, no más viajes, no más comunicación con el exterior —Santino elevó la mirada hacia ella—. Es hora de trabajar únicamente en mis términos —caminó hacia la salida—. No permitiré que nada te pase —se giró tras abrir la puerta—. Nunca fallo en una misión —salió cerrando tras de sí, preparada para realizar los cambios suficientes para mantener a salvo a Santino Morelli.

La Agente Kate Manson II (Borrador) [PAUSADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora