Narra Ivanna
Está mañana había despertado por una mirada que me hacía incomodar, al abrir los ojos me encontré con unas gemas turquesas, tan hermosas que los rayos del sol.
La protección y comodidad que sus brazos me brindaban era única, avergonzada evite su mirada, sabía perfectamente que me miraba horrible con mi cara de odio.
— Buen día pequeña — me sonríe mostrando levemente su dentadura blanca — ¿Cómo amaneciste?— pregunta atentamente.
— Hola, buen día — respondo amable — dormí perfectamente — confieso bostezando — ¿Y tú?— pregunto viendo su rostro.
— Estuvo bien — acaricia miejilla con la yema de sus dedos — te miras hermosa — halaga con su voz ronca.
— No mientas — susurro — nadie puede verse hermosa cuando recién despierta —
— Tú eres la excepción — besa la punta de mi nariz — ¿Tienes hambre?—
— ¿Quién no tendría hambre al despertarse?— bromeó viendo como una carcajada se escapa de sus labios.
— No puedo decir lo contrario por qué también tengo hambre — me sonríe — te espero en la cocina.
— Perfecto — respondo viendo a Azadiel salir de la habitación.
...
Ambos tomamos un desayuno exquisito cocinado por Azadiel, la manera atenta y amable de cómo me trataba, me hacía sentir halagada.
Con su camisa aún puesta cubriendo mi cuerpo, regresamos a la habitación donde un vestido color bronce se encontraba colgado en la puerta del baño.
— Le pedí a Mace un vestido, espero y sea de tu talla — me mira tímido — iremos a comprarte tus cosas y así puedas estar más cómoda.
— Claro — le regaló una pequeña sonrisa — tomaré una ducha y me cambio.
— Por supuesto — entro al baño con una bata — muy bien — murmuró cerrando la puerta del baño y desabrochando los botones de la camisa.
Narra Azadiel
Mace entra al penthouse con mucha confianza, busca con la mirada ha alguien hasta que se encuentra conmigo.
— ¿Si le quedó el vestido?— pregunta acercándose a mí.
— Aún no lo sé, está tomando una ducha — hago un ademán señalando el pasillo que lleva a la habitación.
— ¿Tienes cocinero?— pregunta al ver la comida.
— No, he cocinado yo — me encojo de hombros.
— ¿Desde cuándo los ángeles le cocinan a los humanos?— cuestiona dudosa
— ¿De responder esa pregunta?— rodeo los ojos
— Azadiel, jamás cocinas — se cruza de brazos.
— Nunca es tarde para cocinar — suelto un suspiro dando por finalizada la conversación.
— ¿La llevaras de compras?— pregunta caminando a la cocina.
— Por supuesto, ¿Nos acompañas?— pregunto y ella me voltea a ver con una cerveza en la mano.
— No puedo, tengo planes — destapa la cerveza — ¿Por qué no le dices a Lucifer? Él llevará a su rubia de compras también.
— Conoces como es Lucifer — camino hasta ella —
— De todas formas iré con ellos — bebe un sorbo de la cerveza — necesito más ropa — me mira
— Tienes demasiada ropa — le recuerdo — la última vez que fuiste de compras casi te traes toda la tienda — me burló de ella.
— No hables idiota — rodea los ojos — debo irme, si hay algo importante te aviso — camina al elevador.
La veo irse bebiendo de la cerveza, al voltear y ver al pasillo que lleva a la habitación estaba la preciosa pelinegra.
— Te miras hermosa — halago al ver como ese vestido se vuelve una segunda piel.
— Muchas gracias — muerde su labio inferior — ¿Puedes ayudar?— mira sus pies y la cinta de los tacones no están abrochados.
— Por supuesto — me arrodilló y abrochó sus tacones, sintiendo un dulce olor a vainilla.
— Gracias — me mira tímida — ¿Nos vamos?— pregunta.
— Solo me cambio y vamos — camino a la habitación.
Me ducho rápido, cambiándome por un traje sin corbata, calzo los zapatos y voy hasta ella.
— ¿Nos vamos? — se levanta del sofá —
— Claro — me acerco hasta ella — vamos — entramos al elevador — te miras muy bien — susurra viéndome.
— Gracias, no soy un icono de moda como Lucifer — sonrió.
— ¿Es tu hermano?— cuestiona jugando con el móvil entre sus manos.
— Es uno de mis tantos hermanos — confieso —
Narra Ivanna
A pesar de que Azadiel es alguien amable, no quitaba los nervios en mi interior. Llegamos al estacionamiento subterráneo del edificio, un precioso Lamborghini color negro nos esperaba aparcado, Azadiel de una forma amable abrió la puerta del copiloto, permitiendo que entrase primero.
Pasear por las calles de Puerto Rico en un día caluroso era perfecto, sentir los rayos del sol abrazar tu piel con tanta intensidad te hace demostrar lo valioso que es sentirse libre.
Llegamos a una plaza muy conocida cerca de la playa de San Juan, Azadiel aparco el auto para luego bajarse y abrir la puerta del copiloto.
— Permíteme — extiende su mano — Con cuidado nena — recibo su mano
— Gracias — murmuró saliendo del auto.
Cerro la puerta despacio, nuestras manos entrelazadas se quedaron así hasta entrar a la plaza, caminamos por toda la plaza entrando y saliendo con mil bolsas de compras.
El reloj de mi móvil marcaba 15:30 horas, mi estómago comenzó a exigirme comida, estaba por decirle a mi acompañante sobre la exigencia cuando ambos conectamos miradas.
— ¿Tienes hambre?— pregunta y asiento con la cabeza.
— Muero de hambre — bromeó
— ¿Quieres comer algo de aquí o vamos a otro restaurante?—
— Aquí está perfecto — le respondo viendo los puestos de comida rápida.
— ¿Qué deseas comer?— pregunta mientras tomamos asiento.
— ¿Sushi?— sugiero dudosa.
— Lo que gustes bella dama — me mira con su mirada intensa.
— Sushi es perfecto — se levanta y me mira
— iré a ordenar, ahora vuelvo — veo las notificaciones de mi celular, hace mucho que no he visto a Jade, tengo miedo que algo malo le haya pasado.
Solo bastó unos minutos para que Azadiel regresará con nuestra comida.
Durante el almuerzo pude saber un poco más de Azadiel, me di cuenta que era todo un caballero y un tipo muy agradable, al terminar de comer nos paramos de nuestros asientos para seguir por la plaza.
Más tarde, llegamos a la casa de Azadiel, con caballerosidad llevo todas las bolsas hasta la habitación donde me estaba quedando.
— Iré a una cena, volveré un poco tarde — anuncia antes de salir de la habitación.
— Claro, me quedare aquí — le respondo con una pequeña sonrisa.
— Ponte cómoda — me sonríe — es tu casa —
— Muchas gracias— murmuró y lo veo salir de la habitación.
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Adictiva
RomanceSegundo libro de la biología: Mi adorado tormento.🌪️ {Completa} Cuando creímos que el diablo era el único que necesitaba ser amado por una humana, su hermano mayor descubrió que él también lo necesitaba. Cuando vio aquella hermosa mujer quedó fasc...