Marriage Life [Jack the Ripper x OC Drabbles]

Atractivo

Galilea miró a su esposo mientras él estaba con la cabeza apoyada en su regazo y leía un libro de William Shakespeare, firmado por el mismísimo maestro tras el Ragnarok. La científica había logrado presentarle a Jack al famoso escritor que parecía inspirarlo.

Ella acariciaba con ternura el cabello plateado de su marido, sin poder apartar la mirada de quel rostro concentrado en su lectura. Tenía el ceño levemente fruncido y los labios en una muy leve sonrisa, mientras que sus ojos bicolor seguían la lectura.

Jack era un hombre que podía ser considerado atractivo en muchos aspectos. Tenía unos ojos únicos, uno de color rubí y el otro de un tono marrón con tintes grises, su cabello canoso no quitaba lo jovial que se veía su cara. Le gustaba su bigote en especial, pues le daba madurez y un atractivo único a su cara.

Él era un hombre guapo y el que dijera lo contrario no sabía sobre belleza. Tenía pómulos marcados, una barbilla fuerte y una nariz respingada, sus labios eran delgados y sus cejas también eran delgadas. Las arrugas eran ausentes en su piel y las ojeras bajo sus ojos le daban una mirada más intensa. A veces parecía tener una expresión sombría, pero su mirada ahora era suave y luminosa en lugar de maliciosa.

Creía que el mismo Jack estaba sorprendido de la atención femenina que comenzó a recibir después de terminar el Ragnarok debido a los sutiles cambios en sus gestos. Ya no era ese viejo sombrío, sino un hombre mayor bien parecido; además, su genética le favorecía.

Los ojos de Jack dejaron el libro y se dirigieron a su esposa, notando cómo ella le miraba muy concentrada. Galilea se perdió en sus pensamientos un momento hasta que notó que él había volteado a verla. Ella sonrió con ternura acariciando su suavidad el rostro de su querido esposo.

— ¿Sucede algo, querida? — Él preguntó, encerrando el libro para centrar la mirada en ella.

— No. Solamente estaba admirando el atractivo de mi marido-— dijo Galilea con total honestidad.

— No creo que la vista sea mejor que la que tengo yo.

Un sonrojo se hizo presente en sus mejillas cuando su esposo dijo aquellas palabras. No era la primera ni la última vez que la llamaba hermosa, pero era inevitable sentirse apenada incluso después de varios meses juntos.

Galilea de inclinó hacia él para depositar un beso en sus labios, gesto que fue correspondido gustosamente por el caballero.