—¿A dónde vamos Woo? — preguntó San con su voz dulce como siempre.
—Es un secreto.
—Pero soy tu novio, tengo derecho a saber — Dijo mientras hacía un puchero sacando una pequeña risita departe de Wooyoung.
—Está bien — lo miró — iremos al cielo.
—¿Al cielo?, Wooyoung deja de decir tonterías — negó y rió — ¿por qué iríamos al cielo?.
—Por que eres un ángel perdido e iré a decirle a los demás ángeles que no busquen más porque voy a robarte.
—Robar es malo, es más seguro que te vayas al infierno — bromeo riendo.
—Oye, no tienes que decirme la verdad tan así de doloroso — rió fuerte.
—Te amo Wooyoung.
—También te amo Sannie.
Después de decirse eso y verse por unos segundos siguieron nuevamente su camino, las calles de la ciudad estaban algo desiertas y a pesar de que ya era algo tarde estaba muy claro, todo era perfecto y más sabiendo que se tenía el uno al otro.
San con cuidado sacó su celular sin dejar que Wooyoung lo notara y de un momento a otro lo llamó por su nombre.
—¡Wooyoungie!.
El mencionado se giró rápidamente asustado, pero al notar que San estaba con su teléfono frente a su rostro notó que de una foto se trataba así que procuró reírse justo antes de que el teléfono haga el típico "Click".
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ambos sonrieron y segundos después llegaron a un lugar llamado "Virtual World" y es un lugar específico para juegos de realidad virtual.
—¿Mundo virtual? — preguntó San confundido sin saber qué era lo que había adentro.
—Sí, espera a verlo por dentro — Wooyoung sonrió y entró primero a aquel lugar.
En segundos fue seguido por San hacia adentro y llegaron a la taquilla del lugar, Wooyoung se encargó de pedir dos pulseras para ambos y luego regresó con San entrando a la verdadera sala de juegos.
—Esto es hermoso — dice San abriendo su boca con asombro y explorando todo el lugar con su vista.
—Sabía que te gustaría...
La tarde/noche transcurrió tan bien, incluso mejor de lo que pensaban, se reían de todo, de sus risas, de sus gritos de terror al estar en aquellos tenebrosos juegos, de absolutamente todo. Parecían dos niños que jamás habían jugado antes.
Así fué como el rato en los juegos acabó y era hora de irse a casa de San, por suerte no quedaba tan lejos ya que por una extraña razón que ni ellos sabían, no se habían ido en la motocicleta de Wooyoung.