Piso Uno

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"La mejor manera de hacer una entrada, ¡Es por la puerta!".

(…)

Mogecko observó como dos Mogekos estaban pegados contra la pared, tratando de escuchar los sonidos que Mogecko escuchó sin la necesidad de hacer lo mismo.

Se está volviendo inquietante saber que soy como un súper-Mogeko. Mogecko soltó una risilla ante ese pensamiento.

El renacido siguió su camino por los pasillos, ignorando a los Mogekos en el camino que pasaban tranquilamente o estaban quietos en una parte específica de los amplios pasillos del castillo.

Luego de un rato de caminata, Mogecko cruzó una puerta, y así llegó a una... habitación completamente rojiza.

—Esto... es raro —notó Mogecko.

Avanzó por el pasillo rojo y observó cómo un Mogeko regalaba un pan a otro, el cual, después de dar un bocado, cayó al suelo, sangrando de manera anormal y tosiendo violentamente.

—Eh... ¿Qué demonios?

El Mogeko que asesinó al otro se dio la vuelta para observar a Mogecko, quien se asustó un poco al verlo.

—Oh, ¡Hola! —dijo el Mogeko.

—Uh... Hola —respondió Mogecko, tragando saliva para deshacer el nudo en la garganta que se le había formado por miedo, para luego acelerar el paso y dejar atrás a aquel Mogeko raro.

Llegó al final del pasillo rápidamente solo para notar un cartel. El cartel indicaba: “Camino rojo”.

Creo que eso ya era bastante obvio. Pensó Mogecko.

Con eso, nuestro protagonista dejó atrás aquel pasillo algo inquietante.

(…)

Al entrar al nuevo pasillo, notó que era un pasillo como el de hace un rato, algo pequeño con un cuadro en el centro y dos plantas decorativas al lado de cada puerta, y había un Mogeko al lado del cuadro, mirando fijamente a Mogecko.

Debo llegar rápido al primer piso...

Mogecko empezó a caminar mientras ignoraba al Mogeko, quien continuaba mirándolo.

Mogecko abrió la puerta, pero al sentir un escalofrío recorrer su espalda, giró rápidamente sobre sus pies y observó al Mogeko que lo seguía mirando fijamente.

—...

—... Mogege ~

¿Moge? Se preguntó Mogecko.

—Sí, Moge —respondió él, aún sin saber qué significaban las primeras dos sílabas de la palabra “Mogeko”.

Con eso Mogecko cruzó y cerró la puerta detrás de él, dejando al Mogeko raro en ese pasillo.

Al cruzar, Mogecko observó la nueva habitación en la que se encontraba, una habitación grande con tres cuadros en las paredes, uno más grande que los otros dos, varias plantas decorativas y una escalera que conectaba con la parte superior en la que se encontraba. La habitación era una especie de gran salón con un segundo piso que actuaba como conexión con las demás puertas.

Mogecko comenzó a caminar hacia la escalera para llegar a las grandes puertas que actuaban como entrada al castillo.

—Este debe ser el primer piso —notó Mogecko, sabiendo que probablemente no haya puertas así de grandes por el lugar, indicando que claramente estaba en la entrada del Castillo Mogeko.

El Contrato (reescrito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora