Epílogo

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"Finalmente, se puede decir que estamos juntos... ¿no?".

(…)

Un año ha pasado desde que Mogecko se hizo rey del castillo.

Él cambió muchas cosas, aumentó otras y eliminó las que sobraban... Yonaka también se había encargado de enseñarle a Mogecko lo que aprendía en la preparatoria. Mogecko apreciaba esos momentos.

En estos momentos, él estaba despertando del largo sueño que tuvo. Era un día nuevo y él estaba listo para vivirlo.

Salió de la habitación lujosa en la que se encontraba y se dirigió al baño del pasillo. Él lo prefería en su cuarto, pero no es como si caminar unos pasos fuera tan molesto.

Cuando Mogecko intentó abrir la puerta del baño, este la encontró cerrada.

Con un fuerte suspiro, Mogecko frotó sus sienes, tratando de evitar el futuro dolor de cabeza que tendría—. Si no dejas de masturbarte y sales del baño ahora mismo, tumbaré esa puerta, cortaré tus bolas y te las meteré por la boca —amenazó Mogecko.

Sin perder el tiempo, el Mogeko que se encontraba dentro del baño abrió la puerta y huyó del lugar.

Mogecko entró al baño y notó la revista hentai que el Mogeko había dejado atrás al huir.

—Jodido Carlos…

Mogecko tomó la revista y la enrolló en su mano, planeando devolvérselo a Carlos más tarde.

Después del problema anterior, Mogecko se cepilló los dientes y se lavó la cara, preparándose para el nuevo día que tenía delante.

Saliendo del baño, Mogecko empezó a caminar por los pasillos en dirección a la sala del trono. Donde él se sentaba y se aseguraba de que todo no se fuera al diablo.

Con un suspiro, Mogecko decidió ir al trono después, primero tenía que comer algo.

Dirigiéndose ahora al comedor del piso en el que se encontraba, Mogecko caminó por los pasillos del castillo. Ciertamente, el lugar tenía un encanto que Mogecko no podía describir… tal vez porque ahora lo considera un hogar.

No hay mejor lugar que el hogar.

Mogecko llegó al comedor y, con un fuerte bostezo, se acercó a la barra de comidas.

—¡Buenos días rey! —saludó un Mogeko.

Cuando pasó esto, todos los Mogekos de la habitación voltearon a ver a Mogecko, y saludaron con la mano.

—Buenos días —respondió Mogecko, a todos los presentes en el comedor.

Luego de eso, todos los Mogekos continuaron con lo que hacían, ya sea comer, cocinar o realizar tareas de limpieza.

Luego, Mogecko volteó a mirar al Mogeko cocinero delante de él, y pidió—: ¿Podría darme el plato de hoy día?

A lo cual, el cocinero respondió—: No hay problema. —Y así, el Mogeko le sirvió un plato de puré de papas junto con arroz cocido y, por último pero no menos importante, el prosciutto. Luego, el cocinero le entregó una cuchara a Mogecko. El maldito plato se veía increíble a pesar de la simpleza del mismo.

Mogecko se sentó en una de las mesas y empezó a comer del plato con la cuchara que se le entregó, Mogecko nunca se decepcionaría de los Mogekos cocineros, son realmente increíbles en lo que hacen.

Al terminar de comer, Mogecko simplemente dejó el plato en la mesa, teniendo cosas más importantes que hacer ahora—. Para eso tenemos a los que limpian…

El Contrato (reescrito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora