Piso Tres

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"¡Sangre...! Espera, ¿Eso no es minestrone?".

(...)

~ Minutos después ~


Yonaka y Mogecko ya estaban subiendo las escaleras al tercer piso, luego de pasar por un pasillo algo grande con muchas columnas y recoger un prosciutto en la sala previa a la de la escalera. También, Mogecko había evitado que Yonaka entrase al cuarto de donde él salió. No lo hizo porque Yonaka iba a saber que él vino de un huevo, sino porque cuando Mogecko revisó aquel cuarto, estaba lleno de larvas Mogeko, y probablemente haya sido una mala idea entrar allí.

Luego de llegar al final de la escalera, cruzaron una puerta, y se encontraron de nuevo en otro pasillo. Esta vez, con seis puertas en el mismo, tres a cada lado del mismo.

—Bueno, tal vez deberíamos revisar cada cuarto... —opinó Yonaka, solo para ser interrumpida por Mogecko, quien señaló—: ¿Ya se olvidó lo que casi le pasa por hacer eso en el campo de flores?

Yonaka gruñó cansada, y respondió—: Sí, esas larvas Mogeko eran repugnantes.

Luego de unos segundos, Mogecko cedió ante Yonaka y estuvo de acuerdo con ella—. Bueno, si usted desea, entonces revisemos cada habitación. Solo hay que tener cuidado.

Yonaka mostró una ligera sonrisa, y no tardó en responder—: Sí, claro.

(...)

~ Un rato después ~


Luego de haber tomado un descanso en las camas que habían en un cuarto. Comer el prosciutto de una mesa y tomar sopa de minestrone mientras veían anime, Yonaka y Mogecko entraron a un cuarto con varios libreros. Entre los libros había porno y, según Yonaka, un libro grueso y pesado el cual prometía más que imágenes eróticas.

—Hmm... ¿"Caza de defectuosos"?... Vamos a ver.

—Señorita Yonaka, ¿Tal vez podríamos apurarnos? Tengo un mal presentimiento sobre esto...

Yonaka no escuchó y continuó leyendo y, para infortunio de ambos, se escuchó la voz de otra persona... Bueno, otro Mogeko.

—¿Que lees? 🎶

Yonaka y Mogecko fueron rodeados rápidamente por un grupo de Mogekos quienes entraron a la habitación.

—No puedes correr ahora, no, ¡No puedes! —gritó un Mogeko familiar.

¿¡Cómo el maldito sigue vivo!? Pensó Mogecko, al ver a Mogeko delante de él.

Yonaka se asustó tanto que gritó de miedo.

—Señorita Yonaka, ¡El cuchillo! —gritó Mogecko.

—... A-Ah, ¡Sí! —Yonaka sacó el cuchillo encantado y se lo entregó a Mogecko.

—Ah, ¡Tú también estás aquí! ¡Chicos, captúrenlos! —Mogecko chasqueó la lengua ante esto, y se puso delante de Yonaka para protegerla.

Los primeros tres Mogekos trataron de reducir a Mogecko, quien logró derribar a uno de ellos con una patada en las rodillas y un corte profundo en el rostro, al segundo no le fue mejor, le incrustó el cuchillo en el estómago y procedió a destriparlo, pero antes que pueda hacer algo con el tercero, otros dos se le acercaron y le golpearon con un taburete en la cabeza, así, noqueándolo.

Yonaka, sorprendida, no podía creer que sería llevada por los Mogekos y, probablemente, le iban a hacer cosas que ella ni quería imaginar—. ¿... Eh? ¡¡W-Wha...!!

El Contrato (reescrito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora