6. Adiós

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Cinco años antes ~

Aquella tarde, Kyle parecía estar inusitadamente inquieto. Revolviendo los cajones, arrojando por el suelo hojas y cuadernos, tirándose de los pelos mientras farfullaba una que otra maldición...

Cartman, en cambio, estaba sentado de piernas cruzadas encima de la cama. Tranquilo. Siguiéndolo con la mirada y viendo como la habitación iba transformándose en una cochinera.

- ¿Qué estás buscando?

Kyle contestó con un bufido y empezó a sacar la ropa de su armario. Cartman se levantó de la cama, dispuesto a ayudarlo (no tenía nada mejor que hacer) cuando le cayó encima de su pelo uno de los calzoncillos del pelirrojo. El demonio se quedó paralizado, observando con temor a que él se diera la vuelta y viera lo que tenía en la cabeza (lo que conllevaría a chillidos, varios "Culo gordo de mierda" y unos cuantos golpes que le dejarían con dolor de cabeza durante varias horas). De inmediato, se quitó la prenda de la cabeza y estuvo tentado de tirarla al suelo, junto al montón de ropa que Kyle había sacado, cuando se dio cuenta de una cosa importante...

... era unos calzoncillos con dibujos de piratas. Barquitos y piratas.

Cartman se mordió los labios y contuvo la risa, mientras sus ojos rojizos vagaban del pelirrojo al los calzoncillos y viceversa.

- Será infantil el condenado judío... - pensó para sus adentros.

- No puede ser. - siseó Kyle. - ¡No está!

El chico judío se sentó en el suelo, cubriéndose la cara con ambas manos.

Cartman carraspeó para llamar su atención y, cuando Kyle alzó la vista, le enseñó los calzoncillos con una sonrisa pícara en los labios:

- Si estos calzoncillos son así de feos, no quiero ni imaginarme cómo debe ser el que llevas puesto ahora mismo.

Las mejillas del pelirrojo no tardaron en enrojecer. Se incorporó del suelo, con un tic en el ojo y estuvo a punto de golpearle en la cara (o en los huevos. Ambas opciones eran bastante buenas). Pero el castaño lo agarró del brazo y lo acorraló contra el armario.

- Eres un puto cerdo, Cartman.

- Cosas peores me han llamado. - se encogió de hombros el demonio. - Pero, eso no es lo importante. ¿Llevas o no unos calzoncillos cómo éste todo los días?

Kyle hizo una mueca y le insultó en voz baja. Cartman soltó una carcajada.

- Mira, culo gordo, no tengo tiempo para tus jueguecitos. - le gruñó el pelirrojo. - Así que, suéltame. Tengo prisa.

El demonio arqueó una ceja y le soltó el brazo.

- Pero, ¿se puede saber qué cojones estás buscando?

- Mi proyecto de Física. - contestó malhumorado, volviendo a registrar el armario. - Juraría que lo había dejado en el escritorio. Pero no está ahí.

Cartman puso los ojos en blanco.

- ¿Quieres qué te ayude a buscarlo?

- No.

- Judío orgulloso. ¡Venga, Khal!

- He dicho que no. Estorbas.

Manzanas Envenenadas (Kyman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora