Death Note: The New World [Pausada]

Capítulo 19: "Cinco minutos en Marte"

La vida es solo una ilusión
Un espejismo del dolor
Que el sueño eterno hará cicatrizar

~~ L ~~

"Soñé una vez que mi nombre era una melodía, y que al pronunciarlo había algo parecido a una sonrisa en tus labios, L... Ahora me pregunto si era yo en el sueño o era alguien más..."

Cerré los ojos y agité la cabeza para silenciar su voz en mis pensamientos, luchando por apartar su imagen de mi mente antes de que me distrajera, pero mis intentos resultaron vanos cuando volví a abrir los ojos y me encontré con la copia casi exacta de ella sentada en el escritorio frente a mí, revisando y tomando notas de una montaña de documentos que no parecía hacerse más pequeña con el pasar de las horas.

Bella, centrada, fría, fuerte, así era ella, así es Lied. Ambas son tan idénticas, tan dolorosamente iguales que es inevitable sentir una opresión en mi pecho cuando la veo.

- Ryuzaki, acabo de descubrir que... ¿Ryuzaki?

Su voz, las expresiones de su rostro, su mirada, duele, todo duele. No puedo evitar pensar en ella al verla, su imagen se diluye en la sonrisa de la mujer que quedó grabada para siempre en mi alma, que marcó mi pasado y que acecha en la forma de un fantasma que se adhiere sin piedad a mí.

Y me lastima.

- Oye... ¿me estás escuchando?

No puedo soportar cuando hace eso, cuando enfoca sus ojos en mí y yo siento que me pierdo en un mar de chocolate tan similar al de ella, pero los ojos de Lied, de alguna forma, son diferentes. Son cálidos, tiernos, transparentes, inocentes y llenos de una férrea determinación que impulsa sus acciones y su sentido de justicia. El reflejo de su alma toma forma al observarlos, y entonces sé que ella es como una dulce melodía en el viento.

Tan serena, tan insólita, tan hermosa.

Lied es el calor de los primeros rayos del sol al alba que acarician mi piel fría a causa de la frescura del amanecer en otoño. Lied es hogar, familia, alegría, lazos...

Y ella era el frío de la noche estrellada, la primera brisa del invierno, el brillo de la luna, el iceberg del norte. Tan fría e inamovible, tan fuerte e impenetrable, tan carente de emociones que resulta imposible deducir sus razones para preferir el sueño eterno...

Pero incluso eso era parte de su encanto.

Ser... impredecible.

- ¡¡Oye, Ryuzaki, reacciona!!

Mis ojos parpadean al llamado y enfocan inmediatamente a Lied.

- ¿Qué pasa?

- ¿Estás bien? Te noto algo distraído...

Quisiera creer con todas mis fuerzas que su preocupación es real, pero ¿Cómo? ¿Cómo sacas agua de una roca? ¿Cómo niegas la verdad y sigues viviendo tan tranquilamente como antes de que la descubrieras? Y es que una vez que sabes que Santa Claus no existe, no hay forma de que sigas en vela esperando al lado del árbol que él baje de la chimenea y coma tus galletas.

Simplemente es imposible. Cuando el velo de ignorancia desaparece... tus ojos nunca más volverán a estar cubiertos.

No importa cuanto lo intentes.

Y sé que ella no es lo que aparenta, sé que no es el sol que acaricia el jardín congelado en primavera aun si intento creer que sí.

- Estoy perfectamente.

Ella no lo cree, yo tampoco. Lo que hace a continuación me sorprende, más no me impresiona. Me pregunto ¿Qué tan común es en mi vida que una chica me revise la temperatura y me analice de pies a cabeza? La respuesta es que nunca alguna chica lo ha hecho, y me hace cuestionar hasta qué punto he permitido que mi concentración se vea superada por el fantasma de la mujer que sacudió mi mundo en el pasado, como para que ahora su copia frente a mí no me impresione demasiado.