CHAPTER SIXTEEN

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El duelo, segunda parte

Pude ver la segunda parte del duelo en el espacio de la gruta superior del tempo, en la cual había visto a los soldados Telmarinos llegar horas antes. Susan estaba a mi lado y los demás arqueros estaban a nuestro alrededor. Aunque estábamos preparados por si pasaba cualquier cosa, todos estábamos muy atentos a lo que pasaba allá abajo.

Peter se dirigió otra vez hacia el centro, cara cara contra Miraz. Esta vez había decidido ir sin su casco. Y le odié por eso.

¿¡Está loco!? ¿¡Quiere que Miraz lo mate más rápidamente!?

Miraz también rechazó su casco cuando el capitán se su ejército se lo intentaba colocar. Pero Miraz lo rechazó por puro orgullo. Él no iba a ser menos que un joven, aunque estoy segura que Peter ha luchado en más batallas que Miraz.

Las espadas y los escudos volvieron a chocar. Esta vez toda parecía más rápido y menos calculado. Los dos estaban ya cansados y les dolían más partes del cuerpo de las que querían admitir. Pero allí estaban, los dos luchando sin parar, por el trono. Hubo un momento durante el duelo en el que Susan y yo nos cogimos de la mano. Miraz empezó a tacar a Peter rápidamente y parecía que en cualquier momento el más joven caería desplomado al suelo. Miraz siguió atacándole y Peter acabó dándose un golpe con una de las columnas de piedra que había en el escenario del duelo y perdiendo su escudo. Justo cuando Miraz las tenía todas para ganar y ya tenía la espada en el aire, Peter le dio una fuerte patada a los pies de Miraz y fue este el que acabó desplomado en el suelo. Parecía que ahora estaba todo a favor de Peter. Miraz rodó por el suelo, copiando la táctica de Peter, y se levantó, las espadas volvieron a chocar una vez más pero Peter se hizo con las dos. La suya en la mano derecha y la de Miraz a la izquierda. Lanzó la de Miraz lejos, detrás de él y empezó a atacarle. Miraz solo podía optar ahora a una táctica defensiva con su escudo. Pero de repente nos sorprendió a todos quitándole la espada a Peter y dándole un puñetazo en la cara. Tiró la espada de Peter y siguió dándole golpes con el escudo. El más joven al final le paró uno de los golpes cogiendo el escudo de Miraz y retorciéndolo hacia un lado y dando una maravillosa vuelta sobre sí mismo, acabó poniéndole los brazos y el escudo de Miraz en la espalda de este. Miraz se retorcía de dolor pero consiguió empujar a Peter contra una gran piedra, volvió a coger su espada y le atacó. Peter lo siguió esquivando y finalmente le dio un puñetazo a Miraz justamente en el corte que le había hecho en la primera parte del duelo. Miraz empezó a gritar de dolor y se acabó arrodillando pidiéndole un descanso a Peter.

– ¡No es momento de ser caballero, Peter! – Oí que le gritaba Edmund a su hermano mayor.

Los gritos de los narnianos y de los soldados Telmarinos cesaron completamente. Estaba todo el mundo en silencio. Había tanto silenció que parecía que podíamos oír la respiración de los dos luchadores. Peter comenzó a caminar hacia Edmund y Caspian, dejándole un descanso a Miraz, como el caballero que era. En cambio Miraz no lo era tanto y se movió para coger su espada, se levantó rápidamente y fue a atacar a Peter directamente por la espalda.

– ¡Cuidado! – Grité sin poder contenerme.

Y debí de gritar fuerte o Miraz debió hacer mucho ruido, porque Peter se giró rápidamente y esquivó a Miraz, y con buena suerte le cogió la espada a Miraz, dio una vuelta sobre sí mismo y se la clavó en el pecho. Dejé ir de golpe el aire que había estado conteniendo desde hace un rato sin darme cuenta. Al mismo tiempo que Miraz se arrodillaba, Peter le saco la espada del pecho. Miraz seguía vivo, pero no por mucho tiempo. Peter estaba preparado para darle el golpe de gracia, pero en cambio le ofreció la espada a mi hermano. Caspian se acercó a ellos con paso decidido. Hasta que no lo vi desde allá arriba no me di cuenta que iba vestido con su armadura telmarina. Caspian cogió la espada de Miraz de las manos de Peter y le hizo un gesto de agradecimiento con la cabeza a este. Peter se lo devolvió y fue a buscar su espada y escudo para luego reunirse con su hermano menor. Todos, narnianos y telmarinos, mirábamos como mi hermano, Caspian X, estaba a punto de matar al usurpador del trono de Narnia, Miraz. Vi como Miraz le dijo algo a mi hermano, pero estaban demasiado lejos como para poderles oír. Entonces noté como los brazos de mi hermano temblaron sutilmente y con un grito, clavó la espada justo delante del cuerpo de Miraz, en el suelo.

Sabía que Caspian no lo haría. Él no es así.

Y me alegro mucho de que no lo haya hecho.

Y así, perdonándole la vida, se dio media vuelta y se dirigió a sus nuevos súbditos, los narnianos. Todos ellos se volvieron como locos y empezaron a gritar de la alegría. Los arqueros a nuestro alrededor se abrazaban los unos a los otros. Me giré hacia Susan y nos abrazamos nosotras también.

¿Ya había acabado todo?




Narnia. Una nueva y diferente aventuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora