¿Caballero?

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—No —volví a negarme ridículamente y Jungkook bufó.

                         
Llevábamos cinco minutos ahí encerrados en mi habitación discutiendo sobre lo mismo. Que tenía que cambiarme de ropa, porque si iba a comprar así lo avergonzaría y blah blah blah. No era mi problema, me gustaba como me vestía y si yo creía que como andaba vestido estaba bien, ¡estaba bien y ya!... ¿verdad?

                         
—Te ves terriblemente horrible en esa ropa...; sin ofender —dijo Jungkook y yo alcé una ceja mientras me cruzaba de brazos.

                         
¿Sin ofender? ¿Enserio? Este chico no tenía delicadeza para hablar.

                         
—Necesitas verte más a la moda, ¿sabes? Como los del instituto o... no sé... menos... tú —continuó lentamente y rascando su nuca un tanto incómodo.

                         
Volví a arquear una ceja.

                         
—¿Sin ofender? —cuestioné intentando adivinar que me decía todo esto con buena intención.

                         
—¡Exacto! —exclamó él alegremente y yo suspiré.

                         
—Si lo haces dejaré que pases todo un día con Bon-Hwa... —canturreó en chantaje Jungkook y lo miré fijamente a los ojos.

                         
—Bien. Aceptó —dije cortamente aceptando el chantaje.

                         
¡Todo por estar con el gato ninja!

                         
—Genial —comentó el simio con una sonrisa triunfadora y yo rodé los ojos.

                         
Creído...

                         
—Muy bien, te puedes ir. Me voy a cambiar de ropa y preferiría que un simio pervertido no me viera —dije seriamente.

                         
No estaba de ánimo, menos para hablar simpáticamente con ese idiota que me ofendía con la intención de no ofenderme. Jeon Jungkook era el chico más idiota del planeta, y no soportaba tenerlo bajo el mismo techo. ¿Por qué rayos mi madre había querido que nos fuéramos para allá? Habría sido más sencillo y mejor un hotel... o algo.

                         
—De acuerdo. Adiós, señorito arrogante —dijo burlón Jungkook.

                         
—Adiós, imbécil retrasado —dije en despedida rodando los ojos y le cerré la puerta contra sus narices, en plena cara.

Sólo tres palabras: Él. Era. Imbécil.

                         
De acuerdo, a petición del muy imbécil simio, me cambie de ropa, o más bien: menos como yo. Unos simples jeans, mis zapatillas que eran imitaciones de Vans, mis gafas negras, y una remera negra que en realidad era muy hermosa, preciosa y sexy.

                         
Salí de mi habitación y encontré a Jungkook apoyado contra la pared. Me observó de pies a cabeza —poniéndome un poco nervioso, he de admitir—, y se detuvo al ver mi remera.

                         
—Me gusta tu remera —comentó con una sonrisa media torcida.

                         
"I Hate You" era la oración que se leía en inglés en letras negras sobre mi prenda de vestir.

viviendo con el nerd (kookgi) Adap.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora