De repente se le ocurrió una manera de inducir a Geisha para que se encuentre con ella en algún sitio y así poder sonsacarle información.
—Lucas, enseguida vuelvo –dijo Agustina abandonando la sala con rapidez y sin esperar respuesta por parte de su novio, quien aún estaba deliberando con sus empleados acerca de las medidas a seguir cuando la gente comenzara a retirarse de la Exposición.
Aprovechando que aún la vista de Katsuo estaba ocupada en las personas que se agolpaban en su stand para probar sus juguetes, Agustina se agachó al lado de Geisha y simuló que se ataba los cordones de sus zapatillas de cuero sintético color azul. Dio unos golpecitos en la pared lateral del cuerpo de la estatua y dijo en un susurro: — Sé que puedes escucharme y quiero que sepas que si no haces lo que te digo, diré que tú y dos de las robots de Tanaka están camufladas dentro de la decoración. Te devuelvo la advertencia: a los directivos de la Asociación no les gustaría encontrarlas ocultas aquí.
Lentamente se incorporó y esperó en silencio la respuesta de la niña. Dos minutos después, Geisha sintonizó el auricular de Agustina y contestó: — Nuestro deber es cuidar de Katsuo y de otro modo no nos hubieran permitido hacerlo.
— Nadie amenaza a Tanaka, es él quien juega sucio y no es ético en sus negocios –respondió la joven Ferrari apretando los dientes, le molestaba la sobreprotección que le brindaban las robots al japonés, aunque tenía que admitir que ella actuaba del mismo modo con su padre.
Geisha decidió que sería mejor no agregar leña al fuego y evitar enfadar a los directivos de A.M.J., bastantes disgustos había tenido Katsuo por no estar entre los mejores y bastantes problemas había tenido que resolver para evitar las sanciones. Tenía que impedir que la mirada de la Asociación volviera a posarse en su creador. No tenía nada que perder, había estado cerca de la joven antes y no había sucedido nada malo, además le interesaba estar cerca de la hija del dueño del hotel.
— De acuerdo, dime qué quieres que haga y evaluaré las posibilidades…
— Te esperaré cuando finalice la Exposición en la esquina donde te perdí de vista esta tarde –dijo Agustina alejándose de la kokeshi con naturalidad como si estuviera dando un paseo por un parque.
Agus tendría que pensar el modo de escapar de la vista de Lucas y de su padre, aunque no sería prudente ir sola, así que le diría a Sandro que la acompañe. Intentó encontrar a su custodio entre los demás empleados del hotel, pero no lo halló. Le pareció extraño no haberlo cruzado en toda la tarde, pero supuso que tal vez estuviera ocupando un puesto afuera del salón. Faltaba una hora para dar por terminada la Exposición, así que Agustina decidió disfrutar de la misma un rato más, luego vería la manera de escabullirse fuera mezclada entre los asistentes. Si podía encontraría a Sandro afuera y sino iría sola, de todos modos tenía colocado el intercomunicador.
Las normas de la Exposición permitían a los fabricantes exponer sus prototipos o proyectos de juguetes ante los visitantes y utilizarlos dentro del salón, pero al ser juguetes que no estaban aún aprobados por la Asociación Mundial de Jugueteros, tenían prohibido sacarlos fuera de la feria o venderlos.
Katsuo Tanaka había ideado un plan para regalar los juguetes que tenía en el stand, necesitaba probarlos fuera del salón. Además, las personas estaban encantadas con ellos y Tanaka se sentía orgulloso y feliz de haber captado la atención mayoritaria, incluso había eclipsado a la favorita de la Asociación: “Baby-Spielzeug”. Ya llegaría el día en que sus juguetes fueran los más vendidos y apreciados en el mercado, ahora lo que importaba era que los presentes abandonaran el lugar con un “Konban wa” en sus manos, así en veinte días pasaría a la nueva fase de su proyecto y luego daría el golpe final. Cuando finalizara su plan con éxito tendría el dinero necesario para continuar con su ejército de kokeshi y al fin podría darle vida a la réplica robotizada de su esposa fallecida, su obra maestra.
Quince minutos antes de dar por finalizada la Exposición, Justino Ferrari habló por los altavoces y sus palabras se repitieron en varios idiomas: — Queridos visitantes, les agradecemos mucho su participación. Esperamos que hayan disfrutado de la primera Exposición de Juguetes en Argentina. Aprovechen a recorrer por última vez los stands porque a las ocho se cerrarán las puertas de los mismos y daremos por terminada esta fiesta con una pequeña sorpresa para todos. Los esperamos entonces en el patio interno ubicado detrás de este salón. ¡Gracias por estar aquí!
Unos tímidos aplausos al principio y unas fuertes palmadas luego, propiciadas por el entusiasmo de Agustina frente a las palabras de su padre, dieron por finalizada la formalidad de la Exposición.
Justino estaba emocionado y muy contento porque todo había salido como lo esperaban y las sonrisas de los niños frente a cada juguete y al colorido reinante en todo el salón eran prueba suficiente para saber que había valido la pena luchar para que esta fiesta se celebrara en el “Ragguardevole”, además de la alegría de su hija que era la razón principal de la realización de la Expo en el hotel.