-¿Qué le pasó?- Le pregunté a Aradia mientras la miraba en la camilla dormida, ella me miró y se encogió de hombros.
-No tengo ni idea, sólo sé que ha estado así por casi tres semanas- Contestó- Creo que alguien la envenenó con una plata que se usa para la magia negra pero no podría asegurarlo- Estaba realmente muy mal lo notaba incluso por su pulso, tome su mano y la entrelace con la mía- La ciencia de los humanos no le ha servido y quizá le quede solo días de vida.
-No digas eso Aradia, no lo digas ni en broma ella no va a morir- Acaricie su rostro pálido y en ese momento fue cuando me arrepentí de haberla dejado- El que le haya hecho esto firmó su sentencia de muerte.
Cinco años después de todo lo que sucedió y lo que me costó alejarme de ella para mantenerla a salvo de nuevo estaba en peligro, aunque esta vez, por algo que iba más allá de lo que yo pudiese llegar a imaginar, algo que no pode ni siquiera predecir. Sus mejillas estaban descoloridas, tenía ojeras al rededor de sus ojos, su cabello rubio castaño estaba alborotado en la almohada. Ella tenía un poco de aparatos del que dependían su vida, su respiración era irregular y de vez en cuando dormida tosia un poco, se notaba que le costaba mucho respirar y su aspecto era realmente demacrado, nunca pensé verla así. Debíamos irnos antes de que despertará no me convenía que nos viera. Aradia me había dicho que ella nos recordaba parcialmente, al menos sabía como lucíamos, lo cual significa que su subconsciente trata de devolverle sus recuerdos y no sabía si alegrarme o preocuparme. Le di un beso en la frente y salí de la habitación, no regresaría al infierno, no, a menos que descubra quien hizo esto. Aunque realmente ya tenía una idea de quién pude haber sido, lo que no me explicaba era porqué había faltado a su palabra, por qué si yo había cumplido al pie de la letra todo lo que demando. Salimos del hospital y nos adentramos al auto. Solía venir a visitarla de vez en cuando, a veces la miraba con ojos gatunos y ella solo se quedaba observándome, me aliviaba el alma. Me costó muchísimo dejarla ir, me costó mucho vivir en el infierno, saber que me amaba y aún ni me recordaba. Pero el destino siempre buscaba la manera de volverla a poner en mi camino. Puse en marcha en vehículo y me dirigí a la iglesia. Aradia venía leyendo un libro, un grimorio quizá. Necesitábamos saber con qué la habían envenenado, así, sabríamos que antídoto darle. Avance por la calle y me adentre al tráfico. Hace unos días se me escapó del infierno un arcángel, un ángel que custodiaba a los muertos. En el infierno existen 7 círculos y a parte de los príncipes infernales, había una corte de arcángeles del infierno que comandaban los ejércitos bestiales. Fue uno de ellos el que escapó, lo malo aquí, es que en su huida dejó escapar a varias almas malignas que están vagando en el mundo causando daño. Entonces, para solucionar esto debía atrapar primero al ángel. Nos detuvimos en la iglesia y entramos hasta la oficina del padre, él no se encontraba. Así que nos pusimos manos a la obra a buscar en el arsenal de libros que tenía en la biblioteca algo que pudiera ayudarnos con Annia. Ella no podía morir, no mientras yo pudiera impedirlo. Todos los síntomas que tenía coincidían con una intoxicación por magia negra. Pero tampoco estábamos seguros. Entonces sentí un aura algo oscura, me puse de pie del asiento donde estaba y miré hacia todos los lados. Había estado aquí. Después de ser expulsado del cielo decidí crear mi propio reino y empecé a crear ángeles, uno de ellos fue el arcángel que se me escapó, por eso conocía su aura, su luz, su aroma, incluso sus recuerdos. Estaba cerca de Annia y eso me preocupaba, me preocupaba muchísimo, ella en particular suele ser muy celosa.
-Aradia, necesito encontrar al arcángel- Le dije- Empezaré una búsqueda, mientras tanto tú encuentra el antídoto para Annia.
-Claro que sí, ¿Quieres qué la rastree?- Preguntó.
-No, lo haré yo- Salí de la oficina y empecé a seguir su aura. Tenía una pluma de sus alas así que la lancé al aire para que está me guiará como una brújula. Pero entonces la guarde de nuevo cuando la visita de alguien inesperado me sorprendió. Estaba sentado frente a mí, en la estatua de Miguel.
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Arcángeles Del Infierno #2
Fantasy-Te fuiste, me dejaste- Lo acuse- Tomaste una decisión sólo, no me lo preguntaste y simplemente te fuiste, ni dejaste que estuviera lo suficientemente lúcida para decidir si te quería lejos. -Lo hice por que te amo- Contesto, mientras miraba hacia o...