Capítulo 24

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-Te gusta Katrina- Afirmé- Se te nota- Aradia me miró frunciendo ligeramente el ceño.

-No, no es así- Contestó, ella estaba mirando los libro en el librero. Estábamos en la biblioteca y yo estaba sentada en el sillón- Toda la basta colección de libros que tiene y no hay uno solo bueno. Claro que la literatura actual no es muy buena que digamos.

-No me cambies el tema.

-¿Qué te hace creer eso?- Preguntó.

-La miras como Lucifer me mira a mí- Ella se giró para mirarme de nuevo y sonrió.

-Nunca he visto a nadie que mire a alguien como Lucifer te ve a ti. No puedes comprar. La mirada de la que hablas es de alguien completa y absolutamente enamorado, te mira como si de un mismísimo ángel se tratará- Solté un suspiro- Además... Katrina no puede amar, no es como la creo Lucifer- Dada por terminada la conversación y resignada a que nunca me diría nada, seguí leyendo el libro en mis manos. Mientras tenía la cabeza inclinada ví una gota de sangre en la página que leía, luego cayó otra me di cuenta que la sangre era mía- Annia estas sangrando- Aradia se acercó a mí, todo empezó a verse nublado- Hay que ir al baño- Me sostuve de sus brazos para poder caminar junto con ella. Pero en ese momento no pude contener mis ganas de vomitar. Todo lo que había comido lo expulsé la baba negra volvía a salir por mi boca dejándome sin fuerzas.

-¡Annia!- Exclamó Lucifer, empecé a toser incontrolable mente, me estaba ahogando con mi propio vomito- Cielo, expúlsalo- Me inclino y me empezó a dar pequeñas palmadas en la espalda- Annia vomítalo, vamos hazlo, vomítalo- Finalmente pude hacerlo, estaba sollozando y trataba de aspirar grandes bocanadas de aire- Mírame, mírame- Saco un pañuelo de su camisa y empezó a limpiar mi boca llena de sangre, estaba muy, muy mareada.

-Perdón- Le dije a Aradia que estaba llena de vómito en su ropa.

-No pasa nada Annia, sale con agua y jabón- Solté un suspiro, había quedado muy cansada- No te queda mucho tiempo Annia y lo sabes- Sus ojos gritaban preocupación absoluta. Lucifer me tomó de las piernas, enrollé mis brazos en su cuello y me alzó.

-Ven, descansa.

...

Corrimos escaleras arriba, Lucifer me arrastraba del brazo, mi respiración estaba acelerada y presa del miedo por que nos encontraran, llegamos a la azotea estábamos en el rascacielos de la ciudad, de pie en el bordo, me tambaleaba un poco y el viento gélido me azotaba el rostro. Al frente de mi estaba él esperando que por algún lado apareciera, mis manos temblaban y cada cierto tiempo miraba hacía todos los lados. Escuché su grito, su aullido de dolor, sus ojos azulados que se cruzaron con los míos, corrió hacía mí, podía sentir su tristeza, podía sentirla, el dolor punzante de haber sido atravesada con la flecha que se asomaba en mi pecho. Caí al vació, mi vida acabo ahí y lo último que pode observar del mundo fue a mi amado ángel tratando de alcanzarme en el aire. Desperté soltando un grito de horror, siendo ahogada por la presión, me palpe el pecho buscando algún rastro de heridas en el, o por los menos buscando la cicatriz de alguna puñalada, nada, no había nada, solo había sido una pesadilla. Solté un suspiro, había sido algo horrible. Salí de la cama y me di cuenta que estaba empapada de sudor, entre al cuarto del baño, abrí la llave de la bañera y espere a que se llenará. El sueño me había dejado un muy mal sabor de boca, me desvestí y me sumergí en el agua, al menos para que así desapareciera esa sensación de profunda preocupación. ¿el sueño había sido un premonición? ¿significaba algo importante? solo esperaba que fuera una pesadilla sin ninguna importancia. Quizá en algún momento me volví a quedar dormida por que cuando volví a estar consciente, sentí que me congelaba en el agua, rápidamente me apresuré a salir, me envolví en la toalla, me puse la ropa y salí al pasillo. La casa estaba muy silenciosa, así que posiblemente nadie estuviera aquí. Encendí las luces el anochecer se aproximaba, el gran salón de la biblioteca estaba vació, en el escritorio estaba el libro de la vida, volví a ojearlo y recordé a carta que me había escrito hace cinco años, tomé una hoja, un bolígrafo y empecé a escribir. Después de un rato de estar allí, salí hacia la cocina para prepararme algo de comer, aunque mi apetito no era mucho. Hice pan tostado con mermelada, un poco de café y unos deliciosos huevos revueltos. Estaba empezando a aburrirme sola en la casa, aunque ya estaba acostumbrada a que desaparecieran a veces. Mire la hora en el gigante reloj en la pared aún era de día, así que tampoco podía salir al jardín. Solté un suspiro, fui a la sala y me senté en el sillón doble a mirar hacia el techo, no tenía nada más que hacer. Lucifer y yo hemos hablado muchas veces de lo mismo, no quería que me curasen, realmente no me hacía a la idea de que él tuviera irse, pero tampoco me quería morir, no entendía porqué debía ser tan complejo, porqué no podíamos estar juntos. Solté otro suspiro, nunca habíamos contemplado la posibilidad de que yo pudiera morir, me sobresalté cuando se escuchó un ruido extraño afuera de la casa, me quedé unos momentos en silencio a ver si se escuchaba algo más, pero no, el silenció del lugar me congelaba los huesos. Cojeando trate de ir hacia la puerta, el sol se había ido por completo, miré hacía afuera, todo estaba pasivo y sobre todo silencioso, me daba un poco de miedo estar allí sola. Aunque me tranquilizaba saber que Aradia estaba haciendo todo para que ni Gabriel, ni Anaciel pudieran encontrarme.

Arcángeles Del Infierno #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora