-Eso es un poco más difícil sin Aradia- Dije mientras veía el mapa en extendido en la mesa.
-Lo es- Contestó Miguel. Él salió de la habitación a buscar al padre Constantino.
Miguel y yo habíamos podido traer el alma de Annia del limbo, la habíamos desanclado, lo cual era muy bueno ya que teníamos una ventaja sobre él. Lo malo es que no sabíamos donde estaba Gabriel, no se había comunicado con nosotros y la debía tener en un lugar con runas por que no podía sentirla o leerla. No sabía qué quería y obviamente debía pactar un encuentro cuando viera que habíamos logrado sacar su alma. Algo quería Anaciel, algo muy valioso para atreverse a asesinar a nuestra hermana, y yo creía saber que era. Anaciel quería la magia de Aradia, quería sus poderes, lo que no sabía era que ni siquiera mi hermana era capaz de controlar su magia, las brujas debían canalizar sus poderes en talismanes para que no se saliera de control. Anaciel por muy poderosa que se creyera y por mucho que intentará jamás controlaría una carga de energía tan fuerte como la de ella, eso la podría enloquecer (más de lo que ya estaba). El mapa que teníamos al frente era de toda la ciudad, con catatumbas y todas los lugares escondidos donde pudieran tenerla. Por supuesto, la ciudad era muy grande así que era como buscar un aguja en un pajar. Solté un suspiro de frustración, iba ser un poco complicado peinar toda una ciudad. Gabriel estaba dispuesto a todo, así que para poder vencerlo íbamos a combatir fuego con más fuego, si queríamos superar a un psicópata debía convertirme en uno, pensar como él y actuar como él. Al menos así podríamos estar a la par, mientras miraba el mapa y pensaba donde podría tenerla, se me ocurrió regresar a la casa a recrear la escena. Estábamos en la catedral, me hice a borde de la ventana y saque mis alas al descubierto, mis alas negras de murciélago, hasta el momento solo Annia y Aradia las habían conocido, me avergonzaba de ellas, era la marca del traidor. Cuando fui expulsado del cielo al enfrentarme a mi padre él arranco mis alas de ángel y las dejo en el cielo, a cambio me dio la apariencia de un demonio, alas negras y feas. Con el paso de los milenios pude acostumbrarme a ellas, eran fuertes y me obedecían, ahora no podía imaginar mi apariencia sin estas alas, debo admitir que su apariencia terrorífica me había ayudado a gobernar el infierno sin problema alguno. Al llegar a la cabaña un escalofrío me recorrió por completo al encontrarme en el vestíbulo, con los rastro de sangre en el suelo, puertas, vidrios y fragmentos tirados pordoquier y todo hecho un completo caos. Me quede mirando la mesa hecho trizas y volvió el recuerdo de mi amada hermana agonizando allí sola, esperando a que alguien la socorriera. Sin querer una lágrima se deslizó por mi mejilla, lo iba a pagar de eso estaba más que seguro, su muerte no sería en vano. Subí las escaleras hasta la biblioteca, habían destrozado la puerta, algunos libros estaban en el suelo, la estantería la habían corrido. No podía imaginar el miedo y terror de Annia al ver lo que estaba sucediendo, al sentirse desprotegida. Un ruido se escuchó en la planta baja, salí al pasillo y volví a bajar, no veía nada, realmente todo seguía igual. Sentí que algo me empujó hacia la pared, me di un fuerte golpe en la cabeza, una fuerza magnética me estaba sosteniendo y a la misma vez me estaba asfixiando. Anaciel apareció campo de visión, por su parecido con Aradia, llegué a pensar incluso que era ella, me sostenía contra la pared. Sentía tanta rabia al verla, impotencia y frustración, juro que quería matarla, quería hacerle lo mismo que le había hecho a mi herma, ¿Qué hacía aquí? ¿A qué había vuelto? La miré con todo el odio que podía contener.
-¡Basta, Anaciel!- Exclamó Miguel, lo miró un poco sorprendida y me dejo caer, ella me dio la espalda para hablar con él- ¿Qué ganas con hacer todo esto?.
-Ustedes dos tienen algo que yo deseo- De la rabia que sentía mis ojos se volvieron negros completamente y mi apariencia demoníaca salió a relucir, la tomé por detrás del cuello y la estampe contra la pared. Trato de resistir pero no pudo, abrió sus ojos con mucha sorpresa y quizá terror al ver mi metamorfosis, mis garras se cerraron en su garganta- ¡Lucifer!- Volvió a exclamar Miguel.
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Arcángeles Del Infierno #2
Fantasía-Te fuiste, me dejaste- Lo acuse- Tomaste una decisión sólo, no me lo preguntaste y simplemente te fuiste, ni dejaste que estuviera lo suficientemente lúcida para decidir si te quería lejos. -Lo hice por que te amo- Contesto, mientras miraba hacia o...