Ch8: No hay que olvidar lo pasado...

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—... Es genial conocer gente de otros lugares —expresó con alegría.

—Lo mismo digo —miró el reloj de su muñeca—. Ya es tarde, me tengo que ir.

—¿T-Te puedo acompañar? ¡Digo! Podemos charlar sobre música hasta que llegues a tu destino, mi amigo me tardará en recogerme, ¿qué dices? —se notaba que algo la ponía nerviosa.

Sam pensó que charlar otro buen rato con esa chica la haría olvidar por unos momentos a Lincoln y lo que sucedió con él hace días. Realmente no le gustaba ser distante con él, pero era lo mejor para su amigo en un futuro... ¿y para ella?

Aunque antes de que ellas empezaran a caminar, una furgoneta decorada con varios logos de distintas bandas se estacionó delante de todas esos chicos y chicas, parecía que ofrecerían algo. Unos hombres salieron de allí.

—Nos hemos enterado que varios de ustedes no han podido obtener una entrada para ver a Mick Swagger... —se dio cuenta que los muchachos lo miraban con asombro o algo incómodos— Chicos, no teman, ya pasó Vietnam, no vamos a reclutarlos —eso causó una que otra carcajada.

—¿No les interesaría conocer a Mick y su banda? —preguntó otro de los hombres.

Los chicos se acercaron solo por curiosidad, otros no creían en lo que dijo y se alejaron. Sam y Luna se acercaron para saber con qué tontería saldrían esos tipos.

—Somos uno de los tantas personas del club de admiradores de Mick Swagger, conversando con ellos —todos los escuchaban con atención— nos dijeron que ya preveían que sus entradas se agotarían en todo el país, es por eso que a varios club de fans les dieron el permiso para organizar una reunión para conocerlos a ellos.

Algunos todavía se mantenían escépticos a lo dicho, pero no tardaron en creer posible aquello cuando vieron algunas fotos de ellos con Mick Swagger y uno que otro vídeo proyectado dentro de la furgoneta.

—Pero —eso bajó los ánimos de algunos—, no se desanimen, sí lo conocerán, el pero es que no todos podrán ir sin parecer estrellas de rock —eso desconcertó más a los chicos.

—Necesitamos que sean unas estrellas cuando vayan a verlo —salió de la furgoneta otro chico y una chica, el chico tenía un mechón de color turquesa y la chica sombra para ojos color púrpura—. Tienen que parecerse a uno de ellos, es para demostrar nuestra rebeldía, nuestra pasión por la música —se notaban más entusiasmados los jóvenes—. Entonces... ¿quieren conocer a la mejor banda del mundo?

Les entregaron unas hojas para que se inscriban en el Club de Fans de Mick Swagger con sede en ese pueblo de Kentucky. Allí harían toda clase de actividades involucradas con música y muchas cosas. El punto era tener el mejor club de admiradores. Les pidieron discreción porque no querían involucrar a más personas, al menos que esas personas fueran fanáticos de la banda.

Fue tanta la emoción que las hojas donde se anotaban terminaron arrugadas y casi rotas, nadie quería perder la oportunidad de conocer a su cantante favorito, en especial Sam y Luna. Los de la furgoneta se miraban con un rostro de complicidad y daba la noción de que todo les estaba yendo perfecto... ¿perfecto qué?

Ambas chicas charlaban de manera entusiasmada, estaban imaginando lo que iban a decir cuando conocieran a Mick. Se notaba mucho la química entre ellas, parecían que se conocían de tiempo. Sam difícilmente compartía su fanatismo por Mick Swagger con alguien. Si bien su amiga del trabajo era una fan, pero no al nivel de Sam. Ya estaban cerca de la cochera.

—¿Vives en una cochera? —se notaba su asombro.

—Sí... soy independiente —Sam trataba de ocultar la vergüenza.

Blanco y Turquesa (Reboot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora